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Ni el Parlamento de Galicia, ni la Xunta de Galicia, ni su equipo directivo han dicho ni pío sobre la barbaridad histórica que ha supuesto la retirada de la calle que, en recuerdo de este héroe del mar, se tenía en el arsenal del Ferrol. Todo ello por desconocimiento, temor o desdén de los hechos de armas protagonizado por este pequeño gran hombre de la comarca coruñesa de Órdenes -¿quén dixo Ordes?-

Un ejemplo de la Galicia auténtica, sufrida y trabajadora lo representaba este hombre fallecido en combate allá por 1937. Hijo natural, de corta estatura y de profesión jornalero agrícola -desde los trece años, refieren las crónicas…-. Es decir no poseía apartamento de lujo en la playa, como tienen bastantes dirigentes del socialismo  gallego en la isla de Arosa, tampoco poseía un máster de posgrado, made in Moncloa, como una ministra coruñesa del actual Gobierno, ni siquiera se dedicaba a concertar negocios millonarios en gasolineras de carretera, como ha protagonizado algún dirigente nacional del socialismo galaico. En absoluto, se dedicaba a trabajar la tierra con las manos que le había dado Dios, hasta que fue llamado a filas durante la Guerra Civil. No sé que sintió cuando subió a bordo del crucero Baleares, pero seguro que no diferiría mucho del pensamiento del emigrante galaico cuando embarcaba para América y que perfectamente retrató Rosalía de Castro en sus versos: Adiós ríos, adiós fontes (…) non sei cando nos veremos…  Rosalía, otra hija de soltera, natural también de la tierra coruñesa, como el pequeño héroe de Órdenes… ¡Qué casualidad! O mucho me equivoco o terminarán considerando a la ilustre gallega como inspiradora del fascismo del noroeste…

La Galicia rural que yo he conocido; la auténtica, estaba constituida por emigrantes, por jornaleros, por marineros y por gente humilde. Naturalmente hablaban todos gallego y no esa neolengua que se nos quiere imponer desde las diferentes administraciones públicas y que pretende convertir la Galicia tradicional que conocí en una especie de Euskadi bis, con idioma renovado, avalado incluso por la Real Academia Galega, que no deja de ser una institución cultural monárquica; pero que parece que de ello no tiene mucho espíritu.

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Pues bien: que una norma sectaria, como la de la Memoria Histórica (sic), genere tales barrabasadas es lógico, pues toda variable independiente de naturaleza agresiva, genera variables dependientes más agresivas. Y la memoria histórica (con minúsculas) no iba a constituir una excepción. Hasta resulta congruente con la historia fraudulenta y delictiva del socialismo patrio durante la pasada guerra civil, llena de atropellos y atrocidades. Con todo, es disculpable que un partido político, cuya herencia bélica es tremenda, pretenda blanquear su turbio legado; lo que resulta incomprensible es que ello se efectúe, hurtándole el recuerdo social a un hijo del pueblo, como es el caso del jornalero de Órdenes. Y es que la orden –valga la redundancia- de retirada de dicha calle ha partido del Ministerio de Defensa; es decir del Gobierno, que no de la Armada.

Pero aquí hay más responsables, y no solo los fanáticos de las checas disfrazadas de Memoria Histórica, meros psicópatas de la historia reciente de nuestro país a la par que hooligans de la III República, que hay que dejarlos por imposible. Es decir, aludo a quienes con su firma han avalado esta vileza documental. No en vano, Lois García fue condecorado con la Medalla Naval y con la Cruz Laureada de San Fernando por un combate naval ocurrido en las costas de Argelia, donde encontró la muerte tras permanecer gravemente herido por quemaduras durante varias horas. Ni siquiera ocurrieron estos hechos gloriosos en aguas españolas… Lo cual, salvo prueba en contrario, viene a refrendar el sectarismo con que se mueven una Dirección General, como la de la Memoria Democrática, y los demás andamiajes memorialistas, que pretenden cambiar los sucesos que no le gustan de una guerra civil con documentos de parte, subjetivismos y ucases, sirviéndose, si es menester, de comités ad hoc, compuestos exclusivamente por miembros de la misma cuerda político-historiográfica. Pues ya me dirán qué tiene que ver una conducta heroica en un combate naval ocurrido fuera de nuestras costas con los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición, que pomposamente proclama el Gobierno en materia de Memoria Democrática.

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Pues eso: que se dejen de tribunales y comisiones para justificar tanto atropello, que ya sabemos cómo piensan y qué pretenden; eso sí con el dinero del pacífico contribuyente. Prefiero, si me apuran, que copien de los separatistas vascongados –muy estimados actualmente en la calle Ferraz-, quienes destruyeron de noche el monumento al crucero Baleares erigido en Ondarroa… Pues ya de hacer enormidades, hacerlas de forma rápida, que los tribunales populares presididos por socialistas ya nos refiere la documentación histórica cómo funcionaban…

En realidad, lo que se pretende es que olvidemos la gesta hispánica del crucero Baleares, en el momento de hundirse, con decenas de gallegos, vascos, andaluces y mallorquines cantando la Salve Marinera y el Cara al Sol, entre los cuales se mezclaban heridos y adolescentes, los denominados flechas navales. Y es que a ciertos nostálgicos del Frente Popular les quema la conciencia de que esta gesta bélica haya sido corroborada por el capitán del buque inglés que acudió a socorrer a los náufragos, mientras la aviación roja ametrallaba a los supervivientes… Wonderful!, exclamó este oficial británico al contemplar tan magnífico cuadro de heroísmo y valentía.

Los cobardes estaban -y siguen estando- en otro lugar. Y la democracia –de estar- solo estaba presente en el Reino Unido; incluso dudo que se halle actualmente en España, a tenor de estas barrabasadas históricas.

Autor

José Piñeiro Maceiras