02/05/2024 05:45

Una sucursal del crimen político avalado desde instancias internacionales. No es casualidad que la corrupción del PSOE anude tramas antes inconexas que el caso Koldo ha conectado. La inmunda especulación con las mascarillas para enriquecimiento ilícito, el Delcygate, Tito Berni y cuantas afloran con pestilencia generalizada poseen su origen en La Moncloa. El descaro y la autosuficiencia de Begoña Gómez para traficar con fondos públicos es sólo un ejemplo de cómo una mafia con sede en La Moncloa ha operado con la confianza de la impunidad, amañando la imparcialidad de la Justicia. La mafia es nacional y sus lazos allende las fronteras españolas. Las relaciones con Marruecos y Venezuela, basadas en el chantaje o las empatías y acuerdos con el Foro de Sao Paulo, estriban en el oscurantismo y la alta traición. Pedro Sánchez ha convertido España en un mercado persa de conveniencias personalistas y sectarias poniendo en venta la Seguridad Nacional al mejor postor. La desactivación desde dentro de la defensa de la integridad territorial es otro de sus crímenes disfrazado de gestión política.

 

La política socialista al servicio implícito de la corrupción

Las investigaciones sobre el caso Delcy-Ábalos-Playbol-Tito Berni-Koldo-Aldama-Armengol-Marlaska-etc…-Gómez-Sánchez, caben en un mismo saco de corruptelas. No son tramas aisladas sino la prueba de un modus operandi generalizado con intención perversa de corrupción como forma de gobierno, incluida la destrucción de la separación de poderes y la intoxicación de las instituciones; inclusive un ataque frontal a la Jefatura del Estado y la siembra de cizañas como la anatematización del adversario político y el periodismo independiente que pueden denunciar la intención criminal. Un golpe de Estado integral, premeditado y alevoso que se ocultaba durante la moción de censura que sacó torticeramente al impávido Rajoy de la presidencia.

Las tramas confirman la mafia gubernativa que dirigía Pedro Sánchez, acaso cuando cada trama es sólo la visible, eslabones de la cadena que en cinco años y a tenor del poco escrúpulo y vergüenza que exhibe el PSOE en pleno podría ser gruesa, prolongada y no por ello todavía oculta. La intervención de la Justicia se explica con la pretensión de la impunidad convirtiendo el delito en Ley, pues perdonando los pecados de los socios de gobierno se aseguran indultarse con los propios. Se explica por sí sola la urgencia por facilitar el camino a los enemigos de España. Un entresijo de conveniencias criminales en una carrera a contrarreloj donde es importante el desmantelamiento del Estado de Derecho para que la democracia no encuentre mecanismos de defensa que permitan enfrentarse al propio sectarismo de los jueces, cómplices de la estafa estatal.

  Antes de llegar al particular olimpo de Jauja, espacio dimensional del hecho delictivo per sé hecho a medida de sus ambiciones más insanas con ínfulas de emperadores extraterrenales, Pedro Sánchez y Begoña Gómez apenas levantaban un palmo en su liliputiense modo de vida a pesar de las opíparos beneficios que la familia de ella percibía de la prostitución en las saunas gay. Pasaban inadvertidos en la competencia profesional y sólo llevaban consigo centímetros de altura en lo personal y un miserable potencial delictivo a la espera de encontrar las oportunidades que granjeaba la política con el mal uso del poder. Fanatizados por la codicia, sus sueños de grandeza se alimentaban en un modesto apartamento de Mojácar durante el estío y viajando en un vehículo de cuatro ruedas carente de alas y plan de vuelo; eran dos semilleros andantes de cohecho y tráfico de influencias desde que metieron cabeza en el PSOE, el partido más corrupto de la democracia, con creces mayor que cualquier otro partido exceptuando los del independentismo que aún menor tiene perpetua tendencia, y sus sueños miserables en nada se diferenciaban de dictadores como los Ceaucescu, verbigracia, que acabaron sus días rebosando la paciencia de un pueblo que los ajustició en un santiamén, después de doblegar voluntades, imponer los miedos y arruinar Rumanía.

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A nadie sorprende que Sánchez quisiera asegurarse con trapacerías la secretaría general en primarias sabiendo cómo las gasta el marrullero, maestro de la mentira convertida en cambio de opinión, compilando en los genes la picaresca y la ausencia de conciencia para alcanzar metas entonces inconfesables. Hoy en día no cabe ninguna duda de que la intención de la estafa política pasaba por tomar España como un feudo personal donde hacer y deshacer al antojo de la vanidad y desmedidas ambiciones de un dictadorzuelo sin conciencia ni moral, cuyas miserias ha contagiado a esbirros del partido y simpatizantes a base de regar con dinero público las trapisondas de sopa boba que entre todos se han montado a costa del sacrificio de los sufridos ciudadanos.

España es país de tradiciones, algunas defensivas cuando las inspiraciones de la libertad mandan sobre la imposición de la tiranía, pero no deja de ser país civilizado que a pesar de las demoras en reaccionar frente a sus males, sabe cuándo el destino de sus gentes peligra en las malas manos de un poder deficiente cuando no delictivo. Aquellos pájaros que hoy habitan La Moncloa han convertido el Gobierno de España en un putiferio de mangantes y y forajidos de todo pelaje. No es posible ocultar tanta putridez de una pandilla de malhechores que además han abierto la caja de Pandora de futuribles males que llevan implícita la destrucción de una nación histórica. Y seguimos rondando el precipicio como si fuera lo más normal caminar por sus lindes en imposible equilibrio. Esta es la España del facineroso Sánchez que debería estar sentado en el banquillo de una Justicia universal… y seguramente porque el latrocinio es lo de menos.

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