06/05/2024 09:23
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Llevo muchos años denunciando el uso malverso de los centros mal llamados educativos para el adoctrinamiento escolar, lo cual es una afirmación absolutamente verificada y descrita en libros que dejan al descubierto la verdad del aserto. Como por ejemplo el mío titulado Educación y Nacionalismo, historia de un modelo, cuya reedición actualizada aparecerá en breve en las librerías.

            No hay nada más repugnante que el uso del alumnado para la configuración de un sustrato ideológico-político que sirva para la transformación de la sociedad al efecto de determinadas hegemonías políticas siguiendo al píe de la letra el famoso libro de Gramsci La hegemonía cultural, que lo escribió en la cárcel para lograr una revolución sin movimiento revolucionario ni seguidores que pusieran los sistemas como se dice vulgarmente “patas arriba”. Solamente se trataba de lograr la conquista de las mentes y generar un sistema tóxico que obligara a los sujetos a abrazar de manera forzada determinada visión de la vida y de las cosas. El tema no es nuevo.

            Esta semana pasada tuve la ocasión de concurrir a una cita en el Parlamento Vasco en la Comisión de Educación, a petición del Grupo mixto-Vox en cuya comisión clamé contra lo que se nos avecina con la nueva ley de Educación vasco-nacionalista. Una ley sectaria donde las haya en la que se elimina subrepticiamente a la lengua española, esa que se habla en toda Iberoamérica y dejó de hablarse en Filipinas tras el genocidio de un millón de filipinos por los invasores anglos. Y felicité, de forma explícita por la habilidad del mundo nacionalista vasco para lograr eso que Luis Eleizalde proclamaba como objetivo tras la ocupación de la escuela con el sintagma “triunfo total y pleno dominio”.  Y efectivamente eso es lo que han logrado… el triunfo político y el dominio totalitario de la sociedad vasca, hasta ahora plural en lo cultural, en lo territorial y en su evolución histórica. Lo han logrado, aún en el supuesto de que se enmiende la ley quitando esa estupidez sin sentido, de que la ley tiene como “eje vertebral” el euskera, sin nombrar ni una sola vez (ya es difícil conseguirlo) la lengua mayoritaria de los vascos, es decir, el castellano. Un eje vertebral de un sistema educativo es todo menos una lengua, pues el ser humano tiene unos atributos enormemente más complejos que una simple lengua por importante que esta sea. Salvo que se entienda que vascos solamente son los que tienen como lengua materna el euskera, cosa que no tardaremos en oír, para diferenciar entre castas, una la de los vascos auténticos y otra la de los vascos sometidos.

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            Es una verdadera atrocidad que se usen textos con claro sesgo ideológico para asignar nota de corte a los aspirantes a la universidad en ese sistema que se llama “selectividad”, cuya denominación ya contiene en sí misma la intencionalidad de elegir mediante cribado, esta vez por el sesgo ideológico del aspirante al acceso a una carrera universitaria.

            La Asociación Hablamos Español, denuncia esta semana el uso de un texto de un obispo de esos que frecuentaban la pastoral vasca que abogaba por una visión nacionalista de las cosas, nada que no sepamos de lo que caracterizaba a la jerarquía católica vasca en los años de plomo donde se sacaban a los muertos por atentado por la sacristía y hasta se negaba en algún caso el oficio religioso por eso de que “algo habrá hecho”.  Por eso ahora las iglesias están tan vacías. Y eso que yo soy de lo que en dicho vulgar se llama de “misa dominical”. El ser creyente e intentar cumplir los preceptos de la Iglesia no solamente no me impide criticar esos años malditos donde se idolatraba cosas que nada tenían que ver con el Evangelio. Más bien me impele a manifestarlo para que quien deba hacerlo reconozca su pecado.

            Yo me imagino a un estudiante que acaba de aprobar el minibachillerato de dos años logsianos haciéndose cábalas mentales con ese texto de Monseñor Añoveros ante los ojos e intentando agradar al corrector dando una interpretación favorable a lo que se espera en un “país” nacionalista donde se mira con ojos asesinos a quienes se atrevan a decir que las Vascongadas son provincias y no naciones.

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            Indudablemente si el alumno en cuestión quiere obtener el aprobado acabará afirmando que Sabino Arana es un verdadero liberador de la raza vasca y que sin él no hay salvación eterna, según el credo católico.

            Seguramente existirá un texto más académico que este. Por ejemplo, alguno del Siglo de Oro, siglo XVI que en los libros escolares de 5º de Primaria se sustituye por los balleneros vascos y cosas por el estilo. Y evidentemente con este bagaje cultural difícil que ese alumno con el segundo de Bachillerato recién aprobado sepa quién fue Quevedo, Pizarro, Hernán Cortés o ese evangelizador que cruzó el desierto de Sonora hasta llegar a California, con el píe destrozado, llamado Fray Junípero Serra, cuya estatua ha sido pateada por jumentos de turno que han creído que este maravilloso personaje era un criminal de guerra. Así estamos.

            Sí. La ocupación de las instituciones educativas por verdaderos comisarios políticos de la causa lleva años en proceso, para lograr la primera fase del diseño de Luis Eleizalde nada menos que en 1910, es decir hace 113 años, donde se definía la estrategia del nacionalismo para conseguir el “triunfo completo y pleno dominio”, que es la ocupación al asalto de la escuela para convertirla en verdadero antro de adoctrinamiento y condicionamiento conductual. De eso sabía mucho Skinner que nos calificaba a los humanos al mismo nivel que al perro de Paulov.

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Aliena

Qué pena que no clamase usted contra la LOGSE hace ya décadas.

ERNESTO LADRÓN DE GUEVARA

Tiene usted toda la razón, pero no me voy a pasar el resto de mi existencia pidiendo perdón. Ya llevo unos cuantos años haciéndolo.

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