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“La Sagrada Cena”

Se ha levantado el telón de una nueva Semana Santa y con ella, las calles de España volverán a llenarse de cofrades con hábitos penitenciales y de hermosas españolas luciendo, con garbo y elegancia, la tradicional Mantilla de encaje.

De nuevo, tras dos años de impuesta sequía, los “pasos” que representan el drama de la Pasión de Nuestro Señor saldrán a recorrer las plazas y calles de España, teniendo como fondo el ronco redoblar de los tambores y el agudo sonido de los clarines.

La Semana Mayor, con sus distintas formas de manifestarse, constituye una parte intrínseca del alma de España y, por ello, nuestro deber, como parte importante de nuestra cultura e idiosincrasia, es preservarla para que la hereden las generaciones venideras.

La Semana Santa, nuestra Semana Mayor, es la manifestación popular del hondo sentir religioso que informa al pueblo español y que se pone de manifiesto desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, brillando ya la primera luna llena de primavera.

Desde el jubiloso recibimiento de Cristo en la jornada de Ramos hasta la alegría desbordante de la Resurrección, que nos enseña que la muerte no es el final, las calles acogen, silentes y recogidas, los diferentes momentos de la Pasión del Salvador.

Pasos como “la Cena”, “el Prendimiento”, “la Oración en el Huerto”, “la Flagelación”, “el Camino del Calvario”, “el encuentro con la mujer Verónica”, “San Juan Evangelista” por citar tan solo algunos de los que salen a nuestras calles en esta Semana, se mezclan con “Nazarenos”, “Ecce Homos”, Crucificados”, “Urnas” y con las imágenes de muchas advocaciones Marianas para mostrar al mundo la forma en la que España entiende la Pasión de Nuestro Señor.

Durante estos días, serán muchos los españoles que, con devoción y recogimiento, salgan a las calles para, de una forma u otra, vivir esta celebración religiosa de hondo calado popular. Unos lo harán como cofrades, con sus rostros ocultos tras los antifaces penitenciales o vistiendo con orgullo y elegancia la tradicional Mantilla Española; otros, cargarán sobre sus hombros, como una penitencia, esas representaciones de la Pasión y Muerte del Señor y otros, simplemente se asomarán a calles y plazas para ver, con respeto, el paso lento de cualquier cortejo procesional. Todos, unos y otros, se acercarán a una realidad que tuvo lugar hace más de dos mil años y que ha marcado el devenir de la historia de la humanidad.

“La Segunda Caída”

Sin embargo, si repasamos la historia, si nos asomamos a los reportajes fotográficos aparecidos en viejas publicaciones, tanto diarias como semanales, nos encontraremos con un importante número de imágenes, de conjuntos escultóricos, muchos de ellos de gran valor artístico, que ya no salen a las calles y que la mayoría de nosotros no hemos llegado a conocer.

¿Dónde están esos “pasos” que otrora recorrían nuestras ciudades durante la Semana Mayor? Puede que algunos de ellos permanezcan en el interior de los templos para evitar su deterioro provocado por las sucesivas salidas procesionales, sin embargo, otros, simplemente han sido destruidos de forma intencionada y consciente.

Siempre me produjo cierta perplejidad escuchar al locutor de turno, tanto en cadenas radiofónicas como televisivas, encargado de retransmitir alguna de las procesiones más señeras de nuestra Semana Santa, señalar que tal o cual imagen, participante en el desfile procesional, es una copia ya que el original había ardido en 1931 o en 1936. La forma sesgada de expresarlo puede dar a entender que el “paso” al que está haciendo referencia se quemó de forma fortuita o, simplemente, ardió por una suerte de combustión espontánea, evitando así, por medio de este subterfugio eufemístico, referir que realmente fue quemado, con premeditación y alevosía, por las desenfrenadas hordas de la izquierda y la ultraizquierda, en aquel vergonzoso mayo de 1931 o al poco de comenzar la guerra civil, en que elementos de estas ideologías perversas decidieron, porque les dio la gana, que el arte, las tradiciones y el sentir del pueblo carecían del mínimo valor más allá de formar parte de una pira para quemar en holocausto a su sectarismo y perversión, contando con la total inacción del gobierno republicano, si, de esa II República tan loada y añorada por toda esta caterva que nos gobierna.

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Uno de los casos más palmarios fue la destrucción en Málaga del Cristo de la Buena Muerte, de Pedro de Mena (1660), en mayo de 1931, por las salvajes hordas comunistas de las que son herederos directos los podemitas y pijoprogres que tenemos en el gobierno.

Sin embargo, hay muchos más casos repartidos a lo largo y ancho de la geografía patria, siendo uno de los menos conocido el de Madrid que vio como una buena parte de su patrimonio histórico procesional se convertía en cenizas por obra y gracia de la perversa maldad izquierdosa.

“La Flagelación”

En el Madrid de antes de 1931, en la tarde del Viernes Santo, salía a las calles la procesión del Santo Entierro, uno de los desfiles procesionales de más raigambre y solera de cuantos se celebraban en la Capital de España.

Hasta tal punto era relevante esta procesión que el artículo 107º del Reglamento del Cuerpo de Seguridad, publicado en 1908, lo refiere al hablar de la Sección Especial, señalando que: “Esta fuerza dará los piquetes en las procesiones del Viernes Santo, Dos de mayo y Corpus Cristi, y asistirá a todos aquellos actos, que por su solemnidad y por las personas de distinción y posición elevada que a ellos concurre, requiere la intervención de un personal selecto y acostumbrado a este trato especial», lo que deja bien a las claras que se trataba de uno de los actos anuales más importantes de cuantos se celebraban en aquel Madrid del primer tercio del siglo XX.

El ”Encuentro de la Verónica”

Pues bien, este desfile procesional, que salía la tarde del Viernes Santo de la iglesia de San Ginés, tuvo su origen en 1805, cuando el Consejo del Rey decidió que todas las procesiones que recorrían las calles a lo largo de la totalidad de los días de la Semana Mayor se refundiesen en una sola, logrando con ello darle mayor vistosidad y sentimiento religioso a estas celebraciones.

La procesión, constituía un recorrido por los instantes más trascendentales de la Pasión del Señor, una especie de procesión general a imagen de otras ciudades españolas. Un total de trece pasos formaban el cortejo procesional que desfilaba ante los Reyes y la familia real, situados en el balcón principal del Palacio de Oriente, y al que concurrían los Grandes de España, la aristocracia madrileña y miles de ciudadanos de toda clase y condición.

El orden de los pasos era el siguiente: “la Sagrada Cena” (Sánchez Araciel, s. XX); “la Oración en el Huerto” (Pedro A. Hermoso, s. XVIII); “el Prendimiento” (Sánchez Araciel, s. XX); “la Flagelación” (Pedro A. Hermoso, s. XIX); “Ecce Homo” (Pedro A. Hermoso, s. XVIII-XIX); “la Primera Caída” (no constan datos); “la Segunda Caída” (Sánchez Araciel, s. XX); “el Encuentro de la Verónica” (no constan datos); “el Cristo de Medinaceli” (s. XVII); “el Cristo de los Alabarderos” (Piqué Duart, s. XIX); “la Santa Urna” (no constan datos); “Nuestra Señora de la Soledad y Angustias” (no constan datos) y “la Dolorosa” (s. XX).

Hoy en día, prácticamente ninguno de estos “pasos” procesionales pueden contemplarse en la Capital de España ya que la mayoría fueron destruidos, de forma intencionada, por las hordas comunistas, en la quema de conventos de 1931 y 1936, y otros se salvaron in extremis gracias a que fueron trasladados a Avila donde algunos de ellos siguen saliendo a las calles.

El paso de “la Sagrada Cena”, único que desfilaba sobre ruedas debido a su peso, fue uno de los que en 1936 se trasladó a Avila, al igual que “el Prendimiento”, “el Beso de Judas” y “la Segunda Caída” lo que evitó su destrucción.

“La Oración en el Huerto”, “la Primera Caída”, “el Encuentro con la Verónica” y “Nuestra Señora de la Soledad y Angustias” fueros quemados, en 1936, en el incendio intencionado de la Colegiata de San Isidro. Por su parte, “la Flagelación”, el “Ecce Homo”, “El Cristo de los Alabarderos” y “la Santa Urna” fueron destruidos durante la guerra civil. No hemos podido encontrar datos relativos a la imagen de “la Dolorosa” que se conservaba en la Capilla del Palacio Real, que suponemos también fue quemada al igual que otra imagen de la misma advocación, donada por Felipe II en el siglo XVI, y que también ardió de forma intencionada.

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En consecuencia, además de las imágenes que fueron trasladadas a Avila, de estos trece “pasos” que formaban el cortejo procesional del Santo Entierro del Viernes Santo madrileño, solo sobrevivió “el Cristo de Medinaceli”, de honda devoción en Madrid, gracias a ser trasladado fuera de España y no caer en manos de las criminales hordas rojas.

Esto es una muestra del “profundo respeto” que les merecía, a estos que presumen de una superioridad moral que jamás tuvieron -socialistas, comunistas, podemitas, pijoprogres y demás caterva-, el patrimonio cultural, las costumbres y las tradiciones de España. Una historia que los españoles, y en especial los madrileños, no deberíamos olvidar; una parte más de esa verdadera memoria histórica que todos estos miserables quieren ocultar de manera consciente y alevosa.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".