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Según el sondeo demoscópico de Sigma Dos para El Mundo persiste la tendencia electoral a la baja tanto del PSOE como de UP, mientras que el PP prosigue su escalada en intención de voto, si bien continúa necesitando a Vox para alcanzar la mayoría absoluta, algo que han venido reflejando todas los sondeos electorales realizados prácticamente desde 2020, con la única excepción del realizado por el CIS de Tezanos, el cual se ha convertido definitivamente en una esperpéntica tira cómica.
Así, el PSOE, al pasar del 28% al 25% de los votos, se dejaría por el camino 23 escaños, quedando así su grupo parlamentario reducido a 97 diputados. Las razones de este descalabro electoral que haría perder a los socialistas la Presidencia del Gobierno de la nación son múltiples y variopintas. Así, de manera sucinta cabría destacar: el absoluto incumplimiento por parte de Pedro Sánchez de sus compromisos electorales al aliarse con comunistas, golpistas y filoterroristas, la absoluta dejación de responsabilidades en la defensa de la unidad de la nación española, la degradación de la democracia y el Estado de Derecho como consecuencia de los ataques a la independencia del Poder Judicial y la colonización de las instituciones del Estado, la desastrosa política económica, de carácter inequívocamente intervencionista y antiempresarial, que ha llevado a España a la recesión y a más de tres millones y medio de españoles al paro, la ausencia de implicación en el control de las fronteras con el consiguiente aumento de la inmigración ilegal y su inevitable corolario delictivo, su falta de compromiso en la lucha contra la inseguridad ciudadana y, por si todo ello no fuera suficiente, su innata tendencia a la corrupción. De hecho, acaba de saltar a la luz el enésimo caso de corrupción en las filas socialistas, conocido como el caso “Tito Berni”. Los cabecillas de la trama serían Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias Tito Berni, diputado del PSOE hasta que el caso salió a la luz, Francisco Espinosa Navas, general retirado de la Guardia Civil, y Antonio Navarro Tacoronte, empresario canario conocido como el “Mediador”. Según el informe de la Guardia Civil en la trama además de estos tres sujetos presuntamente habría hasta 15 diputados socialistas de distinta procedencia regional implicados en la comisión de delitos de corrupción con ánimo de lucro. El modus operandi consistía en citar a empresarios en centros oficiales (como el Congreso de los Diputados o la sede de la Guardia Civil) para tras un breve encuentro trasladarse a restaurantes de alto standing (como el madrileño Restaurante Ramsés), finalizando la noche en hoteles de lujo, donde, como si de una película de cine negro se tratara, no faltaban prostitutas, alcohol, cocaína y viagra. La red mafiosa, de implantación nacional por más que desde el PSOE se intente circunscribir a Canarias, pedía importantes sumas de dinero a los empresarios a cambio de facilitar la concesión de contratos públicos y desbloquear o agilizar los expedientes de ayuda europea. Así, los empresarios vinculados a la presunta organización criminal del “Tito Berni” en tan solo dos años suscribieron importantes contratos públicos por valor de varios millones de euros, además de recibir al menos 1 millón de euros en ayudas públicas. Es de destacar que conociendo todo ello el fiscal del caso -siguiendo órdenes de instancias gubernamentales y en contra de la opinión de la jueza que instruye la causa- no ha considerado oportuno que el “Tito Berni” ingrese en prisión, a pesar del riesgo evidente de destrucción de pruebas que ello conlleva, lo cual viene a poner de manifiesto que tan solo estamos ante la punta de un iceberg de enormes proporciones que el PSOE está dispuesto a ocultar como sea, debido al enorme perjuicio electoral que les supone el total esclarecimiento de los hechos acaecidos. En consonancia con todo lo expuesto, no sorprende el descenso en intención de votos del PSOE, sino que, más bien, lo que llama sobremanera la atención es que todavía haya un 25% de electores que sigue votando en clave socialista, apoyando al partido más corrupto de la Historia de España, lo cual solo puede responder a un fanatismo exacerbado unido a una ignorancia supina.
Por lo que respecta a UP resulta evidente que su declive electoral resulta imparable, ya que desde 2016 ha perdido más del 50% de su electorado, pasando de 71 escaños a los paupérrimos 22 escaños que los sondeos le conceden en la actualidad. Obviamente su descenso a los infiernos está más que justificado teniendo en cuenta que sus planteamientos absolutamente irracionales y subordinados al lobby LGTBIQ han traído consigo leyes tan aberrantes como la “ley del solo sí es sí” -gracias a la cual más de 700 depredadores sexuales o bien han visto rebajada su condena o bien han sido directamente excarcelados- y la “ley trans” –que pretende obligarnos a aceptar sin lógica argumental ni fundamento científico que los seres humanos carecemos de sexo biológico-. Por lo tanto, en este caso ya no cabe solo hablar de fanatismo e ignorancia, sino que para describir a sus votantes es necesario entrar de lleno en un manual de psiquiatría avanzada, para así establecer el correcto diagnóstico del grave trastorno psicológico que padecen.
En el otro lado del espectro político español nos encontramos con una subida espectacular del PP, el cual pasaría del 20,8% al 31,5% de los votos, alcanzando así la nada despreciable cifra de 138 escaños. Esta escalada electoral estaría impulsada por dos factores determinantes ligados a errores ajenos y aciertos propios. Así, en primer lugar, el PP se ve beneficiado directamente por la incompetencia y la corrupción que, como hemos visto, caracterizan a la coalición socialcomunista instalada en el Gobierno. Asimismo, en segundo lugar, el actual líder popular, Alberto Núñez Feijóo, ha sido capaz de satisfacer las expectativas del electorado de centroderecha y, a su vez, parece haber atraído a sus filas a los votantes de centroizquierda incapaces de asumir la lamentable actuación del Gobierno de Pedro Sánchez. Todo ello lo ha conseguido mediante un discurso moderado que atiende fundamentalmente a cuestiones económicas que encajan a la perfección con el perfil gestor de Núñez Feijóo. Sin embargo, el discurso del PP, como es habitual, carece de contenido ideológico al estar básicamente ceñido al relato sostenido por la izquierda, por más que ésta defienda unos postulados indecentes, derivados del desprecio a la libertad individual y el odio a la excelencia. En consecuencia, el discurso del PP, al adolecer de falta de principios morales, solo puede atraer a un electorado de carácter tibio, que tan solo pretende sobrevivir de la mejor manera posible, obviando avanzar por la estimulante senda de la honorabilidad inquebrantable.
Evidentemente esa parte del electorado de firmes convicciones morales abandonada por el PP encuentra en Vox su refugio natural. No es de extrañar, por tanto, que el sondeo electoral refleje una férrea consolidación del suelo electoral de la formación verde. Ello se traduce en unos resultados muy similares a los obtenidos en los anteriores comicios, ya que tan solo descendería cuatro décimas en intención de voto, lo cual determina que sus escaños sean fundamentales para la formación de un Gobierno de coalición de centroderecha. Y ello es así a pesar, por un lado, de la continua apelación por parte del PP al voto útil con la insana intención de amedrentar al electorado de derechas y, por otro lado, de la agresiva campaña de demonización de la formación liderada por Santiago Abascal por parte de la izquierda política y mediática. En relación a esta malévola campaña que sitúa a Vox en la extrema derecha, cuando no directamente en el fascismo, resulta evidente que la descalificación está absolutamente injustificada, ya que si algo caracteriza a Vox es su absoluto respeto por la Constitución , la democracia, el Estado de Derecho y el libre mercado, todo lo cual viene a desacreditar moral e intelectualmente a todos aquellos que tan solo pretenden confundir a la ciudadanía sembrando la sombra de la sospecha en el seno de la opinión pública. En cualquier caso, la manipulación espuria y constante del mensaje de Vox lejos de asustar a sus votantes no hace otra cosa que poner de manifiesto el enorme miedo que provoca en el arco parlamentario de este país un partido político como Vox, que está dispuesto a afrontar sin temor alguno la batalla ideológica que la nación española necesita de manera perentoria si no quiere verse abocada al suicidio cultural y a la hecatombe económica.
Resulta evidente que vivimos tiempos convulsos y amenazadores, por lo que los resultados de las próximas citas electorales habrán de marcar no solo el presente sino también el futuro de una nación como España que en un pasado no muy lejano fue capaz de cambiar de manera irreversible el devenir del mundo entero, protagonizando así una gesta de dimensiones irrepetibles que debería recordarse para, con bríos renovados, evitar caer en la irrelevancia más absoluta.
Autor
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Rafael García Alonso.
Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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