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Autogestion num junio-julio 2020
Una publicación de izquierdas, pero con temas muy correctos, aunque sea anti fascista.
Este texto es esencial. Quizás la única observación a hacer: no son los paises los que endeudan a otros, todos los países están endeudados. Hoy son instituciones financieras las que endeudan a todo el mundo.
El sistema financiero internacional sigue siendo uno de los pilares básicos de este imperialismo que domina el mundo y que se organiza para los intereses de una minoría. Un imperialismo que provoca hambrientos en serie, parados en serie, esclavos en serie. La esencia del capitalismo, sistema económico de este imperialismo, es su materialismo.
La persona ha pasado a ser un medio más, un factor de producción que puede ser usado, explotado o descartado en los engranajes del sistema. Negada la dignidad de la persona, su valor sagrado, el sistema económico se vuelve cruel y asesino. Por tanto, no cabe proponer una reforma de este sistema. Su materialismo, al igual que en el comunismo, lo hace inmoral y debe ser combatido en sus raíces. Las soluciones que se planteen no pueden pretender responder solo a lo material, sino que deben ser integrales. Es verdad que lo más urgente es cubrir las necesidades básicas, pero una vez cubierto un mínimo digno, deben buscarse soluciones que respondan al plano cultural.
El capitalismo, sistema económico imperante, se asienta no en la propiedad privada, sino en el arriendo de todo tipo de bienes, el primero de ellos, el préstamo a interés.
Se trata de una práctica que se ha aceptado como normal, y que es ampliamente protegida y promovida por nuestras instituciones y por el derecho vigente. Hoy nadie discute la licitud del préstamo con interés.
Pero no siempre fue así. Aristóteles ya lo ponía en cuestión y afirmaba que el dinero, medio de cambio, no podía parir dinero. La religión judía prohibió el préstamo con interés entre los propios judíos, y la Iglesia Católica lo condenó. Las legislaciones lo prohibieron durante mucho tiempo. Solo a raíz de la reforma protestante y los inicios del capitalismo en los países del norte de Europa, con el calvinismo, es cuando se va aceptando este tipo de préstamo, hasta llegar a nuestros días donde nadie habla de ello y se ve como algo natural y totalmente normal.
Pero el préstamo con interés es inmoral. Está contra el bien de la persona y la sociedad. Lo que ha permitido es una inmensa acumulación de capital y riqueza para una minoría, y la miseria y el hambre para una mayoría. Además de desposeerles de los bienes esenciales para una vida digna y en libertad.
Cuando alguien presta dinero y exige a cambio un interés, está aprovechándose de la necesidad ajena. Pretender que se le devuelva más de lo que presto, es pretender sacar de una piedra un trabajo que no puede hacer, pues es una piedra. Lo que hace entonces es sencillamente apropiarse del trabajo ajeno, del trabajo de otra persona. Es pues injusto en su raíz, pues es utilizar a otro ser humano en beneficio propio. Los réditos de la usura han permitido una acumulación impresionante de capital, y la desposesión para la mayoría de los trabajadores del fruto de su trabajo.
¿Qué es la deuda externa que somete a países enteros a la miseria y el hambre?. Un problema de usura. Y un mecanismo de sometimiento y dominación.
La deuda externa: quien paga manda
Tras la segunda Guerra Mundial se inició un proceso de fuerte acumulación de capitales. En 1944 se firmaron los acuerdos de Bretton Woods que consolidarían al dólar como moneda internacional de reserva. Un año más tarde se creaba el Fondo Monetario Internacional.
Fruto de este proceso de expansión y acumulación capitalista los grandes bancos mundiales y las instituciones financieras lograron colocar en los países en desarrollo grandes capitales a bajo tipos de interés. Sin embargo, los tipos de interés eran variables y la deuda creció enormemente por la subida de los tipos de interés tras la crisis del petróleo. De 1977 a 1980 el tipo de interés se elevó del 5% al 20%. La deuda generaba más deuda en un ciclo infernal.
Además se produjo simultáneamente una caída de los precios de las materias primas que eran la fuente de divisas que tenían estos países para pagar su deuda creciente. Y es que el enorme crecimiento del comercio internacional de postguerra se realizó sobre las bases de un sistema de intercambios muy desigual. Mientras que las economías del Norte desarrollado se especializan en producción de manufacturas, los países subdesarrollados se convertían en productores de materias primas cuyos precios de exportación evolucionaban permanentemente por debajo de los correspondientes a las manufacturas.
En 1984 los países empobrecidos recibieron préstamos por valor de 85.000 millones de dólares y tuvieron que devolver 92.000 en concepto de intereses. Jacques de Larosiére, ex director del FMI señaló que de «cada dólar de ayuda financiera concedido por el Fondo ha producido cuatro dólares suplementarios bajo forma de nuevos préstamos comerciales».
La banca internacional se dedicó a refinanciar nuevos préstamos para pagar la deuda. Estos préstamos no llegaron habitualmente a los países endeudados sino que se quedaron como pago del capital y los intereses a los prestamistas. En 1981 -según el Banco Mundial- los préstamos se llevaron el 85% en concepto de intereses.
A esto hay que añadir la corrupción de los propios gobernantes y la evasión de divisas a los paraísos bancarios. Además el FMI aplicó su política de ajuste estructural que tuvo graves consecuencias para el bienestar de la gente. Todo un sistema perverso y usurero.
El analista e historiador Eric Toussaint ha estudiado la evolución de la deuda externa para el periodo de 1970 al 2004 llegando a la conclusión de que:
1) La gestión del endeudamiento externo de los países más pobres se traduce en la aplicación de un poderoso mecanismo de transferencia de capitales desde los países endeudados hacia los diferentes acreedores (privados y públicos).
2) A pesar de los desembolsos masivos y continuados, la deuda total no ha dejado de crecer.
De 1970 a 1982, la deuda externa total (pública y privada) se multiplicó por diez, pasando de 70.000 millones de dólares a 716.000 millones.
Aunque los países desembolsaban más de lo que recibían en préstamos, su deuda externa no se reducía, más bien al revés. Los países en dificultades de pago pedían préstamos principalmente para pagar la deuda. Con unos intereses y prima de riesgo cada vez más elevados. Entre 1985 y 2005, la deuda externa ha pasado de 672.000 millones a 1,45 billones de dólares. En veinte años, la transferencia negativa (diferencia entre el capital recibido en nuevos préstamos y lo que se paga en concepto de intereses y amortización de capital) ha sido de 471.000 millones de dólares. Solo en el período de 2000-2004, se reintegraron más de 291.000 millones de dólares.
Y la deuda sigue creciendo. Según los últimos datos publicados por el Banco Mundial, en su estadística anual del 2019, los saldos de la deuda externa de los países de ingreso mediano y bajo aumentaron un 5,2% hasta alcanzar los 7,8 billones de dólares. El mecanismo de la deuda ha servido para empobrecer aún más a los países que ya han sido saqueados por los países enriquecidos.
El Sur se ha convertido en financiador neto del Norte cada vez más enriquecido
La deuda es siempre una hipoteca que pagan los más pobres. Una hipoteca que han de pagar durante décadas a los acreedores internacionales, incluidos gobiernos que ejercen un control férreo sobre las empresas del país, o entregando las riquezas naturales a precios de «low-cost», con una simbiosis entre instituciones financieras, gobernantes, ejército y bandas criminales que hacen negocio con el control de estos recursos.
De esto tiene una vasta experiencia Argentina o Venezuela. Los inversores en Estados Unidos y en otros lugares del mundo se apoderan del petróleo como garantía. El petróleo es la única fuente significativa de ingresos externos del gobierno y, por lo tanto, la única manera de comprar alimentos y medicina para sus 30 millones de habitantes, que es el caso de Venezuela.
En diciembre de 2019 la agencia Bloomberg afirmó a través de una nota que el gobierno venezolano evaluaba la posibilidad de pagar con petróleo una deuda externa que alcanzaba 60 millardos: «el plan es ofrecer miles de millones de barriles de petróleo para pagar a estos acreedores», un grupo que incluye algunos de los nombres más importantes en las finanzas estadounidenses: Goldman Sachs, Pimco y T Rowe Price, entre otros.
Tampoco podemos olvidar el papel que está actualmente jugando China como prestamista mundial por su gran cantidad de reservas acumuladas. Según un estudio publicado recientemente por el instituto de Kiel para la Economía Mundial en la actualidad existen siete países en el mundo cuya deuda externa con China supera el 25% de su PIB. Tres de ellos (Djibouti, Níger y la República del Congo) se encuentran en África, mientras que los cuatro restantes (Kirguistán, Laos, Camboya y Maldivas) están en Asia. En América Latina, las naciones que más dependen del financiamiento provisto por el gigante asiático son Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Y es que tanto el capitalismo como el comunismo, que es un capitalismo de Estado, se basan en la usura y en el interés y niegan el derecho a la propiedad personal y a la libertad económica de la mayoría de la humanidad.»
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