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El pasado martes 8 de noviembre, a las 17 horas, tuvo lugar en Madrid la inauguración del monumento a La Legión, obra de Salvador Amaya, para homenajear a la misma con ocasión de su centenario (1920-2020).

La estatua, un bronce de casi 3 metros de altura, representa a un veterano legionario de los años 20 del siglo pasado, armado con un fusil con bayoneta calada, en posición de prevenga. En los laterales del pedestal se puede leer el credo legionario. Fue colocada el pasado mes de septiembre en la confluencia de la calle Vitruvio con el Paseo de la Castellana, enfrente del Estado Mayor de la Defensa, en los jardines del Museo de Ciencias Naturales, a escasos metros del monumento a la Constitución y del monumento a Isabel «La Católica».

La estatua ha sido donada al Ayuntamiento de Madrid por la Fundación Muséo del Ejército, y costeada por suscripción popular. Es obra del escultor Salvador Amaya, basándose en bocetos del pintor Augusto Ferrer-Dalmáu «el pintor de batallas». Ambos artistas son los actuales referentes en escultura y pintura histórica y militar española, respectivamente. Salvador Amaya ya cuenta con otras esculturas en Madrid, como la de Blas de Lezo en los Jardines de Colón, o la del Teniente Martín Cerezo (más conocida como monumento a los Héroes de Baler, o Últimos de Filipinas) en la calle de Alberto Aguilera.

Tras la aceptación de la estatua por el Ayuntamiento de Madrid, el primer problema fue buscar un lugar para la misma, y el segundo, buscar la forma de inaugurarla. El mismo 12 de octubre, fiesta nacional, tras el desfile militar que pasaba por allí mismo, hubiera sido lo óptimo. Y de hecho, allí se concentraron muchos madrileños para una inauguración que no hubo finalmente. Suponemos que por las connotaciones políticas de siempre, el Ministerio de Defensa no quiso una inauguración militar, menos en esa fecha, y el acto se retrasó hasta el pasado martes, y tuvo que ser una inauguración civil.

A las cinco en punto, el Alcalde José Luis Martínez Almeida y el General de División Enrique Millán Martínez quitaron la lona azul del pedestal, procediendo a su inauguración oficial.

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Con una megafonía escasa para las cerca de trescientas personas que se juntaron para la ocasión, entre ellos muchos antiguos caballeros legionarios con sus camisas y chapiris verdes, abrió el acto el autor de la escultura, Salvador Amaya, quien tras agradecer la presencia del público y de las autoridades, manifestó querer reflejar en la estatua un soldado de la época fundacional, con su espíritu legionario, y como homenaje a los 10.000 caídos de ese cuerpo. El escultor acabó gritando ¡Viva la Legión! y ¡Viva España!

Posteriormente, el Alcalde de Madrid, tras agradecer a Salvador Amaya su obra, alabó a la Legión y se refirió a la presencia de la misma en su callejero urbano. Al nombrar la calle Millán Astray, el público interrumpió con aplausos. Recordó que al igual que a cualquiera que se alistaba a La Legión no se le preguntaba por su pasado, Madrid es una ciudad abierta que acoge a todo el que llega. Recordó que los legionarios están unidos por un código de honor, el credo legionario, presente en el monumento. Acabó con un ¡Viva la Legión!, ¡Viva el Rey! y ¡Viva España!

Tras las supuestas órdenes dadas desde Defensa, no hubo ni discurso por parte de ninguna autoridad militar presente, ni tampoco hubo banda de música para la ocasión. Por tanto, por allí andaban los jefes de los Tercios, un General de Brigada y un General de División, pero sin posibilidad de decir nada, ni siquiera para agradecer la obra.

Se cerró el acto con el Himno de España. Al finalizar, mientras rompían filas las autoridades civiles y militares, alguien dijo que era inaudito que no se cantara ni el Himno de la Legión ni «El novio de la muerte», así que espontáneamente el público entonó en posición de firmes el «Soy valiente y leal legionario…».

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