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—“Hablaron del crecimiento de la población y de que el número de viejos inútiles aumenta siempre. […]
—En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser. Un odio bastante asustado…
Como hacía frío apresuraron el paso. Para evitar las hogueras —diríase que tácitamente se habían puesto de acuerdo— rodearon manzanas y caminaron centenares de metros de más.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [Alianza, 1987, p. 107.]
“Volvamos a la pregunta: ¿alguna relación entre el colapso de la Seguridad Social, el sistema de pensiones y la ley de eutanasia?”
Ignacio Arsuaga y M. Vidal, Proyecto Sánchez, Hazteoir.org, 2021, p. 85.]
PRETEXTO PARA UN GE(RO)N(T)OCIDIO
Y mira que venían experimentándolo ya, en programas piloto (automático), con los autobuses del IMSERSO que se despeñaban periódicamente en sus viajes (y viej@s) de la tercera edad, entre sonrisas sardónicas de eugenésicos malnacidos con ecos de la risa de los sardos al precipitar a sus ancianos desde los roquedales de la Cerdeña profunda.
Y, por si fuera poco, se produjo también la masificación de nuestros mayores, cada vez más y más mayores, en el Complejo Residencial Narayama, en honor a La balada epónima de Shohei Imamura, según la tra(d)ición de abandonar al viejo en la montaña.
Eso por no banalizar el mal de la Solución Fatal —mediante la Aktión T4, emulada ya en nuestro siglo en la T4 por los nazional–sozialistas vascos— con el exterminio de los más débiles, o el de la a Eutanasia de Rusia en el gulag y de los pequeños empresarios autónomos —el kulak ni al gulag— durante la colectivización de la Unión Soviética.
NUEVA PERORATA DEL VACUNADO o DEUS EX MACHINA
“La mejor vacuna contra la mentira: los datos”, Carles Francino (Cadena SER).
“Estas son las cifras correspondientes solo a la primera mitad del primer año de la COVID-19, de enero a junio de 2020:
El 80 por ciento de los muertos por covid en España eran mayores de 75 años.
Mayores de 75 años por millón de habitantes fallecidos en España por covid: 9.155 (en países como Alemania esta cifra fue de 635).
Fallecidos por covid mayores de 75 años en seis meses en España: 41.301.”
[Informe Internacional Inverence, Previsiones sobre el COVID-19 en España, en Ignacio Arsuaga y M. Vidal, Proyecto Sánchez, pp. 103-104.]
—“Lo triste es que no hay nada más detrás del movimiento. Absolutamente nada. La desolación.
—Ah, no, señor. En ese punto se equivoca —dijo el muchacho. […] Me consta. Hay estudiosos. Detrás de todo esto hay mucho médico, mucho sociólogo, mucho planificador.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 102.]
“Toda tu vida era una huida. Huías de las ratas, que te odiaban por tu olor, por lo que había en ti de desconocido, por irrumpir en sus territorios. Huías pensando que te acercabas al lugar en el que empezaste tus andanzas, a aquella ciudad poblada por tu familia donde ninguna rata se arrojaría sobre ti, no sentiría en ti un forastero.”
Andrzej Zaniewski, La rata [Alianza, 1995, p. 95.]
Salió de la cuarentena en 2020 la ley de eutanasia que legalizó administrar/suministrar (en función del ministro o la ministra) la muerte discrecional[1] y a domicilio a cuantos trabajadores hayan dejado ya de cotizar, por jubilación o enfermedad —salvo que sigan cautivos del empleo hasta los 70, galeotes de la cotización a la(s) S. S., y no lleguen ya vivos a fin de mes, ni al finde—, amortizados o irreciclables, a fin de sanear el sistema de pensiones[2] y aliviar—cría cuervos y te sacarán los…ahorros— o exonerar de dichas cargas a generaciones de ciudadanos que ni han cotizado a la Seguridad ni lo harán ya.
Legalizó, y legitimó, con efecto retroactivo tras su entrada en vigor en verano, la criba de miles de ancianos en el Gran Salto Adelante de la residencia a la resiliencia, aquejados de la peste transmitida por El/la Rata Común (Podemos) —e-Rata Naturae, por mal nombre científico—, secuestrados, sedados, sin queja ni gloria, en morideros de morfina por un narco-gobierno de políticos de última generación—cuarentones o cuarentañeros, en (la) cuarentena—, en nombre del Estado (de alarma) de tamaño Ogro filantrópico de (Sa)turno devorando a sus hijos (mayores[3])—Coby-Dick contra el Cap. Ahabáramos—, que se (a)cogen (a) la ola del mainstream, aprovechando que el Río Amarillo de la gripe maoísta pasa por Valladolid—y acúsesenos de sinofobia, en lugar de aceptar el sino, ese destino fatal del deus ex maChina, que tras abrir la caja de Pandemia engañaba al globo como a un… ¡caramba, qué coinsidensia! con su propagand(acion)ista cifra ejemplar— para depurar a los más propensos, por desinfección o desafección, mediante denegación de auxilio médico, aislándolos a cal y canto de sus familia, y diezmándolos a mansalva.
Eso si no se habían emboscado antes, como “topos” o, mejor, emparedados, evitando a toda costa solicitar asilo en centros geriátricos de internamiento[4] a fin de esquivar a la “brigada del amanecer”, el triaje ge(ro)n(t)ocida —que no es precisamente sexar pollos (ni pollas, por no discriminar)—, con los papeles en regla rumbo al horno incineratorio.
CHEQUE (O CHECA) AL PORTADOR VIRIL Y A LA VEJEZ, VIRUELAS
“La AMM reitera su fuerte compromiso con los principios de la ética médica y con que se debe mantener el máximo respeto por la vida humana. Por lo tanto, la AMM se opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica.”
[Asociación Médica Mundial, Declaración de la AMM sobre eutanasia y suicidio con ayuda médica, 2019, en Ignacio Arsuaga y M. Vidal, p. 108.]
“Huía de las ratas, huía de mí mismo, huía de los hombres, huía en busca de la cautivadora música de la flauta. Hacia delante, presa del pánico, del miedo, con los nervios a flor de piel, hacia delante, más lejos, hacia delante, más lejos. Pero el rechazo de las ratas hacia un extraño no era igual en todos los sitios y no todas las ratas te trataban igual. Sobre todo te atacaban los machos: las hembras, menos, y nunca cuando necesitaban un macho.”
Andrzej Zaniewski, La rata [Alianza, 1995, p. 95.]
La sangría de una Humanidad superpoblada no se da ya, como en el siglo XX, merced a las contiendas mundiales, sino mediante una guerra bacteriológica (perdón, viral), y en este caso por contagio virulento de El/la Rata, ese propagandador del ejército zoonósico de liberación animal—Rata macho patriarcal que sólo se cortó una de l(as) Coletas—, y (cheque al) portador viril de un virus imposible de aislar en laboratorio (y menos aún en una checa), una miasma, una larva, el fantasma que recorría Europa, invisible, inasible encarnización parasitaria del Maligno, un al(gu)ien gerontófilo al que no le tose nadie, marcapáginas (y marcapasos) de la agenda 2030 de la Internacional Covidista arraigado en el seno de la Humanidad global que se abre paso a codazos para llevarnos de la mano a morir de éxit(o) (pleonasmo). Y los guardianes de la Salud (Publica), el ojo (clínico) avizor, cómplice, y el pico (de contagios) de ave rapaz de la máscar(ill)a veneciana del médico de la peste. [Aviso al usuario: por higiene, después de usar los sanitarios, tirar de la cadena, o (de) la bomba.]
LA DISTOPÍA CUMPLIDA DE ADOLF(O BIOY CASARES)[5]
—“Lo que me fastidia en esta guerra al cerdo —se irritó porque sin querer llamó así a la persecución de los viejos— es el endiosamiento de la juventud.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 101.]
“[las UCI de Madrid] han tenido que utilizar los respiradores de reanimación de los cerdos, que ya estaban desechados y los han tenido que reciclar.”
Raúl del Pozo, “Soledad, la otra epidemia”, El Mundo [31/3/2020.]
—“Lo que me alarma —explicó— es el aspecto de la ciudad, igual a siempre, como si no pasara nada.
Vidal comentó:
—Para tranquilizarte necesitarías una batalla.
—Ayer la hubo —aseguró Rey—. Por aquí cerca. Frente al hotel de Vilaseco. Forajidos de la Agrupación Juvenil se lanzaron al asalto. [Mi paisano, secundado por el fiel Paco, resistió los embates. Cuando la rendición parecía inevitable, los defensores a puñetes acometieron y salvaron la ciudadela.]”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 169.]
En tal estado de alarma (al arma, bélica), que ha virado de la alarrmita al alarmista, de la bronca a la bronquitis, o de la sinofobia a la sinositis—pues nos tenían hasta las narices perforándonos la barrera hematoencefálica con los palillos chinos de la PCR y además las mascarillas chinas de la hipoxia, la mordaza y la sumisión del modelo piloto de control para Occidente—, “la guerra del cerdo” que anticipara Adolf(o Bioy Casares) en su Diario (del mismo nombre) del viejo Isidoro Vidal, acosado como otros miembros de su generación por las batidas de los jóvenes perseguidores de ancianos que incumplen el confinamiento casero por las calles de Buenos Aires, aquella distopía se antojaba, y más aún con la Argentina en cuarentena, una profecía desde 1969 a la vez que un “juego de niños” (dicho sea sin ironía alguna), con el balance de contadas bajas y algún daño colateral (el hijo y cómplice del narrador), para acabar desembocando en tregua ¿indefinida?
Acaso porque tras el tormento vuelve la calma. Y casi siempre que llueve, escampa…
CRONI(FI)CA(CIÓN) DE UNA VACUNA ANUNCIADA
O
LA HUMANIDAD SALIÓ (JUAN) RANA
(FABULACIÓN VACUNATORIA)
Porque la EPIdemia (falsa pandemia) de un covid-2030 (y mal llamado Sars-Cov-2) que el Gobierno Global Occiderental externalizó a China (como se ha sabido después) no era sino el km 0 (como se dice en la neolengua) de una peor llamada vacuna que se había estado incubando (invacunando) en la FarMAFIA de la Big Tech —esa ingeniería electrónico-génico-social que lo mismo te vende un virus que un antivirus, un ordenador que un Nuevo Orden Mundial— muchos años antes de que un chino se comiera un pangolín crudo y, tras sucesivas intentonas fallidos, con ensayo general con todo —Evento 201—, mientras se le iba calentando el agua a la rana hasta llegar al punto de ebullición con la propagandemia anticovid para que fueran ellas quienes pidieran rey (como en la fábula) e inducir la demanda de un remedio tal que, al coger la ola hirviendo en un vaso de agua a lomos de un escorpión, les inoculara él un remed(i)o peor que la enfermedad.
Y es que el “fármaco génico experimental en fase 3”, vacuna en su impostura léxica, continuó la tarea iniciada por la covid, rebañando viejos, a la sazón población de riesgo (junto a otros sectores prescindibles, eliminables, suprimibles), y escalonadamente, y a escala mundial, fue peinando la sociedad de naciones por franjas de edad, de forma que la gerontofilia de la covid fue un juego de niños comparada con la pedofilia coviduna de una vacunendemia que no le hacía ascos a nadie y haciéndole igual a pelo que a pluma.
Superada ya la Fase covid hasta el punto de que son las propias vacunas las que mutan exponencialmente en variantes víricas, con una cartilla europea de 8 dosis (y refuerzos), una inmunidad que no es tal y su obsolescencia programada, más unos efectos adversos cada vez más aterradores que incriminan al virus mientras la FarMAFIA no da abasto a reportar efectos secundarios de una experimentación indiscriminada, mundial y mortal, que debilita el sistema inmunitario, complica patologías previas o provoca otras nuevas, despejando el terreno de un planeta dizque superpoblado por 7.000 millones que apunta a 500, ha sonado la hora de limitar la ciudadanía global a quien se merezca el pasaporte.
VISADO PARA SUMISOS, AVISO PARA PASAPORTADOS
Y así como el virus ha sido el pretexto para la vacuna, la vacuna lo es para el certificado covid o green pass, instrumento de control digital de crédito social, que medirá el sometimiento al tecnopoder globalitario y, pretexto, a su vez, para el texto narrativo de la SOStenibilidad frente al cambio climático —con la implementación de esterilización, homosexualismo y aborto masificado—, y así hasta la sumisión del humano individual.
El texto como pretexto para otro texto (Barthes), en un encadenamiento deconstructivo (Derrida) que se extiende sobre la oquedad del yo (Lacan)—cascarón huero del ser en el palimpsesto de significantes de un yo insignificante proyectado hacia la disolución en la nadería del hombre blanco, cristiano y occidental—, por decirlo en el vacuo código del postestructuralismo que remató la destrucción de la Verdad en la Escuela de Frankfurt.
EL JARDÍN DE LAS MALICIAS
O
EL EFECTO MARIPOSA DE UN ELEFANTE (BANCO) EN UNA BOTICARÍA
“und dann und wann ein weisser Elefant”
Reiner Maria Rilke, “Das Karussel”, Neue Gedichte [1907]
“de vez en cuando, un elefante blanco.”
Blas de Otero, “r. m. r.”, Historias fingidas y verdaderas [1970].
En la 3ª dosis de una vacuna, tabla del tríptico de El Bosco en miniatura — una gota de una ola del piélago experimental en el bastidor del portaobjetos del microscopio—, partículas de vanadio, titanio, zirconio, bismuto y otros metales pesados, un alfiletero o acer(ic)o inoxidable y otras al(i)e(n)acciones, entre contaminación electromagnética de ondas de tecnología 5G y cristales de grafeno, hiperconductor para al sistema neuronal, corpúsculos génicos humanos y animales, en fin, en un cyborGénesis, como lo pinta de forma Patmosa el genetista argentino Luis Marcelo Martínez en su última investigación.
Bien es cierto que faltan de identificar muchos de los componentes tanto en cada una de las marcas como en las sucesivas emisiones de dosis y/o combinaciones entre ellas, dada la opacidad de unos laboratorios que ocultan su composición como si en lugar de fármacos “experimentales” se tratase de “armas biológicas secretas” (que así parecen), pero no es menos cierto que las aproximaciones parciales de los diferentes colectivos científicos que, a trancas y barrancas, tratan de investigar tal “(al)arma de destrucción masiva”, provocan graves fracturas en la disidencia entre las hipótesis sobre el modelo.
Así, del micro(o/micrón)cosmos al macro(o Macrón), de la puesta en abismo al marco del retablo, como en el haz de interpretaciones con que permite especular el visionario flamenco, la verdad parece distanciarse del antivirus aproximándose al elefante blanco.
Y no sólo porque, en la simbología pragmática occidental, el proboscidio de tal color represente un proyecto cuyo mantenimiento produce mayores costes que los beneficios —que también, en un carcaj de vacunas que dan en el blanco de la letalidad allá donde clava sus flechas, en particular entre la población mayor, y ya indiscriminadamente—, sino porque los debates entre los disidentes de la versión oficial (las únicas discusiones científicas a las que se puede asistir sólo en medios de comunicación resistentes) se antojan la fábula india del elefante blanco, con sus tres sabios ciegos, focalizándose en la trompa, las patas o la oreja, valdrá decir “Médicos por la verdad”, el quintacolumnista Dr. Sevillano y los “bebelejías”. O lo que es lo mismo: 1) quienes responsabilizan del efecto letal de esas vacunas de ARNm a la proteína espiga (y considerados “disidencia controlada” por la “Quinta columna”); 2) el Dr. J. L. Sevillano, que define la repentinitis en vacunados como “síndrome de irradiación aguda” producida por el óxido de grafeno, neurotransmisor de ondas 5G (injertado en la vacuna), probable precursor del futurible nano-router (como ya se experimenta con el implante de un microchip en Suecia), que permitiría controlar a las personas desde las antenas de telefonía del 5G; y como no hay dos sin tres, 3) los médicos apologetas del antídoto universal: el dióxido de cloro o “clorito”, quienes reconocen la existencia del covid y lo neutralizan con el antioxidante.
Y así pues, ya sea denunciando la okupazión de las células mediante la llave maestra Spike o la contaminación de la circulación sanguínea mediante graffiti esgrafiados con grafeno, ya sea la infalible solución desinfectante que, no contenta con frenar la acidificación del organismo, desarticula incluso la PCR, sea por el protocolo de una varilla de zahorí por la nariz hasta los sesos, sea por el proctocolo de empalamiento del PC(Ch)r —ah, si se contagia por la tos, ¿para qué bendecir con “hisopo” los adentros?—, son ya varias las hipótesis parciales de la verdad del elefante blanco de la vacunendemia vs. el libro (en) blanco de la cartilla vacunatoria de los expertos de “la Ciencia dice”, quienes perfilan un elefante volador con la trompa y alas y patas de mariposa, o sea ese “efecto mariposa” que provocaría Dumbo sacudiendo las orejas en una tela de araña. Y, the last but non least, toda una casta de matasanos que ha confundido el juramento hipocrático con el perjurio hipocondríaco ¿o hipocrítico?, ocultando en los miedos de masas cientos de miles de fallecidos en todo el mundo —más que por la gripe de temporada (si es que al trancazo de toda la vida o gripazo no lo llaman ahora omicrón tamaños covidiotas)— “por razones desconocidas o idiopáticas”, o sea inconfesables. Y el mundo, idioptizado.
VACUNAZIÓN GLOBAL
—“La juventud es presa de desesperación —repitió Faber—. En un futuro próximo, si el régimen democrático se mantiene, el hombre viejo es el amo. Por simple matemática, entiéndanme. Mayoría de votos. ¿Qué nos enseña la estadística, vamos a ver? Que la muerte hoy no llega a los cincuenta sino a los ochenta años, y que mañana vendrá a los cien. Perfectamente. Por un esfuerzo de la imaginación ustedes dos conciban el número de viejos que de este modo se acumulan y el peso muerto de su opinión en el manejo de la cosa pública. Se acabó la dictadura del proletariado, para dar paso a la dictadura de los viejos.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 147]
En resumidas cuentas, mientras la Humanidad avanza a pasos agigantados para coger el tren de la globalización, con su pauta completa y su salvoconducto vacunatorio, “No dejamos a nadie atrás” (sino en el arcén, que para repentinitis no hay arrepentimitis), ni hacemos prisioneros (que sopla el viento de Eurasia con la guadaña de la eutanasia), ni curamos enfermos (que ingresan en los centros hospital/arios con recidivas de vacunas de la gripe, aquellas muestras gratuitas, de promoción, para ir cogiéndole el tranquillo), con el sencillo expediente de algoritmar como covidoso a cualquiera paciente de lo que sea, en especial si es de edad desechable, que dé positivo a una PCR facilita, mandarlo a casa con paracetamol si no muestra síntomas y cuando los tenga, por el paracetamol y/o por la falta de tratamiento específico de lo suyo (¿qué hay de lo mío?), ¡que lo intuben!
Y a marchas forzadas hacia la(di)solución final del darwinismo social, cumpliendo la Agenda de la sinarquía que dirige la “cacofonía del Nuevo Mundo”, supremo Consejo de ancianos inmortales, magnates mangantes, con cortes (monoarquía vs. homoarquía) y cohortes de colaboracionistas (ropones, maderos y plumillas, más los “sindicatos del crimen”, valga la redundancia) o colaborasionistas (dicho sea en español mayoritario, “¡qué coinsidensia!”, pues Israel encabeza tamaño éxodo marcando la pauta). Así pues, por derecho propio, claro está, los Consejos Judíos (de hecho, los askenazis del estado de Israel persiguen ya con la 4ª dosis de Farisáizer a cuantos buscan refugio en las catacumbas de Sión), mientras cada nación va sacando de lo más hondo lo mejor de sí misma: Alemania y Austria retornan al Anschluss, Francia niega la condición ciudadana al no inoculado, Holanda (democracia liberal donde La Haya) ataca con porras y perros a los manifestantes que no acatan el green pass, Australia es “La colonia penitenciaria”, EE.UU se retrotrae a las vísperas de la Secesión, Argentina, a punto de desaparecer y… en España, volvía la picaresca de “achanta la mui que te conviene”: de la Pfeizerificación vacunal a la feiksificación de código QR, para poder volver al bar, yo no soy tonto, y el último PCR (Positivo Control Reiterativo) de mondadientes, el parte de novedades de la España Republicana Covidicia (ERC) a los lamebotarates y sicarios pseudócratas, agentes de Matri(a)x que administran las cargas (im)positivas y las sustancias (o drogas de diseño) a los positivos, bien embozaditos, sin plantar cara ni sacársela al alguacil ni por asomo, no vaya a ser que les echen el wanted, ya verás cómo cuela (luego ya si/eso), todo menos cantarle la cuarentena a la covidtadura de la vacunazión, a cara descubierta.
Que ya es hora de que vayan cayendo… en la cuenta, quiero decir, dicho sea sin acritud.
DEL BUEY ABAJO, VACUNO
“A estas alturas debería saber que, cuando un hecho parece oponerse a una larga serie de deducciones, es siempre susceptible de ser interpretado de otra manera. De las dos píldoras, una contenía el más mortal de los venenos y la otra era completamente inocua. Debería haberlo sabido antes incluso de ver la caja.”
Arthur Conan Doyle, Estudio en escarlata, [Debolsillo, 2012, p. 78.]
Sin embargo, en esta guerra “biológica” de la Vacunovid, que corrompe la salud de los súbditos del Reino en progresión algoritmética de corrupción piramidal (de la pirámide tocada como un castillo de naipes), no se registra ni el menor “efecto adverso” entre los camellos del “consejos vendo y para mí no tengo”, como si ostentar el asunto Tornasol 2030—esfínter arcoíris globalitario, logotipo del NOM y el hierro de la ganadería vacuna— fuera el vade retro frente a los colmillos hipodérmicos de esa Dracuna y talismán de efecto placebo, pues del rey abajo en la corte globalitaria ninguno dice “me vacuno”.
Y así, contrahaciendo el título de Rojas Zorrilla en este siglo de la almoneda global una monarquía hispana, si “Del rey abajo, ninguno me agrav(i)e”, yo tampoco “me vacuno”.
¿DIARIO DE LA GUERRA DEL LERDO O DEL GATO PANZA ARRIBA?
“Hay una palabra”, se dijo. “Una palabra”. Estaba demasiado cansado para dar con ella, pero por fin la encontró: “Vejación. Qué vejación”. […] “Lo razonable, lo que se espera”, reflexionó, “es que uno se deje vejar. Si es viejo, se entiende”.
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 132.]
Eso si los propios excedentes de clase pasiva no le ahorran la tarea al Pedro Padrone, purgándose a miles por su cuenta y riesgo, como en el caso paradigmático del cesante Ramón Villaamil, protagonista de Miau (1888) de Galdós en la anterior Restauración, decide hacer, desesperado en la Villa y Corte, con un genio de (Villa)mil demonios, el sostén de las mujeres de su familia (a quienes motejan Miau en el gallinero del teatro):
“En fin, que había cumplido sesenta años, y los de servicio, bien sumados, eran treinta y cuatro y diez meses. Le faltaban dos para jubilarse con los cuatro quintos del sueldo regulador, [que era el de su destino más alto, Jefe de Administración de tercera. ¡Qué mundo éste! ¡Qué injusticia! ¡Y luego no quieren que haya revoluciones!…]”
“Poco a poco sucedió a la molesta escasez la indigencia descarnada y aterradora; los recursos se concluían, y se agotaron también los medios extraordinarios y arbitristas de sostener a la familia.”
“¡Que me den esos dos meses, o no sé; creo que pronto empezaré a tirar piedras.”[6]
Benito Pérez Galdós, Miau [Alianza, 1997, pp. 66, 136 y 290.]
TOC, TOC o NO TOCARÁS
«Melvin Udall: “¡Tápate la boca con la mano cuando tosas, niño”.»
James L. Brooks, Mejor…imposible [1997.]
—“Créame —respondió el médico, sacudiendo tristemente la cabeza—: el servicio de psiquiatría no da abasto para atender a los jóvenes. Todos acuden por el mismo problema: aprehensión de tocar a los viejos. Una verdadera repulsa.
—¿Asco? Me parece natural.
—La mano se niega, señor. Hay un nuevo hecho irrefutable: la identificación de los jóvenes con los viejos. A través de esta guerra entendieron de una manera íntima, dolorosa, que todo viejo es el futuro de algún joven. ¡De ellos mismos, tal vez! Otro hecho curioso: invariablemente el joven elabora la siguiente fantasía; matar a un viejo equivale a suicidarse.
—¿No será más bien que la miseria y la fealdad de la víctima vuelven desagradable el crimen?”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 180.]
«Pirluit.—“¡Vaya! ¿Quién ha movido el casco? No está en su lugar.”
Pitufos.—“¡Ay! ¡Ay!”
¡TOC! –¡TOC!- ¡TOC!»
Peyo, La flauta de los [seis] pitufos [Planeta Deagostini, 2006, p. 28.]
“Melvin Udall: ¡Y tampoco quiero que me inyecte una plaga infecciosa!”
James L. Brooks, Mejor…imposible [1997.]
Y eso, más de un siglo después, por no sufrir, dentro de un régimen de restricción de derechos individuales del ciudadano, convalidados por “permisos” de buena conducta del “Comité de Salud Pública”—de la Ifemia Díaz Ayuso, tal vez la única que se creyó la covid, a las infamias de los tiranuelos locales del PCR, test de antígenos, ingreso en planta vacunovid, traslado a UCI, y pasaporte…—, el encierro en la checa mental del Trastorno Obsesivo Colectivo (TOC) inducido por el Mando Único Vacunazi a cargo del Comité de Salud Pública (¿Salud y (re)Pública?) del Frente Populista de la Guerra Global, con la consigna “¡Vacuna, vacuna, vacuna!”(3) —“como manda la tradición mítica del pensamiento trilógico”, L. G. Egido dixit— para la grey del rebaño vacuno.
Con la paradoja de que, ahora que está inoculado el 90% de la población con la pauta completa (3) y toda la ganadería debiera estar inmunizada, per se y por el grupo, siguen en vigor las medidas implementadas para la “peste” pero ahora como profilaxis para los inoculados, cuyas dosis experimentales de obsolescencia programada tan solo aseguran inmunidad temporal, parcial o nula, los hace igualmente contagiosos, más propensos a recaídas, a complicaciones de patologías previas o a las mil y una reacciones adversas e inadvertidas en el capcioso prospecto de los laboratorios farmafiéuticos de cada marca, convirtiendo a los rehenes de la vacunendemia en una plaga, premiada con el azucarillo del pase, ojo, renovable, a la caza y vacuna de los no pinchados al otro lado del cordón sanitario de Matrix (o Matri(a)x), privados cada vez de más derechos constitucionales pero sanos y salvos en el gueto nega de la resistencia de la ciudad humana de Si(m)ón.
Y entre esas medidas que, mutatis mutandis, venían para quedarse como código de urbanidad en el NOMbre del Padrone —distancia de seguridad, gel hidroalcohólico o aforo limitado—, la que va camino de convertirse en icono del trans-humanismo es el bozal (a decir de las malas lenguas) profiláctico (ni pintiparado para quien experimenta la ansiedad, angustia, desesperación… de la sintomática insuficiencia respiratoria), la mordaza por ley, que te anula el olfato y el gusto (como la covid, ¡caramba, qué coinsidensia!) y, ya de paso y como quien no quiere la cosa, tapa, borra, tacha, censura, “cancela” la libertad de expresión, una máscara de carnaval de por vida que oficia de segunda cara cyborgénica, careta de agelasta (de ‘quien no sabe reír’, ©Milan Kundera) homologado que clausura la fisiognómica con unos compulsivos rituales de purificación colectiva que acabarán haciendo de la neurosis obsesiva individual un juego de niños.
OTRAS SECUELAS (Y PRECUELAS, SI SE TERCIA), A VER SI CUELA
Ahora que los efectos adversos de las pseudovacunas han sido rebautizados eufemísticamente como “covid persistente”, para seguir culpando al cimbel de la covid, tirándole
al estafermo de la pandemia lanzadas a moro muerto (o “lancetadas a migrante magrebí fallecido con covid”, rectifica el corrector automático de IA infiltrado en mi ordenador), Pedro Padrone y famiglia, a las (nuevas) órdenes (mundiales) de la Farmafia, ha dado con la forma de asegurarse la adhesión de un cada vez menos “respetable” a la vez que abunda en el derrumbamiento de la economía española camino de la “deuda perpetua”. Pero, ¡ay!, hasta la secuela más “favorable” de las vacunas trae sus contraindicaciones.
SOBREDOSIS DE POSITIVOS…
La epidemia de absentismo laboral desatada por el sobre-seguimiento (que no sobreseimiento) de la pandemia, rebajando el nº de ciclos de la PCR para poder atribuir a la covid lo que se le oculta a la vacuna, ha provocado tal aumento de bajas laborales por un resfriado navideño, una carraspera o mero moquillo, que las autoridades optaron por ir reduciendo progresivamente el nº de días de cuarentena para poder atender a las necesidades del servicio en la función pública y la actividad privada ante tamaña avalancha de personal ausente y, así, poder enfrentarse al desembolso económico que ello supone.
Mucho me extraña que, con la de miles de cerebros grises trabajando en la sombra para hundir la economía global y ponerla a precio de saldo en manos de Black Rock (o retroVanguard), no estuviera ya previsto en la contabilidad B de la Agenda 2030. Pero si no hubiera sido así, que también, haciendo de la nece(si)dad virtud, a los asesores de la Desgobernanza española les (sobre)vino que ni pintiparado para descapitalizar la empresa productiva y paralizar el servicio público, valiéndose del inesperado aguinaldo a trabajadores y/o funcionarios a quienes se les junta el hambre con las ganas de comer.
Lo que es indudable, en fin, es que quien se ha acogido a semejante permiso bajuno pasa automáticamente a formar parte de la guardia de corps (corpore insepulto) de los titiriteros de la Pamemia, de los crédulos incondicionales del retablo de las maravillas de Maese Pedro, merced a “los intereses creados del viejo tinglado de la farsa” (Benavente), de una legión de “salvados” de la legionella que dan fe del “Mal” de la “Covid” porque “la han vivido en primera persona”, con la autoridad del que ha sido “afectado” y la propagandemia de quien defiende su bonificación como si le fuera la vida en ello.
…Y CAMPEÓN MUNDIAL DE POSITIVIDAD
El tenista francés Benoit Paire dio positivo 250 veces a PCR anticovid, durante 2021, por lo que pasó meses encadenando cuarentenas sin solución de continuidad al otro lado del mundo. Así pues, si se contara la tasa de cuarentena acumulada para el cumplimiento total de la pena, sumaría una condena de años superior a la de su paisano Henri Parot.
¿AHORA QUE YA PASÓ LO PEOR… O LO PEOR ESTÁ TODAVÍA POR VENIR?
Y
¿PA(I)SAJE DEESPUÉS DE LA BATALLA O PANORAMA DESDE EL PUENTE?
Se avecinó, pues, un invierno de “temporada en el infierno” en el Barrio (Sésamo) de la Aldea Global, con el certificado covid, precursor del green pass o cédula celular, en calidad de tecnología de doble uso. Y así, a medida que se va insertando el soporte para tomarnos no ya la huella digital, sino la de carbono —y por ahí todo seguido: inversión en energías renovables, gasto en ocio y cultura subvencionada (nada de nada) o tecnología cyborgnética, cuota a ONGs del Orden Nuevo Global, consumo de carne artificial o de productos transgénicos, contactos tóxicos o “actividades contrarrevolucionarias” en relación con “enemigos del pueblo”, mediante el decreto habilitante del Art. 58 (covidere “Posfacio” de Ricardo San Vicente a Relatos de Kolimá VI, V. Shálamov, minúscula, 2017, p. 194.)— y se controla “la vida de los otros” al servicio de los hunos (los datos del Pedro paDrón, unos expían y otros non), se va descartando el excedente “poblacional” que no necesitará ya renovar el pasaporte, diezmado por “el aumento, crecimiento y progreso de una enfermedad de principio a fin” (en la acepción médica del DRAE), a saber de la vacunendemia, genocidio gerontológico cuyos restos enterrados en las fosas comunes de la “covid” no habrá Ley de Memoria Histórica (y menos aún, Democrática) que los ampare. Un covid 19, con denominación de origen made in China en la etiqueta que tiene más de vino de año caducado de vitivinícola de Don [Fernando] Simón que de vino añejo, contagiando su ebriedad a mayores y chicos, pues lo mismo muta en la cepa Omnicrón (tan tiránica como desmemoriada, covid. La tribu, F. Colomo, 2018), que se ceba trasvestido de vacuna, de repente en un niño, por mucho que haya sentencia firme contra la timovacuna infantil de un juez de Icod de los Vinos —y co(vi)d de la (co)vid.
¡A POR ELLOS, QUE SON DEMASIADOS Y COBARDES!
“En ningún sitio conseguía parar mucho tiempo, huía de todas partes. […]
En algunas ciudades las ratas me perseguían en grupo, recorriendo en estas carreras grandes distancias. […]
Eras una rata extraña, el enemigo más odiado.”
Andrzej Zaniewski, La rata [Alianza, 1995, p. 95.]
Para todos los públicos (o “público familiar”, en la neolengua socialmente correcta), a pelo y a pluma, a diestro y a siniestro, porque la oposición cómplice suma esfuerzos a la gobernanza —“que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”— y “una lava a la otra y las dos… el bulo”, en la gestión de esa mindundistra “frente-populachera” que va marcando la Agenda a los caciques locales en este patio del presídium patrio que va camino de ser España con la mayoría de la población penitenciaria en régimen de tercer grado y los derechos devaluados a permisos —el salvoconducto del comisariado local y las quedadas sometidas a toque de queda, aunque en las ciudades autónomas los simpa carecen hasta de paisaporte ¡vacunario!—, mientras la organización criminal que rige, subarrendado al Gobierno Global, el país disfruta de plena libertad: ¡Todos a la cárcel! Y, para colmo, Pablo Iglesias, el hijo del terrorista y serial killer de la Eutanasia, autor convicto de miles de muertes por inasistencia médica en residencias en la cosecha roja de 2020, incriminaba a los invacunes por el eventual contagio del terrorista vacunado.
NOTAS
[1] —“Es verdad: se limitaron a llenar el mundo de viejos prácticamente inservibles.
[…] [El viejo es la primera víctima del crecimiento de la población —afirmó el muchacho bajo—. […]
—Todo esto, ¿no es un poco prematuro? —alegó Vidal—. Como si quisieran curarnos en salud.
—Usted lo ha dicho —contestó el muchacho de los granos—. Medicina preventiva.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 103.]
[2] —“[…] Tratamos temas de interés. La pensión.
—El gobierno se va a resolver a pagarla —insistió Arévalo.
—Reconozcamos —pidió el de las manos grandes— que para dar la orden de pago hace falta mucho coraje. Una medida impopular, lógicamente resistida. […]
—En estos días he oído hablar de un plan compensatorio: el ofrecimiento, a la gente anciana, de tierras en el Sur.
—Digan lisa y llanamente que deportarán en masa a los viejos —replicó Dante.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 105.]
[3] —“Que no vengan a decirnos que detrás de esta guerra hay una gran necesidad científica. […]
—Dice bien. Señor. La muchachada hace cuenta que sale a cazar peludos y nos caza a nosotros. […] A eso voy —convino el conductor—. Supóngase que realmente sobre el viejo inútil. ¿Por qué no lo llevan a un lugar como la gente y lo exterminan por métodos modernos?
—¿No será peor el remedio que la enfermedad? —preguntó Vidal—. Yo le digo por el abuso.
—Ahí me ganó —admitió el hombre—. El gobierno es muy abusador.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [pp. 134-135.]
[4] —“Esa muchachada también me conoce y sabe perfectamente que no soy viejo. Le doy mi palabra: ellos mismos me lo han dicho.
—Los que prometieron volver no son del barrio. Son del Club del Personal Municipal. Se incautaron de los camiones de la División Perrera y recorren las arterias de la ciudad, a la caza de viejos que buscan en sus reductos domiciliarios y se los llevan de paseo, enjaulados, en mi opinión para escarnio y mofa.
—¿Qué les hacen después? —preguntó Nélida. […]
—Hay quienes pretenden, señorita, que los exterminan en la cámara para perros hidrófobos. Al gallego encargado, un paisano le aseguró que abren las jaulas al llegar a San Pedrito y que los abandonan después de correrlos a lonjazos en dirección del propio cementerio de Flores.”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [p. 144.]
[5] —“Esta es la juventud, que debería pensar por sí misma —adujo Arévalo—. Piensa y actúa como una manada.
—Te equivocas —declaró Rey—. Como una piara. Una piara de cerdos.
—Pero —interrogó el de las manos enormes— ¿los cerdos no somos nosotros?
[…]
—Es horrible. Siempre hay más gente, aunque ya no queda sitio. Todos pelean, unos contra otros. ¿No estaremos en vísperas de una gran hecatombe?”
Adolfo Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo [pp. 113 y 114.]
[6] “Ya sabes mi situación; sabes que no tengo cesantía, porque, si bien soy anterior al 45, mi primer destino no fue de Real orden; no entré en plantilla hasta el 46, […] El 54 tú entraste en la Milicia Nacional; yo no quise, porque nunca me ha gustado la bullanga. Ahí tienes el principio de tu buena fortuna y el de mi desdicha… […] Parece mentira, Francisco, que el sombrero influya tanto.”
Benito Pérez Galdós, Miau [Alianza, 1997, p. 290.]
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