22/11/2024 01:07
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La indecencia de Sánchez no tiene límites. Sus vivas al 8 M durante la sesión de ayer en el Congreso son el fiel reflejo de quien no tiene el menor respeto por la vida humana.

Una manifestación que ya ha sido llevado a los tribunales por orden de la titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Carmen Rodríguez-Medel, en la que se ha imputado al Delegado del Gobierno, José Manuel Franco, por permitir concentraciones multitudinarias los días previos a la declaración del estado de alarma, entre ellas la marcha del 8M, desoyendo así las advertencias de riesgo de contagio de coronavirus.

Que un presidente del Gobierno enarbole las consignas que llevaron al contagio masivo de madrileños y madrileñas aquel día demuestra que Sánchez ni piensa, ni ha pensado jamás en los miles de fallecidos que este virus ha causado. La arrogancia de este presidente dibuja la figura de un ser peligroso, macabro e indigno de representar a los españoles.

Causa verguenza asistir a sus intervenciones en el Congreso, desprovisto de cualquier ápice de arrepentimiento, de humildad, de empatía por los familiares que nunca pudieron decir adiós a sus padres, madres, maridos…Lejos de mostrar cualquier aceptación de error o responsabilidad, Sánchez se atreve a proclamar vítores por el 8M. Sólo por este bochornoso gesto, este presidente debería ser cesado. ¿Qué pensarán las familias de los contagiados por culpa de aquella maldita manifestación? ¿Cómo puede un presidente ignorar sistemáticamente a los muertos? Ya no sabemos ni cuántos fallecidos hay en realidad contabilizados en nuestro país por Covid-19.

Sánchez es un presidente capaz de cambiarnos a los muertos como mejor le convenga. Algo descarnado, jamás vivido en democracia…

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La infame ministra de Igualdad, Irene Montero, pillada y cazada desmontando las teorías de que nadie en el gobierno sabía de la gravedad del coronavirus, entre ‘¡jo tía!, y otros más ‘¡jo tía!’ por las cámaras de ETB dejan al descubierto que todos eran conocedores de que el Covid-19 ya estaba en este país, y aún así, promovieron, animaron y alentaron a los madrileños a asistir.

Hoy, en el Congreso Sánchez se ha atrevido a defender un acto que fué el inicio del contagio masivo de coronavirus en la capital.

Un presidente inmoral, capaz de pedir en su intervención que no se use la bandera de España como un arma.

Sánchez odia nuestra bandera. Sánchez odia que los españoles nos sintamos españoles. Sánchez prefiere el abrigo de los proetarras, de los amigos y compadres de Maduro y compañía…

Sánchez se siente más cómodo al refugio de independentistas y batasunos que entre los espoñoles de bien que muestran y ondean al viento sus banderas, en calles y balcones…sintiendo orgullo por un gran país. El que somos. El que es: España…nuestra España…

Y no nos cansaremos de dejar al aire las desverguenzas infinitas de un gobernante que hoy por hoy resulta un serio peligro para la democracia de un país que merece pasar página y dejar atrás a un gobierno sumido en mentiras, tiranías y lleno de incompententes.

 

 

 

 

Autor

REDACCIÓN