20/05/2024 18:32
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Julio Ruiz de Alda, militar y fundador de la Falange, en aquellos tiempos era sin lugar a dudas un héroe nacional gracias al vuelo del «Plus Ultra», una de las más gloriosas hazañas de la aviación española que logró cruzar el Atlántico desde Palos al Río de la Plata.
Pero es casi totalmente desconocido que después de culminar dicha hazaña, Ruiz de Alda junto con sus antiguos compañeros Ramón Franco, Rada y el nuevo piloto Gallarza, planearon acometer otro vuelo, más peligroso todavía, esta vez alrededor del mundo.
Desde finales de 1927, Franco y Gallarza como pilotos, y Ruiz de Alda como navegante, inician todos los preparativos para conseguir esta nueva hazaña, se hacen con un hidroavión «Dornier Super Wal»de cuatro motores de 450 caballos de potencia cada uno, al que inmediatamente bautizan como «Numancia», y por fin el 1 de agosto de 1928 logran despegar de la Bahía de Cádiz, después de dos intentos fallidos debido al fuerte viento reinante.
Al poco tiempo de iniciar el vuelo, a Ramón Franco no le gustan las prestaciones del aparato, y como quiera que se pararon los dos motores posteriores por un problema del combustible, deciden abortar la operación y amerizaron cerca de la localidad portuguesa de Faro.
Tardaron casi un año en sustituir el avión, consiguiendo un «Dornier Wal J» de dos motores, prácticamente idéntico al antiguo «Plus Ultra», al que vuelven a renombrar como «Numancia».
La tripulación cambió, ya que Pablo Rada había abandonado el Ejército y fue sustituido por Madariaga.
También modificaron el objetivo del vuelo , solo España- Nueva York- España.
Por fin, el 21 de junio de 1929 despegaron en dirección a América, la meteorología era muy mala, Ruiz de Alda casi no podía tomar datos para la navegación, y cuando al fin lo consiguió, se dio cuenta que estaban volando 25 millas al sur de la ruta fijada, al rato el Comandante piloto Franco decidió finalizar el viaje, ya que se habían alejado más de 200 millas del objetivo previsto, eran conscientes de que la travesía había finalizado.
En ese momento, tomaron la decisión de descender para amerizar y con calma controlar con total exactitud su posición para luego poner rumbo a las Islas Azores, objetivo que no cumplieron, pues se quedaron sin combustible quedándose el avión varado, a pesar de que los Dornier se consideraban excelentes buques sobre el agua, algunos aviadores incluso decían que «eran barcos con los que se podía volar».
A partir de ese momento, estuvieron más de una semana a merced de los elementos sufriendo terribles tormentas, no pasaron hambre pues llevaban alimentos para ocho días, y pudieron saciar la sed gracias al agua de los circuitos de refrigeración de los motores.
El 25 de junio el avión quedó totalmente a merced de las olas debido a un empeoramiento del tiempo, repararon la radio pero no pudieron transmitir ningún mensaje, solo funcionaba como receptor.
En España, dado el tiempo transcurrido sin noticias de ellos, se les daba por desaparecidos y muertos.
El 28 de junio mejoró el tiempo y el viento les llevaba hacia la Isla de Santa María, decidiendo entre todos que cuando se acercaran abordarían el bote salvavidas para llegar a tierra.
No hizo falta que ejecutaran dicho plan de salvamento, puesto que a las 3 de la madrugada fueron avistados por un navío de la Armada Británica, el «Eagle», navío porta-aeronaves que formaba parte de una operación de rescate junto con cinco destructores españoles, dos submarinos y otros buques italianos, portugueses y franceses.
Cuando por fin desde el navío inglés se dio la noticia del rescate de los náufragos, toda España se convirtió en una fiesta, ya que tanto Ramón Franco como Ruiz de Alda eran unas figuras extraordinariamente populares debido a la hazaña del «Plus Ultra.»
La pericia de los tripulantes, la consistencia del avión y la operación de rescate multinacional que se puso en marcha, lograron salvarles la vida.
A los pocos años, Julio Ruiz de Alda intervino junto con José Antonio en el Teatro de la Comedia de Madrid, dando a conocer públicamente el nuevo mensaje de unos jóvenes patriotas con ansias revolucionarias de justicia social, al poco tiempo levantaron la bandera de la Falange, recorrieron los campos, los pueblos y las ciudades de España gritando sus mensajes y consignas a aquel pueblo necesitado de Patria y Justicia.
Este último vuelo que inició Julio Ruiz de Alda con José Antonio y otros pocos centenares de camaradas, finalizó un 22 de agosto de 1936 en la Cárcel Modelo de Madrid, cuando una turba de milicianos anarquistas al mando de dirigentes de las Juventudes Socialistas se hicieron con el control de la prisión y asesinaron a sangre fría a Ruiz de Alda, a Fernando el hermano de José Antonio, a Ribagorda y Matorras (ambos procedentes del anarquismo y del comunismo), y a otros conocidos falangistas hasta llegar casi a la decena de Caídos.
Sin lugar a dudas, Julio Ruiz de Alda no solo fue un héroe nacional por la hazaña del «Plus Ultra», sino que también fue un héroe de la Falange por su total compromiso con la idea y su dedicación plena al activismo político que le llevó a perder la vida por sus dos grandes inquietudes, ESPAÑA Y LA FALANGE.
 
 
(Fotos inéditas de Julio Ruiz de Alda y del hidroavión «Numancia», en el momento de ser rescatados, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).
 
 
 
 

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REDACCIÓN
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