VOX rompe las alianzas con incómodos e ingratos socios para asumir la responsabilidad de Estado que el Partido Popular desperdicia con Feijóo. No importa el cálculo político en este punto de inflexión que demanda responsabilidad histórica. Detrás de esta decisión está el valor del honor cuando otros lo han perdido miserablemente.
En tanto la hipocresía de un país llamado a su propia destrucción no sólo por las malignidades que la acechan, sino también por la cobarde languidez de los que favorecen la desintegración universal de España en este siglo XXI que se prevé será aún más convulso que lo ya imaginado, Santiago Abascal ha tomado una decisión de dignidad que otros califican de deriva radical. No hay que ser muy inteligente para saber a dónde conduce la verdadera deriva del Partido Popular de Feijóo, cuyas estafas electorales, deslealtades, traiciones e incongruencias han advertido a VOX de la peligrosidad de una hipocresía tan poco inteligente como abyecta; una doble cara miserable que además de engañar al pertinaz electorado que se lo traga todo, implica convertirse en el responsable de los males aguzados que padecerá España con la estrategia de destrucción marcada desde La Moncloa. Así VOX se desmarca de la sinrazón que protagoniza frecuentemente el aldeanista Feijóo, más emperrado en obstaculizar al partido de Ortega Lara que en admitir que el verdadero enemigo está en el PSOE, al que tan pronto critica para llamar a la manifestación pública de la protesta, para aliarse después en cuantas encerronas de Sánchez que evidencian al gallego como un peligro no sólo para su partido, sino también para toda España. Muchas de las afrentas, muchas de las trampas a las que ha recurrido el fullero de La Moncloa no hubiesen salido bien de no estar en los planes la ligereza moral, la predisposición a la hipocresía y un tanto de estupidez recurrente del eterno candidato que es Feijóo, tan dañino como obtuso en esta mala hora en que, con momentos históricos tan delicados como decisivos, se empeña en cumplir el papel de tonto útil celebrado por el socialcomunismo.
VOX no ha dudado en romper los pactos de gobiernos regionales cuando ha observado con estupefacción los pactos por la inmigración ilegal de Núñez Feijóo, facilitando el juego sucio monclovita y una brutal aceleración del proceso de descomposición de la Seguridad Nacional. Santiago Abascal prescinde de todo cálculo político para demostrar que en política existe un punto de inflexión que llama a la responsabilidad elemental. Al margen de la imbecilidad, de la mercenaria conveniencia de los vendidos, prostituidos , de los medios de comunicación, de la absurda incoherencia de las futuras víctimas de sus propias complacencias por la falacia de la inmigración masiva con fines de misericordia, VOX asume una responsabilidad moral cuando elige no formar parte del suicidio nacional al que se aboca nuestro país volcado en facilitar la ilegalidad que está incrementando-pese a los más fulleros y nutridos pactos de silencio-la inseguridad y la generalización del delito incontrolado. Y a esta taxativa elección de abandonar el autobús sin freno, de la imbecilidad generalizada que prescinde del elemental instinto de supervivencia, no se ha empujado el partido de Abascal, sino la doblez de un Partido Popular falso liderado por un necio que no sabe vislumbrar los tejemanejes de un gobierno del que es hazmerreír cada vez que se la meten doblada implorándole visión de Estado. El mismo miserable que ha entregado el Tribunal Constitucional y que ha caído en el hoyo sin fondo del engaño al que está predispuesto, cuando también se ha dejado convencer en lo que será un asalto por la puerta de atrás al Consejo General del Poder Judicial.
Y si sólo fuera la estulticia, el revanchismo con aspecto de cuerno quemado, la intrínseca mezquindad de unos cínicos comandados por el tonto a las tres Feijóo… Hay mucho más perjuicio en el doble filo de esta navaja trapera que han representado los populares-salvo honrosísimas excepciones como Isabel Díaz Ayuso-de cara al futuro inmediato de una España vendida por Sánchez y que Feijóo se encarga de hipotecar más allá de la acción política, convirtiéndose en cómplice de los delitos de corrupción sanchistas, así como de las tramas que ocultan otras intenciones más allá de la apariencia, como sucede con el refuerzo de las condiciones más satisfactorias para que siga entrando ilegalmente lo que podría ser un ejército futurible contra la misma ciudadanía. Y no es cuestión de xenofobia sino de sentido común; del mismo modo que no dejamos entrar en nuestras casas a desconocidos cuando preservamos la intimidad y la seguridad de lo nuestro, a nivel estatal no se entiende semejante imprudencia si no existen detrás otras intenciones muy poco limpias. Algo que VOX advierte y ante la necedad de Feijóo toma la decisión de no formar parte de esta planificación de agresión conjunta que ya es un hecho por las calles de toda España. Bienvenida la inmigración controlada, conocida, constructiva, respetuosa, conciliadora y española. Lo de Feijóo, cómplice de Sánchez, es un tsunami de aguas desbordadas que acabará ahogándole en su propia imbecilidad. Y VOX, al margen del cálculo político, lo sabe. Por eso rompe las alianzas con incómodos e ingratos socios para asumir la responsabilidad de Estado que el Partido Popular desperdicia en cada discurso vacío de Feijóo: cómplice necesario de La Moncloa.
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Si en los medios «de derechas» se están censurando apoyos a esta acción de Vox, si tipos como Marhuenda, Losantos o Inda, de lo más indecente y cuyos medios son financiados por el PP, salen a la palestra a decir que es una equivocación, está claro que, para aquellos que se sienten españoles, es un acierto.
Tendrá las consecuencias que tenga, pero a mí me parece ético y moralmente correcto.
Si el PSOE azul dice que son 400 menas, es que van a ser 400.000 (ya pactaron regularizar 500.000). Que los metan en sus casas en vez de dar lecciones a los demás.
EL PP ES EL PSOE, SOLO QUEDA VOX. ABASCAL HAS DADO UN GRAN PASO ADELANTE QUE VERAS SUS FRUTOS