29/03/2024 10:43
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Recientemente toda España se hizo eco de que, tras la entrada en vigor de la nueva Ley de Memoria Democrática, se llevará a cabo la exhumación de José Antonio Primo de Rivera del Valle de los Caídos. Las declaraciones del ministro de la Presidencia, el socialista Félix Bolaños, parecen haber dado el pistoletazo de salida a una campaña electoral donde la principal promesa socialista, en busca de una reelección, será repetir la misma estrategia que siguió en 2019 con la exhumación de Francisco Franco. Por este motivo, la revista Laus Hispaniae dedica su último número (https://laushispaniae.es) al fundador de falange, con un dossier en el que han participado reconocidos especialistas en la biografía de un hombre cuya influencia es fundamental para comprender el convulso panorama político de España en la primera mitad del siglo XX. Además, en este número, Marcelo Gullo (autor del superventas Madre Patria) nos cuenta las semejanzas entre el nacionalismo catalán y el indigenismo radical en Hispanoamérica. Con Jesús Valbuena, descendiente de uno de los héroes de Baler, recordaremos la forma en la que el cine ha tratado el tema de los Últimos de Filipinas. Viajaremos con Eduardo Bernal a Nutka, el septentrión español y con Augusto Rodríguez de la Rúa reviviremos la batalla de las Navas de Tolosa, una de las más decisivas de nuestra historia.

Antonio J. Candado Aguado, Redactor Jefe de Laus Deo y colaborador de Laus Hispaniae.

Cuando se trata de historia, y esta se vincula a la política, es un error muy recurrente, y a la vez sumamente rentable en el discurso, polarizar las muchas y muy distintas ramas de pensamiento ideológico hasta simplificarlas en dos: la izquierda y la derecha, a las que, en pleno siglo xxi, se siguen aplicando las mismas orientaciones doctrinales que tuvieron en la Primera Asamblea Nacional francesa de 1789. Para las diversas izquierdas, la Falange siempre ha sido un elemento a encastrar en las derechas, significadas por la defensa del tradicionalismo, la monarquía absolutista, la religión y demás postulados de sobra conocidos. Sin embargo, esto es una falacia: ¿cómo puede conjugarse con la derecha tradicional un movimiento ideológico y social que, con sus muchos prismas, podría identificarse como progresista, revolucionario, republicano e incluso laico? No en vano, José Antonio aludía en sus discursos a que España tenía una revolución pendiente.

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No se puede entender la razón de ser de la Falange, ni el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, si no se comprende que, en la política de la primera mitad del siglo xx, surgieron una serie de corrientes de pensamiento que no se correspondían con los moldes de izquierdas o derechas clásicos, que supusieron la creación de una Tercera Posición política: una revolución social con un gran énfasis nacional, contrario al liberalismo en el terreno económico y al progresismo social que inoculaba el marxismo cultural. Para comprender el fenómeno falangista en su contexto y visualizar toda una Europa que comenzaba a explorar la Tercera Posición, deben ser conocidos el Estado Nuovo de António de Oliveira Salazar en Portugal; el régimen del 4 de agosto de Ioannis Metaxás en Grecia; el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini en Italia; la Garda de Fier (Guardia de Hierro) de Corneliu Zelea Codreanu en Rumanía; el Movimiento Lapua de Vihtori Kosola en Finlandia y, cómo no, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler en Alemania. Es un error pensar que estas doctrinas surgen de la nada y responden a una derecha tradicional, puesto que muchas de ellas nacieron como el reflejo social de los ismos artísticos y literarios, de las diversas vanguardias europeas sobre las que se sustentaría su propia cultura y forma de plasmar unas identidades propias en el periodo de entreguerras.

Es en el contexto de esta nueva etapa política europea donde se debe ubicar a ideólogos falangistas como Ramiro Ledesma Ramos, Onésimo Redondo, Dionisio Ridruejo, Agustín de Foxá o el propio José Antonio Primo de Rivera, quienes adaptaron la doctrina del sindicalismo revolucionario del filósofo francés Georges Eugène Sorel a la idiosincrasia de la España del momento. El análisis de la historia demuestra que, a la hora de estructurarse y vertebrar una línea de pensamiento, Falange nunca pretendió fijarse en el NSDAP alemán, sino que creó un vínculo con el fascismo italiano basado en los cuantiosos puntos en común entre ambas naciones mediterráneas. De ellos recibieron la instrucción en intercambios entre ambos, copiaron el modelo de agrupación escuadrista, tomaron como referente al Arditi, su indumentaria, su filosofía personal y social, el sistema jerárquico militarizado, así como algunos de sus lemas, himnos y distintivos. Sirvan a título de ejemplo La conquista dello Stato, editado por Curzio Malaparte en Italia, y La conquista del Estado de Ramiro Ledesma en España, o la creación de la unidad de choque Brigada de Asalto Flechas Negras de Falange durante la Guerra Civil, donde camisas negras y azules combatieron juntos.

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Descrita la identidad originaria de la Falange previa a la Guerra Civil española y al Decreto de Unificación de 1937, en el que requetés carlistas y falangistas fueron fusionados por Francisco Franco en un único partido denominado Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), cabe preguntarse: ¿por qué se va a exhumar a un hombre represaliado y fusilado por los republicanos tres años antes de que se iniciara el franquismo? Periodo que, hasta ahora, parecía ser el objetivo principal de la memoria histórica. La respuesta es bastante sencilla: José Antonio Primo de Rivera es la punta de lanza de una campaña electoral en la que el socialismo busca la reelección en las elecciones generales del próximo año 2023. En este número especial de Laus Hispaniae te explicaremos los motivos de esta exhumación y las circunstancias en las que se produjo la detención, juicio y posterior asesinato de José Antonio Primo de Rivera:

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