06/10/2024 15:29
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Hace poco salió por internet una de esas muchas “Historia de ‘la ultraderecha’ (I y II) Los años 80 y 90”, donde se exponen los mil y un grupos y partidos que han ido saliendo como setas desde finales de 1980 con la ‘sana’ y vendida (vendiendo todo ideal, coherencia y estilo) intención de ganar votos en las elecciones democráticas.

Esto se corresponde perfectamente con la cantinela constante de ‘hacer política de verdad’ que ha sido y sigue siendo como el canto de las cigarras en verano, cuando llega la verdad del invierno, nada de nada.

Ya en los inicios de 1990, cuando los dirigentes de Cedade decidieron cerrar, unos para ‘hacer política de verdad’, y otros para dedicarse al negocio privado, la excusa fue siempre esa de ganar votos, como si el voto fuera ‘la verdad’ a la que hay que servir, en vez de ser el solo unos de los caminos para lograr una cosmología revolucionaria opuesta radicalmente al Sistema.

Pero eso no era algo especial, en realidad todos los partidos y grupos desde 1990 han seguido la misma línea de tácticas diversas para lograr votos.

Cuando he dirigido y participado como miembro en un grupo o asociación la primera exigencia que tengo es decir la verdad a los militantes: no buscamos votos ni estamos en el momento de lograr objetivos politiqueros a medio plazo, no engañemos con promesas y en cambio digamos seriamente que el objetivo ahora, a medio plazo, es no venderse, resistir esa tentación repugnante de ceder en las ideas y coherencia.

Por supuesto no se trata de quedarse en 1930, como algunos nos dicen, pero tampoco de olvidar nuestros caídos, héroes e historia por cobardía o tácticas.

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Los cien grupos o partidos salidos desde 1990 en adelante, 30 años ya, han demostrado claramente aquello que ya decía Jordi Mota: No se venden, se regalan.

Se han probado mil tácticas, desde el franquismo al facherío disimulado, alternativismos de mil colores, más a la derecha, más a la izquierda, tratar de ‘salir del ambiente’, etc…

El resultado ha sido cero absoluto, excepto si la venta es tan absoluta que se unen a algo salido del PP y la derecha sionista más reaccionaria y capitalista como VOX.

Esto ya era previsible pues ha pasado en toda Europa, los movimientos NR iniciales se fueron convirtiendo en ‘alternativos’ y ‘derecha nacional’ para acabar en derecha pro sionista.

Los que no quisieron, por ética, seguir esa venta asquerosa, acabaron prohibidos, en prisión o desplazados por nuevos partidos salidos del sistema.

Y es que la ‘realidad es tozuda’, no estamos en un periodo pre revolucionario, donde sea posible cambiar el sistema por muchas tácticas o estrategias que se inventen.

El sistema abarca desde la derecha Vox a la izquierda ‘Podemos’ en la forma de vida y el sometimiento a los medios de información, mundialismo, mercado global, etc. con diferencias importante siempre que se acepten las bases del Pensamiento Único.

Creo que cualquiera que analice ese deambular de partidos y grupos en los últimos decenios debe aceptar que solo hay un camino: mantenerse en pie sin ceder ideas, ser coherentes, mantener el honor, y saber esperar la ocasión de una crisis real (no deseada sino una quiebra real popular) del Sistema que ponga a la población en contra de sus bases tanto capitalistas como progresistas.

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Uno de los errores actuales de los ‘alternativos’ es creer que cada crisis o problema ya implica esa ocasión, lo que es realmente jocoso. No se trata de que haya problemas en el Sistema, eso siempre pasará, sino que la gente, el pueblo, sienta esos problemas como algo gravísimo y causado por el Sistema, no por problemas puntuales externos a la propia actuación y bases del Sistema.

Por ejemplo: una brutal caída del sistema financiero por su inflación absoluta de deuda y de ‘dinero electrónico’, que llevara a la ruina a millones, que tambaleara todo el mercado global, podría ser una causa futura, pues la gente podría ser ese problema causado por el propio sistema democrático y no por causas externas. Si esto se uniera a un enfrentamiento radical con las masas inmigrantes, también causadas por el propio sistema, podría llevar a un estado en el que realmente sea necesario asumir la lucha política directa.

Mientras es mejor no mentirse ni mentir, y desde luego, no renunciar a las ideas, estilo, honor, historia, a nada, por unos miserables votos que no sirven de nada, o por cobardía, interés y miedo, lo que es mucho más normal entre tanto ‘regalado’.

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REDACCIÓN