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Conforme al artículo 316 del que fuera Código de Justicia Militar de 17 de julio de 1945, el ultraje a la Bandera Nacional era castigado con la pena de prisión. El vigente Código Penal español castiga la ofensa o el ultraje a los símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, con pena de multa. Obsérvese que si no concurre la publicidad no hay castigo alguno. Uno puede hacer en su casa lo que quiera con la Bandera nacional  -quemarla, trocearla o usarla como balleta- que no sufrirá reproche alguno. La diferencia entre 1945 y el año 1995 -en el que fue promulgado el actual Código Penal- es abismal.

Según el artículo 1º de la Ley 39/1981, de 28 de octubre, la Bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución. El artículo 18 de la Ley 85/1978, de 28 de diciembre, de Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas encargaba a la Institución Militar la custodia, honores y defensa de la Bandera, como símbolo de la Patria y de su unidad. Pues bien, en el vigente Real Decreto 96/2009, de 6 de febrero, por el que se aprueban las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, en su artículo 6 sobre los símbolos de la Patria, ya no se encarga al ejército la custodia de la Bandera, y ésta ya no es el símbolo de la unidad de la Patria. Este cambio se produce durante el gobierno del socialista Zapatero, decisión que luego no es corregida por el pepero Rajoy.

Afirmaba Pedro Sánchez -en una entrevista- que cumplió el Servicio Militar en 1996, con lo que hubo de jurar Bandera. Juramento en aquel año con el que se contraía el compromiso de defender a la Patria aun a costa de la propia vida (artículo 20 de la Ley 85/1978), compromiso desaparecido en las actuales Ordenanzas.

Si comparamos cómo nuestra Bandera Nacional ha sido rebajada a mero símbolo sin expresión, que ya no representa la unidad de todos los españoles, que no tiene ya a nadie que la proteja, y que ya no se ha de defender a la Patria aun a costa de la propia vida, se entiende cómo al actual gobernante socialista lo de la bandera al revés -en el acto con el rey marroquí- sea una mera anécdota y que el juramento dado en su día lo haya arrojado por el retrete. Su actuar de no advertir se corrigiera la situación inversa en la que se encontraba nuestra Bandera, se hace congruente con el desamparo en el que se encuentra esta como símbolo de España, pues ya no representa la Patria (concepto sentimental) sino la nación (concepto jurídico); tampoco la unidad de todos los españoles en la Patria y, en consecuencia, el verter la sangre por su defensa ya no es obligado como juramento, menos aún como promesa.

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El que esto escribe podría caer en la misma abulia mostrada por Pedro Sánchez ante la bandera invertida, pues para mí el escudo que lleva ahora adherida no lo tengo por propio. Yo juré, en 1978, la Bandera Nacional que contenía el Aguila de San Juan, y besando dicha Bandera juré defender a España aun a costa de mi vida.

Actuar en contra del juramento dado es un acto de traición inadmisible, porque soy de la opinión, lamentablemente no mayoritaria, de que la Bandera española fue situada de manera invertida para transmitir lo que Marruecos siente respecto de España en la actualidad, que no es otro sentimiento que el de un total desprecio. Desprecio mostrado visualmente en acto grosero y vil. Y como el presidente del gobierno español tiene olvidado su juramento de defender a la Patria hasta la última gota de su sangre, y para él la Bandera no representa la Patria ni su unidad: ¿a qué levantar la voz para que dicha grosería y acto humillante fuera corregido de inmediato, o de lo contrario abandonar el lugar? Si esto hubiese hecho yo mismo hubiera aplaudido tal conducta al corresponder a nuestro juramento. Lamentablemente, el presidente ha cumplido la consigna de dar un paso más para la entrega de Ceuta y Melilla. Por eso la  cesión ante nuestra enseña nacional solo es al antecedente de la cesión que se producirá después. Sirva de ejemplo de cesiones el cambio en la escarapela del Tercio “Gran Capitán” I de la Legión, y que yo llevé en mi brazo derecho. Aquella representaba la cabeza de un moro con una cadena al cuello. Años después se ha cambiado por unas anodinas barras con los colores nacionales, siendo el único de los cuatro Tercios legionarios que ha perdido su emblema original, y en la finalidad de no molestar al vecino marroquí. Continua cesión del político español sin que los mílites realicen protesta alguna.

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Para que España no vaya de rendición en rendición y recuperemos nuestro espíritu patrio, propongo a mi Partido -que no es partido y el que conformamos yo y cuatro más- que se implante en todas las escuelas y colegios españoles la memorización del Canto a la Bandera, de Sinesio Delgado, que ya fuera adoptado en 1907 como himno para ser cantado en los centros de enseñanza primaria, y que dice así:

 

¡Salve, bandera de mi Patria, salve!
Y en alto siempre desafía al viento,
Tal como en triunfo por la tierra toda
Te llevaron indómitos guerreros.

Tú eres España, en las desdichas grande,
Y en ti palpita con latido eterno
El aliento inmortal de los soldados
Que a tu sombra, adorándote, murieron.

Cubres el templo en que mi madre reza,
Las chozas de los míseros labriegos,
Las cunas donde duermen mis hermanos,
La tierra en que descansan mis abuelos.

Por eso eres sagrada. En torno tuyo,
A través del espacio y de los tiempos
El eco de las glorias españolas
Vibra y retumba con marcial estruendo.

¡Salve, bandera de mi Patria, salve!
Y en alto siempre desafía al viento,
Manchada con el polvo de las tumbas,
Teñida con la sangre de los muertos.

Si Pedro Sánchez, recibido como Antonio, no hubiese olvidado su juramento y aprendido este Canto a la Bandera, a buen seguro hubiese corregido la posición de  nuestra Bandera en la recepción con el marroquí, la hubiese colocado junto a él, y al terminar la cena se la hubiese traído a España en desagravio de la vileza cometida contra ella. Claro está que nuestro actual presidente de gobierno parece no estar dotado de la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la humildad, la obediencia, fama, honor y vida del pobre soldado español.  

Autor

Luis Alberto Calderón