20/05/2024 00:16
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Ya me dirán si la cuestión no es delirante. El Rey de España recibiendo con todos los honores a un infame personaje, a un criollo manchado de sangre, a un despreciable ex terrorista comunista sudamericano, acusado a nivel internacional de graves violaciones a los derechos humanos y responsable máximo de una terrible ola de violencia, asesinatos y desapariciones. Recibido con todos los honores, cuya mayor muestra representó la esposa del Rey, según muestran las fotografías tomadas, dirigiéndose al despreciable con su mejor sonrisa, tras la cual estrecha su mano con esas formas, tan suyas, tan poco elegantes. Bien es cierto, y se debe consignar, que aquí tenemos a los de ETA como socios del Gobierno, saludados por los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas, y tratados de “señorías”.

    Delirante, decimos, porque el espectáculo lo que ha traslucido es el estado mental de España, de su Gobierno y de sus instituciones, al no manifestar su repulsa y rechazo a tan repugnante personaje. ¡Bien por los diputados de VOX en el Congreso! Estado mental que es causa y razón de la pérdida de valores en la que vivimos, hasta el punto de hacernos incapaces de mostrar un mínimo de dignidad y decoro.

    Por unas razones o por otras, los españoles no somos capaces de abrir este melón que es la Monarquía. Al padre por unas razones y al hijo por otras, y la Monarquía sigue sosteniéndose sobre el alambre. Al padre, Juan Carlos I, se le sostuvo, primero, porque venían los rojos, y después, porque desmanteló el régimen de Franco y trajo a los rojos del exilio. Hoy, al hijo, Felipe VI, se le sostiene por el nivel de confrontación social que ha generado el PSOE en la vida nacional, el alzamiento de los independentistas y la irrupción de la chusma comunista. De lo que se deduce, que sigamos siendo un país monárquico, aunque sea más por accidentalismo que por convicción.

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    Ahora bien, el único modo de enviar a la sociedad un mensaje esperanzador, es hacerla entender que, sin la monarquía, España puede perfectamente seguir adelante. Más aún, mejorar. Nos desharíamos de una institución inoperante, de un enorme lastre económico y evitaríamos otro delirio, tener en la línea de sucesión a la Corona, a un tal Alessandro Vittorio Eugenio Lecquio Di Assaba y Torlonia.

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Aliena

Bueno, tanto como «criollo»… no exagere. En cualquier caso, no es novedad; ¿acaso no estuvo nuestro inefable monarca en Cuba, siguiendo las indicaciones de Raúl Castro cual perrito faldero, callando ante las atrocidades del tipejo que preside Méjico ( que nos devuelvan las monedas visigodas de una vez ) o de un tal Quiroga de Bolivia ( lloros y súplicas por parte de los voxeros para que sean buenos con nosotros que tanto les queremos, menos vivas a la ocurrencia del día de VOX, por favor )o de hinojos ante la tumba del antiguo dueño de Marruecos, Hassan II, o aguantando estoico los puños en alto en otro país de ésos del otro lado del Atlántico a los que, por lo visto, debemos vida, honra y doblones, o recibiendo órdenes – en el doble sentido – de la monarca del país que tiene una colonia en el nuestro? No hablemos ya del emérito Fugado, por favor, cuya única buen proceder – zafio, es verdad – fue aquel «Por qué no te callas» inmediatamente desbaratado. Qué tendrá este caso para que todos hablen de él, yo no veo diferencia alguna, tal vez porque en el momento actual yo amo y defiendo a España, no a la fantasmagórica «Hispanidad». Y sí, la monarquía, pues no cumple una sola de ls funciones que, supuestamente, le corresponde, y está muda e impasible ante la ruina de su país, cuando no haciendo su agosto con ella, sobra. ¿Llegará el día en que nos libremos de los nefastos Borbones de una vez y para siempre? Pues siempre vuelven, «como la falsa moneda».

Última edición: 1 año hace por Aliena
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