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Hablar con Javier Ortega Smith no ha sido fácil , pero ha valido la pena la espera para que los lectores de El Correo de España puedan conocer sus sentimientos en esta su última entrevista antes de las elecciones gallegas.
Parece que el ataque más fácil a su persona es colocar la bandera republicana o LGTBI o usar el español en los topónimos en estas elecciones. ¿Querría comentar esto, señor Ortega?
Esta es una más de las situaciones a las que nos tenemos que enfrentar los de Vox. Ya no les basta con señalarnos, con insultarnos, con tergiversar nuestro mensaje. Ahora también usurpan, allanan propiedades familiares y esto va subiendo de nivel. Evidentemente, quienes quieren callarnos quieren también amordazarnos, amedrentarnos, in- tentar señalarnos y decir que pueden entrar en nuestras propiedades, que pueden tirarnos piedras en nuestros actos y que pueden agredirnos.
Y con respecto a lo de los nombres, tendrían que hacérselo mirar. Son otros los que intentan manipular la historia y cambiarles los nombres. Es una forma bastante burda por la que el nacionalismo intenta imponer sus ideas políticas cambiando hasta los nombres de las ciudades y los pueblos, pero nosotros seguiremos llamando a las cosas por su nombre.
Hablando de nombre, ese centro educativo de Pontevedra, al que le han puesto el nombre de una mujer nacionalista… Un dato más a tener en cuenta…
Sí, por supuesto. Hemos estado frente a ese colegio denunciando que ese nacionalismo camuflado que representa Feijóo y el PP en Galicia asumen las tesis de los separatistas, llegando incluso a la vergüenza, porque no se puede calificar de otra manera. Es bochornoso, y la verdad es que a estas cosas se pliega de rodillas la Xunta. Es verdaderamente lamentable. Esto es lo mismo que ocurre en Cataluña, País Vasco, Baleares o Valencia con la imposición de sus nombres y de sus ideólogos por parte de los separa- tistas.
La única nación histórica que existe, que ha existido y que va a existir (por mucho que a algunos les moleste) es la de España
De las tres nacionalidades históricas, Cataluña es la que ha dado más pasos hacia el independentismo, País Vasco sigue ahí, pero Galicia está tranquila. ¿Cree que el nacionalismo gallego podría dar un susto si se cumple el alza que le dan las encuestas?
Bueno, lo primero que hay que dejar claro es esa gran mentira de las nacionalidades históricas. La única nación histórica que existe, que ha existido y que va a existir (por mucho que a algunos les moleste) es la de España, pero si algunos quieren rebuscar en nuestra historia y quieren rascar sobre los reinos históricos, descubrirán que precisamente esas mal llamadas nacionalidades o regiones históricas de Cataluña fueron precisamente las que ni siquiera llegaron a ser reino.
Y al señor Feijóo pronto le escucharemos –desgraciadamente más pronto que tarde– defendiendo también el derecho a la autodeterminación. Vamos, de hecho, a Feijóo ya hemos tenido que escucharlo decir que Galicia es una nación sin estado y que él va a conceder la doble nacionalidad española y gallega –y esto es para que lo hubieran echado del PP, a patadas de Galicia–. Hay que ser analfabeto y antiespañol para decir esta barbaridad. Es una cosa verdaderamente de psiquiatra.
¿Que el pescado ya está vendido?, eso mismo decían en Andalucía, en Murcia. En la capital de España logramos sacar a Carmena y a su colección de extrema izquierda.
Están haciendo campaña en Galicia de una manera valiente, pero en cierto modo saben que el pescado está vendido. ¿Cuál es la sensación que viven en este momento? Tienen la esperanza de tener representación en el Parlamento gallego?
Pues mire, la sensación que estamos viviendo es que Galicia necesita como agua de mayo una opción política como Vox, porque aquí no hay nadie en el Parlamento gallego que esté defendiendo la libertad, en el sentido más amplio.
Y con respecto a esa frase de que el pescado ya está vendido, eso mismo decían en Andalucía, en Murcia. En la capital de España logramos sacar a Carmena y a su colección de extrema izquierda. Somos actualmente la tercera fuerza de España, a pesar de que la inmensa mayoría de los medios quieren obviarlo.
Y mire, utilizando la misma frase que ha utilizado usted: aquí el único pescado que hay es el pescado podrido de Feijóo y su Junta, que ya huele a nacionalista, a chanchullo, a clientelismo y que ya está más que pasado. Quien trae pescado fresco es Vox, un pescado sano, saludable y que va a sacar al que está podrido de las instituciones.
Hoy por hoy uno puede ser de cualquier partido que no pasa nada. Esa es la verdadera democracia, que existe hasta que uno manifiesta públicamente que se afilia a Vox y es señalado como “facha” o “fascista”. ¿Por qué ocurre esto?
Pues mire, a la primera cuestión, ciertamente, aquí en España se da una paradoja que se da en muy pocos países del mundo, y es que hay partidos abiertamente golpistas, que quieren acabar con la Constitución, con el Gobierno legítimo de España, con la monarquía parlamentaria, hay partidos directamente proetarras, directamente totalitarios que defienden regímenes criminales comunistas, como las dictaduras de Chávez o Maduro en Venezuela o las castristas en Cuba o teocracias, como la de Irán. Hay partidos cuya historia de corrupción en todos los sentidos como el PSOE y, en cierta medida, aunque menor, como el PP son considerados por los medios de comunicación y por ellos mismos como los legítimos partidos democráticos. Y a todos los demás, especialmente a Vox, que no tenemos nada que ver con los totalitarios es a los que se nos tacha de antidemocráticos, fascistas… Y somos precisamente los que defendemos la unidad, la libertad… Esa es una terrible paradoja.
Usted dice y se pregunta con razón por qué ocurre. Y es por una sencilla razón. Porque somos el único partido que denuncia a todo lo demás y que ha venido a ponerles en riesgo su chiringuito de corrupción y de traiciones a España. Y eso no lo pueden tolerar. Por eso tienen que intentarnos callar y tergiversar nuestro mensaje. Pero lo que pasa es que están fracasando porque cuanto más nos insultan, cada vez tenemos más votos, más diputados y más concejales. Yo les animo a que sigan en esa línea hasta que lleguemos a ser la primera fuerza política y entonces no quede el mal recuerdo de toda esta gentuza.
Con lo cual, si llegaran al poder, ¿se plantearían ilegalizar algunas formaciones políticas?
Bueno, la ilegalización de una formación política corresponde a los tribunales. Nosotros somos absolutamente rigurosos con la separación de poderes y la independencia del poder judicial. Pero nosotros sí instaríamos es a la modificación de aquellas leyes que sean necesarias para que partidos proetarras sean inmediatamente ilegalizados.
Promoveríamos una reforma del Código Penal, considerando delito las actitudes totalitarias, modificaríamos también la ley de financiación de partidos políticos para que nunca puedan cobrar un solo euro de presupuestos aquellos partidos que atentan contra los intereses generales de España, modificaríamos también la ley orgánica de régimen general electoral, que no permite igualdad de voto.
¿Y harían mucho contra aquellas personas que ‘okupan’ viviendas?
Ese es un problema gravísimo que, desgraciadamente, afecta siempre a los más vulnerables. Es inaceptable. Haremos todo lo posible por acabar con esa lacra que significan los mal llamados okupas, que no tienen nada de románticos, y lo que son es una colección de vagos, delincuentes y, desde el punto de vis- ta sanitario, bastante peligrosa.
¿Cree positivo ‘vetar’ a medios de comunicación?
Sí, fíjese, para evitar que haya cualquier tipo de malentendido. Nosotros no vetamos a ningún medio de comunicación, pero dicho esto hay que aclarar que medio de comu- nicación es aquel medio que comunica, que, basándose en los principios de veracidad informativa, objetividad, pluralidad, contrasta los datos. Es decir, periodismo de ver- dad. Los que cuentan las cosas como son, nos gusten o no.
Ahora bien, si estamos hablando de correas de transmisión de propaganda, entonces no los consideramos periodistas, sino agitadores de propaganda política y, por tanto, a sus medios de manipulación les negamos el acceso a nuestra casa, salvo en campaña, porque no nos queda más remedio.
Vox lo que quiere es ser un ancla que frene esas ambiciones de Feijóo y su partido de convertir Galicia en otro feudo del nacionalismo.
¿Si Feijóo para gobernar tuviera que recurrir a Vox, pactarían?
Sí pero no le daríamos un cheque en blanco: a partir de ahora se aprobaría el pin parental, se acabaría la imposición de la ideología de género, el gallego a la fuerza, los nombres de los colegios se dejarían como están; bajaría los impuestos; se empezaría a apoyar realmente el sector de producción gallego. En definitiva, defender a Galicia dentro de un proyecto de España.
¿Qué le está pareciendo Galicia? ¿Es un territorio muy diferente a otros a la hora de hacer política?
Galicia me está pareciendo lo que me ha parecido siempre, una de las partes más hermosas de España, con una gente extraordinaria, trabajadora, optimista y con muchísimas posibilidades. Ahora bien, Galicia sin lugar a dudas nos preocupa porque se están convirtiendo en lo que fue Cataluña hace quince años. Vox lo que quiere es ser un ancla que frene esas ambiciones de Feijóo y su partido de convertir Galicia en otro feudo del nacionalismo.
Nosotros vemos Galicia con el cariño, con la esperanza y con la confianza de que saldrá adelante porque Galicia es verde, y verde es Vox, y verde es el color de la esperan- za. Estamos convencidos de que Galicia pronto va a comenzar a recuperar el tiempo perdido con estas políticas de deriva nacionalista o separatista.
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