15/05/2024 02:00

Todos los que peinamos canas hemos sufrido en algún momento la fuerte presión de la Agencia Tributaria. En mis muchos años como autónomo sufrí una inspección, y el inspector no sacó la lupa. Usó microscopio electrónico. Nunca olvidaré las largas explicaciones que tuve que dar de los 36 euros que gasté en una mochila. Ni el movimiento más pequeño de mis cuentas quedó sin fiscalizar.

Por eso, cuando vemos que nuestros próceres mueven decenas y centenares de millones de euros fraudulentos, sin que ningún inspector de Hacienda les meta mano, notamos que hay una mano negra.

Toda la corrupción tiene dinero detrás. Porque también los otros “lubricantes” diferentes que utiliza el Sistema para comprar voluntades y pagar favores -lo que podríamos denominar “vicios inconfesables”-, se sostienen con dinero.

Anglés y Ricart, los imputados por el crimen de Alcasser, no asesinaron a nadie, pero cobraron grandes sumas por proporcionar “carne fresca” a sus clientes. Hay quien dice que todavía siguen cobrando.

Cuando Dolores Delgado (ex fiscal general del estado) nos contó que magistrados del Supremo aprovecharon un viaje a Colombia para “conocer” -en sentido bíblico- a menores de edad, nada ocurrió.

Lo mismo que con el Tito Berni y la fauna ibérica que lo acompaña o Armengol y los abusos a menores tuteladas en Baleares.

Todo se tapa con dinero, y las más de las veces con dinero público, expoliado a los trabajadores honrados, por depredadores desalmados a sueldo de Hacienda. Y no conocemos todavía ni la puntita del iceberg.

Si yo muevo 36 euros, Hacienda lo controla y fiscaliza, pero nuestros sinvergüenzas con mando en plaza mueven millones y ningún inspector ni subinspector de Hacienda dice “esta boca es mía”.

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Claramente su “trabajo” es confiscarnos a nosotros para regalárselo crudo a ellos. Y lo hacen a conciencia. Doy fe.

Pues ellos saben lo que se hacen, porque cuando el pueblo se harte y se levante –y falta muy, muy poquito- ya lo dijo Ortega y Gasset, sólo conoce un medio de actuar: LINCHA.

Echando mano de, digamos, una metáfora histórica, en la Francia de la Revolución “sólo” se guillotinaron unas 15.000 personas. En España con esa cifra no tenemos ni para empezar.

Sólo con políticos, adláteres, jueces, fiscales y jefes de policía venales, carniceros (dizque médicos y enfermeros) e inspectores de Hacienda depredadores -y miopes, según el caso-, multiplicamos por 20 esa cifra. Entiéndase el modo irónico.

Y eso, perdonando los delitos menores.

En realidad todo va a depender de la resistencia que ofrezcan los esbirros y lacayos del Sistema. Si se rinden pacíficamente habrá pocos «muertos», entendiendo por muertos los juzgados por sus aberrantes complacencias ante una justicia imparcial.

Si la resistencia es dura, las represalias también lo serán.

Ellos deciden.

Alea iacta est.

 Post scriptum: Pueden salvar la vida y la honra, si en plazo muy, muy breve hacen el trabajo que no han hecho en los últimos 40 años e investigan a las alimañas que controlan el Sistema, que es para lo que se supone que les pagamos sus extraordinarios sueldos.

https://sede.agenciatributaria.gob.es/Sede/colaborar-agencia-tributaria/denuncias/denuncias-no-tributarias.html

Autor

Galo Dabouza
Galo Dabouza
Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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