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Jamás he visto una i latina con tanto poder de cambio en el significado de 2 palabras con las mismas letras: “miedo” y “medio”. Acojona, ¿verdad?

¿Y, realmente, que sucede con este movimiento de la i latina? ¿avanza o retrocede (entendiendo el avance como evolución y el retroceso como involución)? Es más, aún, ¿asumiendo el avance como progreso y el retroceso como atraso, qué sucede con esta i latina? Es más, aún todavía, ¿aceptando el progreso como progresismo y el atraso como conservadurismo, qué sucede con esta i latina?, insisto.

Moverla en la palabra miedo es avanzarla, y compone la palabra medio. Moverla en la palabra medio es retrocederla y compone la palabra miedo. Según el paradigma del movimiento de esta i latina, el medio es una evolución del miedo. O sea, que el medio de comunicación evoluciona en miedo de comunicación, que es, por lo tanto, progreso. ¡El miedo es progresismo! Pero haciendo este ejercicio al revés, el miedo es una involución del medio. O sea, que el medio de comunicación es atraso. ¡El medio es conservadurismo!.

¿A dónde quiero llegar con este aparente galimatías? Pues a algo tan simple como la distinción entre medios de comunicación y miedos de comunicación. Los mass media son medios de comunicación de miedo, infundado la mayoría de las veces pero perfectamente transmitido. El congojavirus, por primera vez en la historia, ha unificado a los mass media del mundo entero. Hasta esta crisis inoculada, el miedo de los medios era paralelo: el mismo hecho que para unos era bueno, para otros era malo. Pero ahora, ¡albricias comunicativas! todos están de acuerdo, por fin el miedo es transversal y ha tornado de paralelo a perpendicular. Eso sí, siguen siendo paralelos radicales en el tema de señalar quien es el creador del bicho, y qué políticos tienen la culpa de su ataque masivo a la sociedad. Curioso que ningún perrodista culpabilice de nada a los ciudadanos que no ostentan cargos públicos o que no son perrodistas contrapuestos… no hay que tirar piedras al propio tejado. Al igual que para un político todos somos potenciales votantes, para un perrodista todos somos potenciales seguidores.

Los disidentes natos sospechamos de que todos los medios de comunicación (tanto los pocos conservadores que hay como los mayoritarios progresistas que abruman) hacen el mismo uso del miedo, y no por la prueba empírica de esta suerte de juego de palabras que he improvisado, sino por sentido común y empirismo puro y duro. El lema de los Reyes Católicos, vaya. Además, que ciertas lecturas de adolescencia ayudaron algo, como espero que este artículo ayude a quien todavía no había vislumbrado ese algo.

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Estamos asistiendo a la realización del esperpento de Valle-Inclán, a la institucionalización de este magnífico género literario. “¡Cráneo previlegiado! como decía el personaje del borracho, de esta inmortal obra. Y lo decía siempre en presencia de Don Latino, que igual son cosas mías, pero me recuerda mucho a la i latina que ha motivado esta divagación. La realidad cada vez me deja más claro que el final de “Luces de Bohemia” es, realmente, la conclusión de la vida en sociedad que podemos hacer los sometidos: por lo menos nos queda la clarividencia, el sarcasmo, el humor y la sorna para reírnos de los gerifaltes mundiales y locales –que para el caso son los mismos sólo que en diferentes estadios evolutivos que, finalmente, conjugan – y llamar a todos: ¡Cráneo privilegiado!, pese a que haya víctimas inocentes de por medio, como lo fue Max Estrella, poeta arruinado y ciego, pero clarividente, mucho más que quienes ahora dicen verlo todo… sobre todo los que dogmatizan a los mass media.

Yo soy más de Max que de mass.

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