05/07/2024 15:06

Hoy me van a permitir que haga de Pepito Grillo y les recuerde a los infinitos Pinochos que dirigen el caos que es ya la política española cómo hemos llegado donde hemos llegado por los errores de otros políticos que se creyeron dioses. Me refiero a eso que despectivamente los morados y los independentistas llaman «el Estado del 78». Es verdad que algunas cosas no fueron como se nos han contado, pero tampoco como las quieren contar ellos ahora y por otros inte-reses.

Miren ustedes, por la Memoria Histórica he llegado al Referéndum del 6 de diciembre de 1978 cuando los españoles dieron su visto bueno en las urnas a la Constitución, la primera democrática que se hacía desde la republicana de 1931. ¿Y qué sale del baúl de los recuerdos? Algo que nadie puede negar, los HECHOS son tozudos y por más que se intente cambiarlos siempre salen a flote.

Aquel 6 de diciembre el Censo Oficial fue de 26´5 millones y los resultados legales fueron:

SÍ, votaron: 15.782.679

NO, votaron: 1.423.184

ABSTENCIONES hubo: 8.589.308

En BLANCO: 636.095

NULOS: 135.193

Lo que dejó claro que sumada la abstención con los «no», los «en blanco» y los «nulos» más de 10 millones de españoles no refrendaron la Constitución (concretamente 10´7 millones). O sea, que a pesar de los triunfalismos de entonces y de después media España no aprobó el texto consensuado por los partidos y muchos de los que lo aprobaron lo hicieron con la idea final de reformarla en cuanto se pudiera. ¿Y por qué más de diez millones no refrendaron la Constitución que abría la puerta a la Democracia? Naturalmente, hubo de todo, a unos la Constitución les sabía a poco y a otros les sabía a mucho.

Los que defendieron e hicieron campaña electoral por la abstención o el «no» bien puede reflejarse en las palabras que escribió Gonzalo Fernández de la Mora, uno de los fundadores de A.P con Fraga, en un artículo publicado en «El Imparcial» el 1 de diciembre que entre otras cosas decía: «He votado No al proyecto de Constitución en el Congreso y recomiendo dejar para las urnas cuando menos la abstención por una razón fundamental. Porque por primera vez en nuestra historia jurídica se incluye el principio de que España es un conjunto de «nacionalidades», o sea, de naciones diferentes, y eso es extraordinariamente grave, pues la doctrina y la experiencia demuestran que cuando un grupo afirma que es una nación, es que aspira a transformarse en un Estado independiente. Si esto no fuera así, no se habría insistido tan desesperadamente en el término «Nacionalidades», y se habría proclamado, simplemente, que nuestra patria se compone de diferentes regiones autónomas, pero que forman parte de esa Nación única que es España.

La Constitución, al reconocer solemnemente la existencia de varias nacionalidades o Naciones, nos arrastra hacia los separatismos. Esos separatismos, que se manifestaron trágicamente en el pasado, y que ya están otra vez cada día más a la vista y, en algunas provincias, ya han desencadenado un clima de odios y de guerra civil. No se puede negar la evidencia de que el proceso de desintegración de España se ha reiniciado y la Constitución no lo frena, sino que lo acelera. Estimular la disolución de la conciencia de patria y de la unidad nacional es algo que se podrá intentar, pero sin mi voto y sin que mi voz, por modesta que sea, arrastre un solo «sí» más o menos ingenuo».

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Tampoco está de más recordar que el Cerebro de la Transición, Torcuato Fernández Miranda, votase NO y por los mismos motivos: el tema de las nacionalidades. O sea que los dos mejores cerebros de aquellos años vieron con anticipación lo que podría pasar en un futuro, y ya está pasando, si se admitía la plurinacionalidad de España.

Lo siento, pero los hechos deben ser sagrados. Está claro: aquellos barros trajeron estos lodos y el que siembra vientos recoge tempestades… y Suárez… jajaja… fue un gran hombre de Estado… y encima los morados y los independentistas quieren más. ¡Pobre España!

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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José Luis Fernández

En la Constitución de 1.978 se debería haber configurado a España como un estado unitario, organizado territorialmente en provincias y como meras entidades administrativas (es decir, gestionadas por el Gobierno central a través de funcionarios estatales); así se habría evitado el derroche que supone tener que dedicar miles de millones de dinero público, cada año, para pagar a decenas de miles de políticos «autonómicos» y a cientos de miles de nuevos funcionarios que se han sumado a los que ya existían antes de 1.978.
Don Julio, el dicho es «de aquellos polvos estos lodos». Un saludo,

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