16/05/2024 02:05
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En las últimas semanas, los temas de actualidad política en España se han ido sucediendo como ligados por un nudo invisible, de modo que cada uno parecía enlazado con el anterior creando así una línea de sucesión misteriosa.

Empezamos por el tema de Macarena Olona y su infame entrevista al pope de la izquierda anti-Vox Jordi Evolé. En ella, nuestra anteriormente admirada Macarena desliza su rencor entre malicias e insinuaciones. Dice, y esto es una falsedad evidente, que salió de Vox por la “deriva” de este partido. No es verdad, salió porque no la dejaron volver a Madrid después de los relativamente malos resultados de Vox (en comparación con las infladas expectativas) en las elecciones andaluzas. Macarena está resentida con Vox porque considera (con razón o sin ella) que ha sido maltratada y busca venganza. El problema es que está despertando la antipatía de los que antes la idolatraban y eso le terminará pasando factura. Hace daño a Vox, pero se hace más daño a sí misma.

Con todos sus defectos, Vox sigue siendo nuestra mejor apuesta, básicamente porque no tenemos otra y porque, aun de un modo incompleto, manifiesta resistencia contra algunas de las imposiciones de la agenda globalista, como la inmigración masiva, la ideología de género o, en España, el sistema autonómico. En ese sentido, Macarena debería dejar de boicotearlo, porque por encima de sus vendettas personales está el interés supremo de España. Por otra parte, hubiera sido muy fácil para Vox tener un poco de mano izquierda con ella y desactivar el problema permitiéndole regresar a Madrid como senadora por designación autonómica. Esperemos que hayan aprendido la lección sobre cómo gestionar las desavenencias internas. Mientras tanto, nuestra pobre Macarena esta “destarifada”, como decimos en Valencia, que es otra forma de expresar que ha perdido el norte, superándose en cada intervención, más absurda y torpe que la anterior.

Del tema de Macarena y por el hilo conductor de Vox, pasamos al de su moción de censura en la que presentan al viejo economista comunista, reconvertido a liberal, Ramón Tamames, lo que ha desatado una furiosa oleada de insultos contra partido y candidato, de entre los que la acusación de ser una acción poco seria, con un protagonista demasiado mayor no se han hecho esperar.

No sé si me parece bien que Vox presente a Tamames como candidato a la presidencia del gobierno en su moción de censura. Me reservo hasta escuchar su discurso. Si refleja los valores de Vox y los anhelos de sus votantes seré el primero en felicitarle y en reconocer a Vox el acierto. De lo contrario me parecerá que estamos cediendo terreno ideológico y no creo que eso sea bueno.

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En todo caso, lo que no puedo admitir son las críticas de la izquierda y el PP afirmando que la moción de censura es poco seria o una extravagancia. La moción es totalmente pertinente ante un gobierno en barrena que amenaza con llevarse por delante el estado de derecho y la unidad de España, y el presentar a un candidato independiente una buena forma de evitar sectarismos y de poner a la izquierda y al PP frete a sus contradicciones.

Tampoco admito la crítica sobre que Tamames es demasiado mayor, máxime cuando procede de los mismos que apoyaron a Biden, por sectarismo anti-Trump, a los que no les molesta que USA tenga un presidente senil que se duerme en las reuniones, se muestra desorientado, saluda a gente que no está y en cualquier momento se puede dormir encima del botón nuclear y llevar al mundo al abismo. Tamames está en mucha mejor forma que Biden y de la gente mayor, cuando tiene la mente clara, podemos aprender mucho, así que el uso de la gerontofobia como argumento me parece lamentable.

Y hablando de la moción de censura contra este gobierno felón, pasamos a su última polémica a propósito de la marcha de Ferrovial a Países Bajos, donde ha fijado su sede fiscal al objeto de pagar menos impuestos, lo que ha sido calificado como “poco patriota” por ministros de un ejecutivo, recordemos, parlamentariamente sustentado sobre partidos separatistas, a cuyos líderes condenados por sedición indultó, para luego, a instancias suyas, eliminar este delito del código penal, logrando así la impunidad de los golpes de estado separatistas en el futuro.

Personalmente, quienes se marchan de España para pagar menos impuestos como los youtubers a Andorra o la mencionada Ferrovial a Países Bajos no me parecen ejemplos de patriotismo, aunque comprendo que viendo en lo que nuestros pésimos gobernantes malgastan el dinero resulta difícil disuadirlos con motivos éticos o políticos.

Lo que ya me parece el colmo del cinismo es que la izquierda hispanófoba, aliada con el separatismo y que, para colmo, es la que gobierna, apelen a un patriotismo que continuamente desprecian para atacar a youtubers o empresarios cuando estos no han hecho nada ilegal de acuerdo a las leyes que ellos mismos han aprobado.

Como dijo C.S. Lewis, nos reímos del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros. El gobierno español se ríe del patriotismo y luego se sorprende de encontrarse a empresarios que se escapan de aquí para no pagar tantos impuestos.

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Particularmente soy partidario del patriotismo social, aquel que no puede estar satisfecho mientras un solo compatriota, especialmente aquellos más débiles y vulnerables, pasen necesidades, mientras un solo padre de familia, mientras un solo joven, una sola mujer, un solo anciano, no puedan desarrollar su proyecto vital con dignidad por carecer de recursos para ello. En ese sentido, concuerdo con quienes nos dicen que el patriotismo no solo se demuestra llevando pulseritas, sino pagando impuestos.

Lo que me parece el colmo del cinismo hasta producirme arcadas y hacerme vomitar es que eso lo digan quienes se pliegan a los separatistas y les venden la patria por un puñado de votos, que a la vez son quienes gobiernan y permiten que los más ricos paguen menos impuestos con su legislación torpe y colaboracionista con las plutocracias extranjeras y quienes, además, malgastan el dinero que le arrebatan al contribuyente de clase media, mientras dejan escapar a los grandes potentados, en pintar bancos de morado y arco iris en el mejor de los casos, y en juergas con putas y cocaína en el peor.

Y con esto llegamos al último tema de la cadena: las juergas de diputados del PSOE, con el tito Berni a la cabeza, regadas de alcohol y drogas, y asistidas por lo que ellos pomposamente llaman “mujeres prostituidas”, cuando votan abolir la prostitución por la mañana, para luego irse de putas por la tarde y no con su dinero, sino con el que nos arrebatan a todos de nuestros impuestos.

Ante estas iniquidades, ¿alguien puede poner en duda la legitimidad de una moción de censura y la necesidad de dar nuestro apoyo en las próximas elecciones a un proyecto político que manifieste resistencia frente a las políticas de imposición globalista que nos condenan a la miseria, mientras nuestra clase política, conforme a la ideología hegemónica y cómplice de las oligarquías financieras, se ríe de nosotros en nuestra cara, gozando de drogas y prostitutas con nuestro dinero?

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