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Al putrefacto Tribunal Constitucional, después de 13 años de silencio, largos años en los que han pasado por él gentes de toda ideología, no pocos de ella mayoritariamente “conservadora”, le ha bastado un par de días para dictar sentencia rechazando el recurso que en su día interpuso el Partido Popular –sólo por interés electoral–, no contra la ley del aborto en sí y en su totalidad, sino sólo y únicamente contra su ampliación por la reforma Aido impulsada por el PSOE. De esta forma, no sólo se consolida el aborto, sino que se le eleva a derecho constitucional y se abre la puerta de par en par, lo que no van a tardar en aprovechar socialistas y comunistas, más sus siempre aliados separatistas, para dar una nueva vuelta de tuerca “progresista” más al aborto, al cual quieren sin limitación alguna. El hecho de que Feijóo haya aplaudido la sentencia del TC y con ello sus consecuencias presentes y futuras demuestra, una vez más y por si alguien aún no se había enterado todavía, que el PP es tan abortista como el PSOE, los comunistas y separatistas. Hasta aquí nada nuevo bajo el Sol.
Lo peor, y lo más indignante de lo ocurrido, quitando el hecho de la propia sentencia, es que la jerarquía eclesiástica, por boca sólo de su Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, como si el asunto fuera secundario, lo haya zanjado con una nota patética en la que manifiesta su oposición a dicha sentencia aduciendo que la ley abortista ahora consolidada es “ideológica”, “acientífica” y que “promueve la desigualdad”, seguido lo anterior por una perorata de otras razones que aburren hasta a las vacas. En la nota ni media palabra a que el aborto es un gravísimo pecado mortal de necesidad que ofende especialmente a Dios; a Quien, por cierto, ni se menta, claro está, como viene siendo costumbre.
De todas las barbaridades que nuestra decadente civilización y sociedad ha aprobado, convertido en derecho e impuesto manu cuasi militari como son la práctica y publicidad de la sodomía, el suicidio eutanásico, la perversión sexual general y especialmente de la infancia y juventud, etcétera, es sin duda el aborto la peor de todas por tratarse del asesinato frío, premeditado, alevoso, institucional, subvencionado e industrial del más débil e indefenso de los seres humanos como es el nasciturus.
Pues bien, ante tamaño crimen que en España desde 1985 alcanza proporciones de inmenso genocidio, la actitud de nuestra jerarquía eclesiástica ha sido siempre cobarde, mundana, hipócrita y antievangélica. Comenzó con aquella llamada telefónica del secretario de la Conferencia Episcopal a Fraga, de la que ha dado testimonio fehaciente Vestringe, por la cual se frenó en seco la oposición que contra la primera ley abortista del PSOE ejercía la entonces Alianza Popular. Siguió con las varias notitas oficiales que nadie lee porque la propia CEE no las divulga como debiera, es decir, leyéndose obligatoriamente en las homilías de todas las iglesias todos los días; y eso que sus textos son, por demás, nada contundentes. Y… nada más. Eso sí, nadie puede decir, como los obispos dicen, que no han dicho nada, aunque en realidad lo que han dicho es menos que nada y menos aún lo que vienen haciendo que es ya nada de nada.
La Iglesia no tiene que oponer “razones” mundanas al aborto como lo viene haciendo en sus notitas incluida la actual contra la sentencia del TC. Eso debe dejarlo a los políticos, científicos y juristas. La Iglesia, su jerarquía, lo que tiene que hacer es enarbolar lo que le es propio, al tiempo que obligado e irrenunciable, que son las razones espirituales; por lo demás las más importantes y trascendentales con diferencia.
La Iglesia lo que tiene que recordar en sus notas y cada día en todas las homilías –nunca he escuchado una, ni siquiera tangencial, contra el aborto–, es que:
- “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”. (Canon 1398 de Derecho Canónigo). Y esto es válido para creyentes y no creyentes.
- Que quienes “procuran” los abortos que se producen son, no sólo los que los practican físicamente (médicos, enfermeros y auxiliares), sino también los políticos que impulsan tales leyes, los que las aprueban y los jueces que las aplican. Asimismo, los que les dan publicidad (empresas, medios de comunicación, periodistas, etc.). Y todos aquellos que de forma directa o indirecta colaboran votando a los partidos que, promoviéndolos, los procuran, que en España son, cuando menos, PP, PSOE, Podemos, IU, ERC, PNV, BILDU y muchos otros regionales y locales.
- Además, proceder a la excomunión pública, con nombres y apellidos, con Juan Calor I y Felipe VI a la cabeza por sancionadores de dicha ley y sus ampliaciones, y, tras ellos, todos los demás conocidos desde 1985 hasta la actualidad.
- Y recordando obligatoriamente todo lo dicho al final de todas y cada una de las homilías que en festivos o laborables se lleven a cabo en todas y cada una de las iglesias de España, especialmente y con mayor intensidad y contundencia en periodos electorales, pues muy por encima de cualquier otra cuestión, sea política, económica o social, a la hora de votar está acabar con el genocidio del aborto por ser la causa y la prueba más incuestionable, aunque no la única pero sí la mayor, de nuestra decadencia y degeneración por evidenciar nuestra total renuncia a Dios y a sus leyes; y es que mientras no volvamos a Él y a ellas, mientras no se acabe con la lacra del aborto, nada tendrá solución.
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Si la Constitución ampara como un derecho inalienable el que las mujeres puedan asesinar a sus hijos en su etapa fetal, la Constitución es un engendro que hay que abolir.
La sociedad, al margen de esa conferencia episcopal mas cercana al diablo que a Cristo, mas interesada en el vil metal que en la doctrina del Redentor, debe tener recambio generacional para subsistiir, no hay futuro si no hay regeneración humana en una palabra, que los españoles deben tener mas hijos
Y hablo de los españoles oriundos, los españoles cuyos antepasados hicieron este país, esta sociedad con enormes sacrificios y que debe ser donada a la siguiente generación, esa que la Constitución esta machacando, para su continuidad.
La iglesia del papa «Pancho de la Pampa» mote que le ha puesto Garcia Serrano con evidente acierto, esta perdiendo fieles a chorros, nadie se traga un sermon en una misa sin sentir un cosquilleo en la planta del pie que empuja al feligres a largarse del templo, eso es lo que han conseguido esta banda de impios cutres que prefieren apoyar la profanacion de un cadaver el de Franco, de una Basilica, la del Valle de los Caidos y de un cementerio entero, el de dicha Basilica, solo por seguir recibindo el «obolo» de la traición.
España, su Iglesia, su sociedad, en general, sus instituciones politicas y judiciales y su entera forma de ser son una vergüenza.
Lo malo es que la proxima generacion no tendra tiempo de hacer lo que debe, no podra reconstruir la sociedad española porque esta esta dejado de existir y sin sociedad no hay nación.
Eso si aun tendran tiempo para insultar a esta chusma actual que los ha dejado sin patria, su religion y sin presente
Totalmente de acuerdo con usted.
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Tanto el cobarde y traidor PP, como la tibia conferencia episcopal española, se han cubierto de mierda…
Así de claro.