Querido lector, me permito usar este tono porque sé que la palabra AMOR se parece mucho a la palabra hUMOR, y que, por tanto, el Amor a la Patria, cosa que imagino compartes, debe en ocasiones defenderse con Humor para desdramatizar lo grave de la situación y para crear un ambiente proclive al Entendimiento y a la Fraternidad.
Sé que tengo unos lectores muy plurales pero a todos, como es obvio, les digo lo mismo. Creo que España lleva ya veinte años en una situación muy grave. Económicamente el desmesurado incremento de la deuda pública y la permanencia del déficit se pagará y será duro para todos; perjudicará, como siempre, más a los que menos tienen y la posibilidad de conseguir empleo.
Políticamente estamos a la cola de cualquier país de Europa pues tenemos un presidente que miente en temas gravísimos, aunque él quiera llamarlo cambio de opinión. Lo cierto es que para mantenerse en el poder está comprando votos a costa de cesiones impensables en 1978. Además, España aparece ahora como una nación que, a pesar de ser la más antigua de Europa, tolera una posible ruptura de su unidad. Son muy pocos los demócratas que son capaces de recordar a todos, con compromiso y energía, que el artículo 2 de la Constitución dice de forma indubitable, que nuestra llamada Carta Magna “se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.
Tampoco muchos de los demócratas, tanto de izquierda como de derecha, se atreven a recordar a los que son más jóvenes y también a los mayores que, tras la muerte de Franco, hace ahora casi 50 años, tuvo lugar en España una Transición pacífica a la Democracia, de la ley a la ley, sin rupturas, ni guerras, ni golpes de estado.
No estaría de más que añadiéramos con la boca grande que la Transición se basó en la Reconciliación y que los que aprobamos la Constitución, lo hicimos dando definitivamente por superada y amnistiada tanto la Guerra Civil como su antes y después. Sin embargo, nuestro amigo Zapatero que tenía apenas 15 años cuando murió Franco, empezó a cuestionar la Reconciliación de la Transición cuando aprobó en el 2007, la Ley de Memoria Histórica cuya finalidad no es estudiar la historia de la República, Guerra Civil y etapa posterior, sino simple y llanamente condenar el Alzamiento del 18 de Julio de 1936 y el posterior régimen franquista.
Sánchez, que tenía apenas tres años cuando murió Franco, pretende realizar ahora, 50 años después de la muerte de Franco, un programa de actos antifranquistas, lo cual no es ni más ni menos que una Memoria Histórica 2.0 de lo que inició Zapatero.
Sánchez con este nuevo programa pretende que la Historia acepte como pensamiento único e incuestionable que el proceso de toma del poder por Franco y su dictadura fue algo terrible y cruel, sólo equiparable al régimen de Hitler, aunque no se atreven a equipararlo con Stalin que fue quien ayudó al gobierno del Frente Popular durante la Guerra Civil.
No contemplan la posibilidad de que se haga un juicio histórico a las actitudes de la izquierda antes, durante y después de la Guerra Civil. No quieren que se diga ni una palabra sobre el golpe de estado armado, la famosa revolución de Asturias, de 1934, en la que tuvieron un papel primordial Largo Caballero y la UGT. No quieren que se recuerde que el gobierno republicano tuvo que llamar al ejército de África y encargar a Franco la dirección de las operaciones para derrotar a aquel golpe armado que provocó mil quinientas víctimas.
La izquierda marxista no quiere que se hable de que en plena República promovió el golpismo armado. No quiere que se estudien las agresiones criminales contra instituciones y personas que promovió y/o toleró, desde que tomó el poder en febrero de 1936 tras ganar unas elecciones que diversos estudios consideran que estuvieron falseadas. El principal líder de la derecha y diputado Gil Robles, en su famoso discurso ante el Congreso del 16 de junio de 1936, cifró la violencia que se estaba viviendo en España desde el 16 de febrero, en 160 Iglesias totalmente destruidas; asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos, intentos de asalto, 251; muertos, 269; heridos de diferente gravedad, 1.287; centros particulares y políticos destruidos, 69; ídem asaltados, 312. Ese grado de violencia, en tan sólo cuatro meses, fue mucho más grave que los atentados de ETA en sus años más duros. ¿Cuál fue el desenlace? Lo conocemos: la Guerra Civil.
No cabe por tanto que la Memoria Histórica si quiere atenerse a la verdad de los hechos, rehúse valorar el contexto en que se produjo el levantamiento de Mola al que se sumó Franco.
Conviene asimismo recordar que el PSOE tenía como inspiración fundamental, claramente recogida en sus estatutos, el marxismo de Marx y Engels. Era la misma ideología que había inspirado veinte años antes, en octubre de 1917, el golpe de estado de Lenin contra el gobierno republicano provisional de Rusia que había derrocado al Zar en febrero de ese mismo año y que estaba recorriendo un camino de diálogo y reforma para establecer un régimen democrático en Rusia.
Lenin no siguió en esa dirección, creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, estableció una cruel y sanguinaria dictadura hasta su muerte en 1924, año en el que le sucedió Stalin, mucho peor que Lenin, a tal nivel que el dictador Kruschev, que tomó el poder a la muerte de Stalin en 1953, lo denunció públicamente ante el Comité Central del Partido en 1956.
Stalin, aliado de Hitler al principio de la Segunda Guerra Mundial, era quien gobernaba la URSS durante nuestra República y Guerra Civil.
Esta es la realidad de la historia y en ese violento contexto revolucionario español, Franco dio un golpe de derechas. Si hubiese sido derrotado nos habríamos encontrado con que España hubiese sido la Segunda República Socialista Soviética en los años treinta.
Afortunadamente no fue así y pudimos escapar del terrible destino que asoló a Rumanía, Bulgaria, Hungría, Polonia, Checoslovaquia, Yugoeslavia y a los Países Bálticos durante 42 años mientras que la “terrible” dictadura de Franco sólo duró 35.
Además, a pesar de tener en contra, hasta mediados de los cincuenta, a Estados Unidos, Inglaterra y Francia, el régimen de Franco posibilitó el desarrollo económico y el crecimiento de una clase media lo que facilitó, tras su muerte, el tránsito pacífico a la democracia siendo la octava potencia mundial.
Ya os lo dije. Os lo venía avisando y hoy os lo reitero de nuevo: el marxismo es una ideología criminal. Allí donde se aplica, la sangre corre en abundancia y largos periodos de opresión están garantizados.
Debemos decir esto alto y claro porque basta con leer el Manifiesto Comunista que redactaron Marx y Engels en 1848, para ver que ese pensamiento político es totalitario y que admite sin reparos “derrocar por la violencia el orden social existente” como medio para conseguir implantarse.
Por todo esto, callar ahora ante el programa de actos antifranquistas que prepara Sánchez sería un error descomunal. Los demócratas tenemos datos más que suficientes para ver que la izquierda marxista siempre ha sido radical donde ha gobernado, véase el caso de Cuba, su miseria actual y sus 65 años de dictadura (desde 1959 hasta ahora).
Hay que decir sin ambages que entre Franco y la dictadura marxista del Frente Popular, que se venía encima a España, consideramos que fue una suerte la victoria de Franco.
Estamos a favor de se hagan, de forma no sesgada, todos los estudios históricos que sean necesarios, pero nos negamos a aceptar simplemente porque una ley lo diga, que el franquismo fue peor que lo que hubiera sido un Frente Popular marxista.
Por tanto, al igual que hicimos en la Transición, los demócratas proponemos aparcar las disputas ideológicas en el plano político histórico y centrarnos en promover la España unida y solidaria por la que votamos en 1978. Pero también decimos que si no aceptan nuestra mano tendida, lo cual es muy probable, haremos una campaña de formación permanente para que la sociedad quede informada del carácter criminal del Marxismo y de los ingentes crímenes que se han cometido en todos los regímenes marxistas que en el mundo ha habido.
Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
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Autor
- Administrador Civil del Estado.
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