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Tras la profanación de la sepultura del Generalísimo, hecho sin parangón en la historia, y no sólo de España, que era la pieza clave, las demás van a caer una tras otra sin solución de continuidad. La izquierda antinacional, por antiespañola, que lo es toda ella, ha tenido siempre fijación por la profanación de tumbas, cadáveres e incluso de cuerpos agonizantes. Restos momificados de religiosas fueron expuestos en la vía pública en Barcelona durante la Semana Trágica de 1909; la cabeza del Gral. Ochoa fue paseada pinchada en una pica desde Carabanchel hasta la Plaza Mayor en Madrid en Agosto de 1936; el agonizante cuerpo de un falangista fue profanado por una socialista que se orinó en él, al igual que cientos de agonizantes cuerpos de los torturados en las chekas fueron aún, en sus últimos estertores, sometidos a las más repugnantes vejaciones. A la izquierda antinacional, por antiespañola, que lo es toda ella, nunca le ha bastado con eliminar físicamente a los que en su depravación ideológica y moral considera, con cualquier excusa, sus enemigos, sino que le obsesiona hacerlo incluso con sus cuerpos y sepulturas. 

Lo peor de todo este dominó macabro, obsceno y repugnante, de este aquelarre de profanaciones, no es lo dicho, porque de quienes por enfermos de alma, mente y corazón no creen en lo espiritual, sólo se puede esperar que destruyan, hasta en lo inconcebible, lo material. 

Lo peor de todo es comprobar cómo “los otros”, los que dicen creer en lo espiritual y alardean de valores morales y patrióticos, no sólo dejan hacer con su silencio cómplice con el que callando, otorgan, sino que van más allá y, desde hace décadas, las mismas que la izquierda baila y escupe sobre esas tumbas, colabora en tan esperpéntica fiesta. Nos referimos a: 

La jerarquía eclesiástica, desde el Vaticano, que dio luz verde a la profanación de la sepultura del Caudillo en un hecho también sin parangón, hasta los fieles, pasando por nuestros obispos, sacerdotes y religiosos acogiéndose a una obediencia interesadamente mal entendida.
La derecha, encarnada hoy por el Partido Popular, dirigentes y votantes, que no sólo no ha dicho nada, sino que es parte de las leyes de desmemoria, marco ilegal e ilegítimo que no sólo no ha recurrido, sino que incluso ha mantenido, consolidándolas.
Las Fuerzas Armadas, mandos y subordinados, que renegando de sí mismas al renegar de aquellos que no sólo lo dieron todo por impedir que España se convirtiera en un páramo revolucionario y soviético, sino que demostraron ser los mejores que ha dado nuestra historia militar, muy superiores a cualesquiera de tiempos pasados, han traicionado su sagrado juramento por cobardía y “hacer la carrera” convirtiendo para ello, también interesadamente, la obediencia y la disciplina en vulgar sumisión. 

De la izquierda antinacional, por antiespañola, y lo es toda ella, nada nunca bueno se puede esperar, sino peor, mucho peor. De “los otros”, y aquí está el quid de la cuestión, ya sabemos también ahora que tampoco. Aquellos hacen lo que hacen, porque “los otros” les dejan e incluso colaboran con ellos; necios, siguen si asumir que no van a parar, que no les van a respetar, que alimentando a la bestia no se va a calmar, sino todo lo contrario. Que no les quepa la menor duda de que su suerte está echada, de que el día se acerca y de que no van a parar hasta acabar con ellos que bien merecido lo tienen. 

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PD.- El Gral. Queipo de Llano fue impulsor y donante principal de la basílica de La Macarena y por ello nombrado hermano mayor honorífico, motivos ambos por los que descansaba en ella. Sus cofrades, todos, han demostrado, profanando su sepultura, ser unos hipócritas y además completos cobardes, más culpables aún de tan penoso hecho que quienes lo han impulsado.

 

Autor

Francisco Bendala Ayuso