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Cuando el poder está en manos de solo uno, éste sabe que es uno y que debe complacer a muchos; pero cuando muchos gobiernan, sólo piensan en complacerse a sí mismos, y entonces tenemos la tiranía más idiota y más odiosa: la tiranía disfrazada de libertad.

Estas palabras pertenecen a Luigi Pirandello, escritor, novelista, dramaturgo italiano, Premio nobel de literatura en 1934. Conocido mundialmente por trabajos como la obra de teatro Siete personajes en busca de autor o la novela El difunto Matías Pascal, Pirandello fue un siciliano de cuna burguesa con una vida marcada por el dolor y el sufrimiento de la locura que afectó a su esposa, María Antonietta Portulano, y que fue determinante en su obra literaria.

Pirandello amaba profundamente a su país y eso lo llevó a tomar una decisión que por entonces consideró acertada y fue su ingreso en el Partido Nacional Fascista en 1924. Su aporte y compromiso para con su nación fue hacerse cargo con la dirección del Teatro d’Arte di Roma. En 1929 pasó a ser miembro de la Academia de Italia.

Con el paso del tiempo y fruto de las desavenencias con algunos líderes del partido, pasó de afirmar “Soy fascista porque soy italiano” a “Soy apolítico, solo soy un hombre en el mundo”. Como suele suceder, la burocracia, el fanatismo y la obsecuencia de los mediocres, acaban siempre haciendo daño injustamente. El genio de Agrigento lo sufrió en carne propia.

Como dijo Pirandello, muchas veces cuando se complace a muchos, en algún momento la masa y la muchedumbre acaba complaciéndose a sí misma de manera egocéntrica e individualista, convirtiéndose en una tiranía disfrazada de libertad, que en definitiva es la tiranía más odiosa e idiota.

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Cuando las palabras pierden su sentido, se bastardea su significado o se las manipula a gusto y conveniencia del poder o de una ideología, estamos frente al relativismo más obsceno y peligroso para el Hombre. Así la certeza se pierde, la democracia puede ser una dictadura y la libertad, esclavitud.

Lo relativo enmascara la verdad, esconde la mentira y detrás de ello, la anormalidad se convierte en normalidad y esta termina siendo dócilmente aceptada por esa masa tiránica y totalitaria que cree ser libre. Decir la verdad a veces puede coincidir con la locura. Lo relativo y el eufemismo pueden disfrazar la libertad en tiranía.

Como dijo Luigi Pirandello, la tiranía más idiota y más odiosa es la tiranía disfrazada de libertad. Elijamos la libertad la auténtica, escapemos de esa tiranía que complace así mismo a la masa Seamos como Pirandello, seamos incorrectos diciendo la verdad, aunque esta muchas veces coincida con la locura, seamos libres, pero de verdad.

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José Papparelli