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Hoy Reproduzco, como si fuera mío, el articulo que Luis María Ansón publicaba ayer en «El Mundo» (2-9-2020) con el titulo «Al borde del precipicio», porque da en el clavo, aunque a medias, porque lo que no dice, o no «ve» el veterano periodista, es que ya no está «al borde», que al borde estaba ya hace 40 años y mucho más hace 10 años. Ahora no estamos al borde del precipicio, ni a punto de caer al precipicio, hoy estamos ya en el precipicio y sabiendo como sabemos que con este Gobierno Progresista (socialista-comunista-independentista) no solo no saldremos sino que nos hundiremos más. Pero lean y lo entenderán:
Al borde del precipicio
LA DEUDA pública del sanchismo avanza a grandes zancadas hacia los 150 billones de euros. España se asomaría así al precipicio de la quiebra nacional. Analistas maliciosos aseguran que eso es lo que desean algunas agrupaciones políticas para alzarse con el poder indefinido, el castrismo y el chavismo al fondo. Cuanto peor para España, mejor para ellos. La forma más fácil de domesticar a una sociedad es que dependa de la subvención. La pandemia ha facilitado el camino. La sociedad española está ya subsidiada en gran parte y cada semana aumenta el número de españoles que viven de lo que les paga el Estado.
No opino, como hacen algunos, que la mala gestión de la pandemia ha sido deliberada. Me parece exagerado atribuir a maniobras torticeras lo que no es más que torpeza y afán de presunción audiovisual. El hecho, en cualquier caso, es que el turismo internacional se desmoronó, alarmado por las incertidumbres sanchistas. La repercusión en cadena sobre hoteles, restaurantes, agencias de viajes y lugares para el ocio y la cultura está desarticulando la estabilidad de España. Las facturas del desempleo, del ingreso mínimo vital, de los ertes, de las incesantes subvenciones, zarandean la economía española, mientras siguen engordando las cuatro administraciones –la nacional, la autonómica, la provincial, y la municipal– y los españolitos pagan una clase política mediocre e inepta en gran parte, así como la caravana incesante de parientes, enchufados y asesores. Hay un presidente de comunidad autónoma que dispone de su servicio de comunicación con más empleados que el de la presidencia de Francia. Y alguna televisión autonómica, dedicada al incienso del líder regional, dispone de más trabajadores que Antena 3 y Telecinco juntas.
La gran nave española navega a la deriva. El Estado que creó la Transición se está desmoronando. Falta autoridad para impedir que se desbloqueen autonomías y municipios. Los dirigentes autonómicos y municipales conocen muy bien la debilidad del Gobierno sanchista y la vanidad de su presidente. Y se están comiendo a mordiscos el pastel del poder.
La copiosa ayuda europea que se ha prometido es ya insuficiente y exigirá, además, contrapartidas. Pedro Sánchez mendiga los Presupuestos Generales del Estado mientras España encabeza los despropósitos ante la pandemia, el derrumbamiento del PIB y la quiebra de las empresas.
Firma: Luis María Ansón, de la Real Academia Española.
El autobús del precipicio
Ayer «Señor Suárez, no se equivoque, con «el café para todos», es decir con 17 Autonomías, 17 Gobiernos (más el Central) y 17 Parlamentos, usted ha puesto en marcha el autobús que llevará a España, inevitablemente, al precipicio»
Firma: Julio Merino, «El Heraldo Español». 12 enero 1980
Acabaremos en el hoyo
Confieso que esto de la «Memoria Histórica» me está afectando más que el virus ese de la gripe de la señora Ministra de Sanidad. No hay día que no abra un tomo de mi vieja hemeroteca y me repase el brillantísimo espectáculo de nuestros políticos. Les voy a trasladar hoy los frutos de mis lecturas del pasado fin de semana.
Año 1865, 10 de abril. Se produce «la Noche de San Daniel» y en un enfrentamiento de los estudiantes con la Guardia Civil y la Policía en la Puerta del Sol de Madrid mueren más de 20 personas. El Rector de la Universidad y varios catedráticos críticos con el Gobierno que preside el general Narváez acaban destituidos y en la cárcel. Emilio Castelar, que ya se había ganado la inquina del Dictador, por su artículo «El Rasgo» («La Democracia»,22-2-1864) dice entonces: «La Monarquía se hunde y la Reina no se entera. España es como una tartana que, con los caballos desbocados, se dirige alegremente hacia el precipicio. O alguien frena esta locura o acabaremos todos cayendo en el hoyo».
Y así fue. Tres años más tarde cayó la Monarquía de los borbones y la Reina Isabel tuvo que salir para el exilio como gato escaldado. La tartana del Estado cayó en el precipicio, mientras los españolitos seguían divirtiéndose y pidiendo subvenciones.
Año 1874. 20 de diciembre. La Primera República era ya el guirigay de los cantonalismos separatistas y España era un caos total. Entonces Cánovas del Castillo hizo esta fotografía para la Historia: «El Estado se hunde y los republicanos siguen discutiendo sobre la Revolución Francesa. España es ya como un caballo sin control que se dirige hacia el precipicio a galope tendido. Si esto no lo frena nadie vamos a caer todos en el hoyo».
Y así sucedió. Pocos días más tarde el general Pavía echaba a los señores diputados por las ventanas del Congreso y puso fin a los separatismos. Aunque España no levantó cabeza, porque los españolitos seguían divirtiéndose y pidiendo subvenciones.
Año 1922. Marzo. Tras el fracaso del último Gobierno Maura el líder conservador se retiró desilusionado, hundido, fracasado y desmoralizado. El asesinato del Presidente del Gobierno, Eduardo Dato, y el desastre de anual, le convencieron de que España iba en directo al precipicio. Fue entonces cuando les dijo a sus correligionarios: «Lo siento, señores, me retiro de la política y me voy a mi casa. Este país no tiene arreglo. Vamos directos al precipicio y la clase política sigue discutiendo el seso de los ángeles. La Monarquía está acabada. Y el pueblo sólo piensa en divertirse y vivir del cuento. ¡¡Pobre España!!»
Y así fue. La Monarquía, viéndose perdida, se entregó al dictador Primo de Rivera en 1923 y fue el principio del fin. En 1931 el Rey don Alfonso XIII tuvo que salir por pies para el exilio y por evitar un final trágico.
Sigamos con la «Memoria Histórica».
Año 1936.Abril. Las elecciones generales de febrero le habían dado el triunfo al Frente Popular y las izquierdas, ya en las aspiraciones de una Dictadura del Proletariado, se habían quitado la careta democrática y entraron en el Gobierno con el puñal en la boca. Fue entonces cuando Don Miguel de Unamuno, el gruñón Unamuno que había hecho más que nadie por traer la República, dijo en una de aquellas tertulias del anochecer en su Salamanca del alma: «Señores, lo siento. Este barco se va a pique. Nos estamos hundiendo sin remedio y ya no bastarán ni los milagros de San Manuel Bueno.». «Pero, ¿tan mal lo ve usted, don Miguel?, le interrogó uno de los tertulianos». «Mire usted, amigo mío, no es que yo lo vea mal. Eso sería una opinión y aquí sobran las opiniones.
Lo que pasa es un HECHO. Que España, esta España nuestra, es ya como un autobús que va por el camino que conduce en directo al precipicio y, encima, los que van dentro van cantando y festejando la marcha. Aunque no es una manera nueva de suicidarse. Los españoles saben suicidarse mejor que ningún otro pueblo del mundo.»
Y así sucedió. Pocos meses después se produjo el alzamiento del ejército y las dos Españas, insensatamente, se echaron al monte para matarse como animales. El autobús cayó al precipicio mientras los que iban dentro cantaban y se divertían como locos.
Bueno, y así podíamos seguir citando recuerdos de la Memoria Histórica. Pero, para muestra vale con un botón. Ahora mediten, examinen, comparen y saquen conclusiones. Porque la España de hoy es como ese autobús unamuniano, o aquella tartana de Castelar, o aquel caballo desbocado de Cánovas… Esto se va al garete, con Monarquía incluida, y al señor Zapatero no se le ocurre otra cosa que pedir optimismo. «Ave, César, morituri te salutant». Y lo peor es que los que van dentro del autobús, los que caerán al precipicio, van cantando y celebrando los goles del «Barca» o las lindezas de la Pantoja. O se frena en seco y se cambia de rumbo o el autobús caerá por el precipicio, que, por cierto, ya no está tan lejos. ¿Optimistas? Sí, pero no insensatos o locos.
Firma: Julio Merino, «El Cierre Digital». 4 octubre 2010
Ya lo ven. El señor Ansón dice, que estamos al borde del precipicio y yo me alegro que lo vea y lo denuncia así, pero, para desgracia de España, en estos momentos no estamos al borde del precipicio, en el precipicio caímos tras la famosa Monción de Censura y la llegada del Gobierno Progresista que nos lleva en directo al comunismo podemita… Y como ven, y también por desgracia, España ha estado ya más de una vez en el precipicio. Lo malo es que no es fácil salir del precipicio y menos democráticamente. Del precipicio, y repito, por desgracia, solo se sale con un golpe de timón, de fuerza o con el «Pelotón de soldados» de Spengler.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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