Atrapado en el pasado. Despedida de mis hijos (parte 5ª) Por Miguel Sánchez

¿No recuerdas, cuando te inscribía en todas las Carreras Populares de todos los pueblos de la Sierra de Madrid, en 5.000 y 10.000 metros, ganando medallas y copas, cuando tú eras velocista, pero gracias al fuerte entrenamiento y las ganas que ponías conseguías hasta ganar pruebas de más de 500 participantes, como lo hiciste en Alcobendas, siendo primero, segundo o tercero en otros pueblos?

¿No recuerdas cuando te apuntaba a todas las carreras del pabellón de Gallur o del Estadio Vallehermoso  e iba contigo siempre, para animarte y apoyarte, para que dieras lo mejor de ti y ganaras esa carrera?

¿No recuerdas, que te iba apuntar en el  Curso de Técnico Deportivo, que se ha celebrado el pasado Octubre, por el que solo con 7 fines de semana, te daban el Título o Monitor de ayudante a entrenador, que es lo que tú siempre has querido ser, una vez que dejaras la competición?

¿No recuerdas, que siempre te he dado la mejor comida y te obligaba a comer de todo, cocido, lentejas, judías, macarrones, espaguetis, carne, pescado, …, para que tuvieras una dieta variada y  equilibrada, con todo tipo de proteínas?

¿No recuerdas, cuando siempre estaba orgulloso de ti y quería abrazarte y besarte como mi querido hijo y tú, me rechazabas o me soltabas un puñetazo, porque nunca has querido recibir un abrazo del enorme cariño que tu padre ha sentido por ti?

¿No recuerdas, siempre mi insistencias, para que quedaras con amigos; Toño, el hijo de Alicia, de, tus compañeros de atletismo, amigos en la Urbanización, …, para que te fueras a divertirte y no estuvieras todo un fin de semana metido en casa, jugando con el móvil o con el Cubo de Rubik?

¿No recuerdas, el orgullo que tenía por ti, que incluso te exponía en mis escritos en Facebook, hablando maravillas de ti, para que todos mis amigos, vieran lo guapo que eres, tus videos de carreras, siempre con alabanzas sobre un hijo al que más he querido en el mundo, demostrando el orgullo y cariño inmenso de un padre, por su hijo?

¿No recuerdas, que siempre te he enseñado a respetar a los profesores, a las personas mayores y a ser una buena persona, forzándote a estudiar, para que pudieras responder y enfrentarte a una vida dura, para cuando yo fallecieras, tuvieras un porvenir resuelto?

¿No recuerdas, que cuanto eres como persona, los estudios conseguidos y tú vida deportiva, con gran presente y mejor futuro, ha sido debida al esfuerzo y constancia de tu padre, cada día, cada hora, para que consiguieras metas?

¿No recuerdas, como he luchado por ti contra todos los que han querido hundirte, para que fueras fuerte y te enfrentaras contra todos ellos?

¿No recuerdas, cómo yo con la enfermedad de corazón, no me he sometido a operación alguna, por temor a que no saliera del quirófano y tú te quedaras solo y desprotegido?

¿No recuerdas, cuando has tenido la lesión del recto anterior del cuádriceps derecho, he subido sin poder la bombona de butano, las bolsas de la compra y todo, para evitar que tu lesión no sanara o te volvieras a romper, sin agradecimiento alguno?

¿No recuerdas, como en casa no me has ayudado en nada, ni en la cocina, cuando hacia la comida y te llamaba, para que aprendieras a cocinar, para el día de mañana?

¿No recuerdas, cuando me has insultado y faltado el respeto y yo te he dicho fuertes palabras, para defenderme de tus inapropiados insultos, pero luego siempre te he perdonado?

¿Acaso, no recuerdas todo el sacrifico, que durante 19 años, tu padre ha hecho por ti y la lucha, para conseguir que fueras feliz e hicieras vida con amigos y amigas, para que pudieras tener una adolescencia feliz, como otros chicos?

¿Por qué, NUNCA te has integrado ni con compañeros de atletismo, ni con chicos de la Urbanización, ni cuando íbamos a la piscina, que te decía que salieras a divertirte con chicos de tu edad o chicos en el seno del deporte, mientras en tu cabeza, solo y siempre estaba los amigos antiguos de la urbanización de tu madre, que hacía años que no veías y cuyas madres, fueron furibundas enemigas nuestras, a favor de destruirte, junto a esos crueles métodos de tus otros familiares?

¿Acaso me merezco, que después de dejarme abandonado, sabiendo el inmenso dolor que me produce tu ausencia, ni tan siquiera hayas llamado a tu padre, para ver como estoy de salud, aun conociendo mi enfermedad y la recaída tan grande que he sufrido ante tu pérdida?

¿Acaso no eres capaz de tener un mínimo de agradecimiento hacia tu padre, por la inmensa labor que he hecho por ti, protegiéndote de todos los miserables e injustos palos, que unas y otras te han dado en tu vida desde la infancia?

¿Acaso ha podido más el abandono de tu padre enfermo, el único que te ha ayudado en la vida y protegido y cambiar todo  por unos amigos, a los que no podrás pedir ayuda, cuando algún día la necesites?

¿Acaso es justa esta desdichada ausencia, sin un perdón, sin una simple llamada, sin un te quiero papá, después de todos los años que he estado ahí, a tu lado?

¿Alguna vez, te ha fallado tu padre, al que siempre has tenido como protector y formador de tu cuerpo y mente?

¿Es justo que me digas y me eches en cara, que “He sido muy protector contigo”, cuando has llorado mil veces, para estar junto a mí y por ello he luchado hasta la extenuación, como ningún padre, ni madre lo hubiera hecho jamás?

Por último hijo mío, deseo que seas feliz y te formes, pero piensa que sin lucha y pundonor, nunca llegarás a tener unos estudios, que te sirvan para conseguir un trabajo, por el que puedas ser libre y vivir la vida con honestidad y con medios económicos, para seguir adelante, al igual que el atletismo, ha sido el que te ha hecho ser admirado ante los ojos, de aquellos que te insultaban, que te despreciaban y se reían de ti, pudiendo llegar a ser campeón de España, en alguna disciplina de velocidad (200 m. lisos) y prosperar en eso que siempre te ha gustado y te ha hecho importante en la vida.

Me despido de ti hijo mío, con una inmensa tristeza y un gran vacío que nunca podré llenar, porque nada ya puedo hacer por ti, cuando tú me has dejado tirado, al margen de tu nueva vida y crees, que sin mi esfuerzo y sin mi ayuda, saldrás adelante. ¡Ojalá, que así fuera!

Rezo por ti cada noche y tus amigos el Padre Caantera, el Padre José Antonio y Chen, siendo tus amigos y los que junto a tu padre desean lo mejor para ti.

¡HASTA SIEMPRE!

Un fuerte abrazo para ti hijo mío y que sepas que yo todo el mal que me has producido, te lo perdono, pues nada mal quiero para ti. TE QUIERO Y TE QUERRÉ POR TODA LA ETERNIDAD.

Nota: Tengo guardados miles de juguetes, fotografías, cuadros, videos, ropa, todo sobre vosotros, toda una vida, que quizás sean más de 80 cajas, que dejaré marcadas con vuestro nombre, para cuando fallezca, que os la entreguen, suponiendo que queráis recuerdos de vuestra vida con vuestro padre, que yo conservo desde que nacisteis.  Todos esos recuerdos irán a la Nave Industrial, pues esta casa la dejaré por imperativo necesario.

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.

Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.

Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas

Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.

Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.

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