22/11/2024 00:53
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No es un rompecabezas a resolver esta página sombría de la historia española, que hoy recordamos, tal y como acaeció, siendo un hecho que jamás debía haber ocurrido, pero que lamentablemente se produjo aniquilando numerosas vidas inocentes en el horror del bombardeo indiscriminado acaecido en el pueblo de Cabra; nadie representó los gritos de la madre que llevaba en brazos el cadáver de su hijo, ni indicó el lamento del horror de la metralla que se clavó en la carne de personas civiles. Un episodio histórico que hoy, además de narrarlo, es indispensable visualizar con imágenes fehacientes para que las generaciones actuales y las venideras sean consecuentes con lo que realmente aconteció, cuando la sinrazón se impuso al juicio. 

       Esos criminales rojos que, aún hoy disfrutan la consideración de simpatizantes en algunas plataformas y asociaciones que así propias se adjetivan de humanitarias y que tratan de justificarlos, rehuyendo la lucha frente a frente venían desde hacía días bombardeando pueblos andaluces en los que no existía objetivo militar alguno; solo por el placer de derramar la sangre de inocentes víctimas.

       El pueblo de Cabra a 70 kilómetros de Córdoba, tenía entonces 20.000 habitantes y estaba lejos del frente y fue bombardeada, al igual que otras poblaciones del sur de Córdoba en fechas muy próximas, con el objetivo de distraer la atención de la caza del ejército nacional del frente del Ebro, lo cual hubiera supuesto un enorme alivio para la gigantesca presión a la que estaba siendo sometido el Ejército rojo en su estrepitosa huida tras la derrota del Ebro.

       La guerra estaba perdida y el Gobierno republicano lo sabía, pero había tiempo de seguir prolongando el sufrimiento y de provocar más destrucciones, incluso en lugares que el Ejército Popular ni siquiera soñó con pisar.

       Sin lugar a dudas, a pesar de estar distantes de las líneas del frente, los egabrenses fueron víctimas de un terrorífico bombardeo, que en nuestros días se mantiene vivo ochenta y tres años más tarde, de aquel día aciago., cuando hacia las 7.30 de la mañana de aquel infausto día 7 de noviembre de 1938, el pueblo de Cabra ya se había levantado sin sospechar lo que se la venía encima. Por orden del Gobierno republicano fue bombardeada por aviones rusos, conocidos popularmente como “katiuskas”, que el Gobierno había comprado a la Unión Soviética y que salieron de Cuevas del Reyllo, en Fuente Álamo (Murcia). Al momento, en vuelo rasante y en escasamente unos minutos, dejaron precipitar 2.000 kilos de bombas de varias dimensiones: 15, 70, 100, 250 y 500 respectivamente; la mayor de ellas, equivalente a 200 kilos impactó en el Mercado de Abastos, que ya entonces estaba lleno de comerciantes y de clientes que se llevaban la comida del día, y por la Plaza Vieja, donde se concentraban los jornaleros a la espera de que les contrataran para trabajar en el campo en aquella jornada,  provocando en el acto la muerte de 36 personas y a los pocos minutos, fruto de las graves heridas, fallecieron otros 14.

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      Y otras 5 bombas de iguales dimensiones cayeron en el barrio de la Villa, uno de los más humildes de Cabra, con casas muy frágiles, que no soportaron aquella catástrofe. Otras 2 explotaron entre las calles Platerías y Juan de Silva, que irremediablemente causaron más cadáveres, cifra que se acrecentó con las bombas caídas en otros lugares de la ciudad.

      Hubo innegable perturbación, pánico y sobresalto, ya que la población asustada y angustiada ante los regueros de sangre que corrían por las calles, chillan y gritaban, yendo de un lado para otro, presa del pánico y sin saber si nuevamente la aviación roja volvería a bombardear.

      No fue una acción al azar ni fortuita, ni por error, sino que fue una acción planificada como lo demuestra el hecho de las tres observaciones previas de las que fue objeto en los días previos y las miles de fotos aéreas que tomaron de la ciudad y de sus pueblos limítrofes del sur de Córdoba. Desde una semana antes, los aviones sobrevolaron Cabra para inspeccionar la zona, examinar dónde tenían que actuar y estudiar las rutas. Sabían, por tanto, dónde bombardear.

      Fue un holocausto que cayó sobre muchos pobres inocentes.  La acción, convertida en un infierno, causó una de las peores masacres civiles de la Cruzada de Liberación Nacional, que comenzó en 1936. Amén de cuantiosos daños materiales, 109 muertos (de entre ellos 12 niños), 80 aquel día y 29 en las semanas siguientes a consecuencia de las heridas en más de 300 heridos; el bombardeo de Guernica dejó 127.   

      El Gobierno del socialista Negrín tenía un importante número de “artistas” a sueldo; recordemos que algunos de ellos estaban en nómina como comisarios políticos en el ejército mientras que la España nacional vivía volcada en el esfuerzo de guerra. Tal vez por eso, excepto algunas referencias en la prensa española y en algunas publicaciones afines del extranjero se habló muy poco de este bombardeo; no hubo quien utilizara uno de sus cartelones para inmortalizar la tragedia y en los libros de historia apenas se dedican unas líneas a lo ocurrido, a veces con importantes deformaciones. Y es que las vidas de Cabra parecen pesar mucho menos que las de otros lugares cuando se pasan por el filtro de la propaganda roja o de la memoria histórica.

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      Consiguientemente ni la opinión pública internacional ni la España de aquel tiempo hicieron propaganda de esta masacre, pero hoy, tras la parafernalia memoria histórica se ha levantado la losa que cubría y ocultaba disfrazada de reticencias, a lo largo y ancho del tiempo, conduciendo a la omisión más cruel de cuantos acontecimientos y circunstancias acaecieron el día en que la aviación republicana escupió metralla y muerte a la población civil. La realidad es que el bombardeo aéreo de Cabra es, sin lugar a dudas, la prueba evidente de la barbarie cometida por la aviación republicana. Y otros más radicales y “memoriosos”, hablan de que el bombardeo de Cabra es “la Guernica del Sur” inventada por los franquistas.

        Sin embargo, en último lugar, el bombardeo sufrido en Cabra, quedó desvelado con pelos y señales en el parte oficial de guerra divulgado por la milicia nacional, el 9 de noviembre de 1938. En el mismo, literalmente se testimonia: “La aviación roja, huyendo de los encuentros que tantas pérdidas le cuestan, y alejándose de todo objetivo militar, lleva varios días dedicada a abatir pueblos civiles de la zona nacional, lo más alejados posible de las actividades militares y desde los que les es fácil la huida… Hoy correspondió la cobarde e inhumana agresión al pueblo de Cabra”.

     Pero mayor redundamiento y a fin de dar un testimonio histórico, realice la película del bombardeo de Cabra con imágenes reales y que subí a internet y se visionaba en la red hasta que YouTube suprimió su enlace: 

, Razón por lo que he vuelto a rehacerla y que hoy les ofrezco para que puedan verla en el enlace https://vimeo.com/299000847  en donde se rescata la verdad que estaba oculto y que espero colme el vacío con un conocimiento de manera sucinta y no de un modo exhaustivo y pormenorizado, como hubiese  deseado, pero  por falta de más documentación visual rodada, no he podido realizarlo más exhaustivamente el alcance real de esta tragedia, con el convencimiento de honrar la memoria de las víctimas, muchas de ellas para mi desconocidas.      

PD. – Me gustaría saber qué actos piensa organizar el gobierno de España para recordar esa masacre que han de incluir en la Memoria Histórica y pedir perdón.

 

Autor

REDACCIÓN