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Cuando son defenestrados, se «arrecogen» entre ellos. Por ejemplo, en ACENTO:ASUNTOS PÚBLICOS, una consultora, que más que evacuar consultas hace lobismo aquí y en Bruselas y que ha servido de puerta giratoria para destacados dirigentes socialistas y un par de peperos progres, para poner la nota de color liberal.

¿Y qué es hacer lobismo? Pueden ser muchas cosas. Desde las más sofisticadas relaciones con los centros de poder de todo tipo, intermediaciones peligrosas, compra encubierta de voluntades, transmisores de presiones gubernamentales y un largo etcétera, hasta la procuradoría del trinque de subvenciones de los gobiernos en favor de grandes empresas.

Este es el caso de esta empresa a la que hace poco «Acento Asuntos Públicos» ha procurado una subvención de 120 millones del Fondo de Apoyo a la Solvencia de las Empresas de la SEPI el mismo día que se le concedía la suya de 53 millones a la aerolínea Plus Ultra.

Y se preguntarán ustedes: ¿por qué la intermediación a favor de la subvención a la importante empresa asturiana y española Duro Felguera?, ¿qué tiene esta empresa que no tengan otras que también han tenido pérdidas económicas importantes? Muy sencillo: en las poltronas de su consejo de administración se sientan, también «arrecogidos», otros dos conocidos socialistas actualmente fuera del juego político como son Jorge Sevilla, hasta no hace mucho presidente de la empresa pública Red Eléctrica, con unos haberes de 400.000 euros anuales y Valeriano Gómez, exministro de Trabajo con el expresidente del gobierno y hoy comisionista internacional José Luis Rodríguez Zapatero.

Antaño a quien servía para poco se le ponía un tenderete a la puerta de una autonomía, para tomar cafelitos con la parroquia que iba desfilando por la oficinilla, buscando favores. Era el tenderete de «mienmano» Juan Guerra a la puerta del palacio de San Telmo en Sevilla. Una forma un tanto mugre de hacer lobismo.

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Hoy día se abre una espectacular sede en una vía importante para presumir de modernismo, con oficinas que se dicen de alto standing, con trajes de Armani ellos y de Tono Francesc ellas. Oficina en las capitales más importantes y sobre todo en Bruselas para zascandilear y cabildear, cosa que hoy se llama con el anglicismo de hacer loby.

Pero, resulta que como dice el refrán, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Porque los «mienmanos» son personajes parecidos, más o menos del mismo pelaje, salvo alguna excepción que es el gancho a utilizar. Veamos algunos de los perfiles -este cursi vocablo- de los principales ejecutivos.

Podemos empezar por el gancho, la joya del despacho, que no es otro que el hijo de un importante pepero. Se trata de Esteban González Guitart, abogado, que tiene varios master´s: de filosofía en la universidad a distancia, de bussiness en Esade y con competencia en francés e inglés. Este joven capitanea un grupo de jóvenes profesionales, que llevan a cabo el trabajo de análisis. Los mandamases, es decir los políticos, son harina de otro costal ya que son los que realmente se dedican a hacer loby, tirando de la agenda que se han ido construyendo en los altos puestos que han desempeñado a lo largo de sus carreras políticas.

La tropa política la encabeza el bachiller Pepiño Blanco que llegó a ministro desde la experiencia de haberse echado al cuerpo muchos chuscos cuarteleros en el partido socialista. Le siguen otros como Antonio Hernando del mismo partido que fue portavoz parlamentario, la exeurodiputada Elena Valenciano, o por la otra banda, Alfonso Alonso, exministro del partido popular, todos ellos «arrecogidos» al calor del mamporrerismo del lobismo, una vez defenestrados de sus poltronas políticas. Como se ve, todos ellos profesionales de probada y dilatada experiencia en variadas disciplinas de la economía, la sociología, los negocios y otros grandes expresos europeos. Valga la ironía.

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A los que de verdad curran, una docena de jóvenes profesionales y hacen el trabajo pesado de gabinete y no asisten a comidas, cenas, ni se codean con políticos, magnates y grandes y sesudos burócratas bruxelenses, no los conoce ni diós. Unos llevan la fama y otros cardan la lana.

Estos señores expolíticos no dejan de ser los herederos de los «mienmanos» de los años 80, treinta años después, con el agravante de que se han servido de la política dentro de ella y lo siguen haciendo también fuera de ella, a costa de ella.

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REDACCIÓN