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Es obligación del que esto escribe, aclarar y orientar al lector sobre el título de esta reflexión; para ello, deberá leer o en su caso recodar la novela de Azorín, Doña Inés, una de las cimas de la producción novelística del autor alicantino.
Herminio Larrea, paladín de Inés, garante de su nobleza y protector de su integridad moral ha publicado un comunicado público, laudatorio y exaltado de sus virtudes y excelencias, impulsado por la indignación provocada por los injustos y deliberados ataques a tan cumplida dama, ofensas que con el paso del tiempo se vienen acrecentando.
Una vieja andorrera y chismosa sale a la ventana y pregunta ¿qué es?, y otra de su misma calaña, responde ¡Pregón de pescado!
Toda Segovia repite las memorables palabras, pero, ¿son las escritas y voceadas por Herminio, altivas y retadoras en favor de Inés de Silva? o ¿salmodian las miserables y desdeñosas, pronunciadas por la trasnochada, maldiciente y fosilizada mujer?
Cuando la leyenda vence a la historia, no cabe duda que Segovia y España entera, cual bordoncillo adulterado y apócrifo repite con irracionalidad de cabestro y estúpida ignorancia: ¡Pregón de pescado!
El proceso denigratorio, en lo que respecta a su autoría ha sufrido un sustancial cambio; no solamente son esas arrugadas y apergaminadas activistas de barrio y burdel las que han dado pábulo a las injurias, cerrando así el teratológico circulo de la difamación social implícita en la exclamación ¡Pregón de pescado!; más adelante, el autor manifiesta que hablando con un cabal y gallardo caballero le ha confirmado que, según referencias de su provo y patriótico padre, la frase no fue dicha por la momificada activista ni por nadie, fue una invención de un maldito ácrata, a la sazón, periodista o historiador de nómina con forma y modos de rutilante parásito vampirizado con la sangre de la Patria.
Queda pues consagrado que, hay más “verdad” en la desviada y artera leyenda que en la genuina y aséptica historia.
Deglutida por el lector esta abstrusa e imperfecta alegoría, dispongámonos a pulsar la tecla de “actualizar” que nos abisma al báratro de los reiterados y provocadores desmanes cometidos contra España por el tramposo y mentiroso gobierno del “socialista” Sánchez, potencial profanador de la soberanía nacional e integridad territorial de España, contando, eso, sí, con el concurso y apoyo de las minorías antiespañolas.
Sánchez, vive como los poetas entre sus entelequias, ¿Cuáles son estas irrealidades que inspiran a este sujeto a perseverar en la destrucción de España? Habrá quien diga que ni él mismo lo sabe, si lo supiera dejaría de ser poeta; yo creo que están en un error, su personalidad y perfil sicológico se orientan a garantizarse de por vida su estabilidad material y social, importándole un ostugo, una higa el daño causado, ya sea a su partido, ya sea a España y al orden constitucional.
Concluyendo, es hombre que en lo presente columbra con nitidez el prometedor y desahogado futuro que le espera. Se siente tan impune ante sus propias fechorías, que olvida y pasa por alto lo que millones de españoles le dicen pública y soterradamente: “No sabes lo que me ha costado adquirir esta dignidad que ahora poseo”.
Horro de cualquier conciencia de asunción de responsabilidades, quién sabe si las Instituciones, el Poder judicial, las Fuerzas de Seguridad del Estado o las Fuerzas Armadas, en definitiva, todos los españoles celosos de su dignidad, se impliquen en la alteración de sus personales augurios y le sometan a un merecido reposo y aislamiento, dejando a un lado para décadas las soluciones de compromiso.
El Consejo de ministros en su totalidad confunde el hecho de gobernar con la urgente necesidad de legislar; no se llamen a engaño, su objetivo es crear un campo libre de obstáculos jurídicos que le permitan, llegado el caso, alcanzar sus propósitos, conscientes y en la inteligencia de que cuenta con la cooperación de la maquinaria de información y propaganda de la mayoría de los medios de comunicación.
Las críticas de la oposición al gobierno inspiradas por el obligado compromiso constitucional, los justos ataques, razonados e implicados con la unidad de España, la estabilidad y la verdadera concordia social,– bien es cierto que unos con una carga de mayor vehemencia y gallardía,– se soslayan y anulan con exclamaciones como la ya referida: ¡Pregón de pescado!, que lleva implícito el desdén, el desprecio y el sarcasmo con que los socio-comunistas asimilan las detracciones, conceptos que posteriormente trasladan a la sociedad por la vía de sus voceros subvencionados, tan ruines y mezquinos como ellos.
Por poner una nota de optimismo racional que no sentimental, digo, que no todo el pescado está vendido, y digo más, la colonia de incomestibles pescados socio-comunistas cada vez se venden menos y el líder del cardumen empieza a emitir unos efluvios de sintomática pudrición.
En estos momentos, la totalidad de los partidos políticos y asociaciones cívicas defensoras de España y su constitución tienen la ineludible obligación y el deber incuestionable,– bajo la dirección consensuada de un jefe responsable, experimentado y combativo– de reconducir este sindiós socio-comunista, fortalecer el Estado de Derecho e impedir la revolución.
Para ello, una única puntualización, y es, asegurarse de que entre los candidatos a abanderar este movimiento restaurador de las esencias de la Nación, no figure ningún “Marianito” ni sosias que se le parezca.
Mientras tanto, millones de españoles nos mantendremos en alerta y a la espera del día, en que a Inés de Silva, a España, se le restituya su honra, dignidad y memoria.
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