10/05/2024 07:33
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Javier Espinosa Martínez. Colaborador y Director del Área de Formación de la Asociación Enraizados. Analiza el Curso de Doctrina Social de la Iglesia, organizado por la mencionada asociación el mes de octubre.

¿Cuál es el objetivo del curso?

Dar a conocer la Doctrina social de la Iglesia, sobre todo a los que se confiesan católicos; pero también a todas aquellas personas de buena voluntad que, aun no siendo católicos, o incluso siendo ateos, creen en la dignidad del hombree y están preocupados por la deriva que la sociedad, a nivel mundial, está tomando. En esta deriva España es pionera.

En nombre de un falso “progresismo” estamos asistiendo a la destrucción de nuestras raíces, de nuestra identidad y, lo que es mucho más preocupante, estamos asistiendo a la destrucción del propio hombre.

Desgraciadamente, esta Doctrina de la Iglesia es desconocida por la mayoría de los católicos y por la sociedad en general. Es un gran tesoro, pero, no sé por qué razón, está oculto. Con nuestros cursos pretendemos ayudar a que se conozca y, sobre todo, a que se ponga en práctica y con ello los católicos demos testimonio de nuestra fe.

¿Cuáles son las principales temáticas que se trabajan en el curso?

Desde Enraizados impartimos dos cursos sobre la Doctrina social de la Iglesia.

Uno de ellos dedicado a conocer y profundizar en sus raíces, que no son otras que las Sagradas Escrituras, la ley natural y la tradición, y en sus principios: la dignidad de la personas, el bien común, la subsidiaridad, y la solidaridad y sus valores: la libertad, la verdad, la justicia y el amor. Los principios y los valores constituyen la columna vertebral y la estructura de la doctrina y nos permiten aproximarnos a las realidades que estamos viviendo con otros ojos.

En otro curso abordamos esas realidades temporales: la familia, el trabajo, la economía, la política, tanto en su dimensión nacional como internacional y el medio ambiente. También las propuestas que la Iglesia viene haciendo desde hace décadas para conseguir la paz. Acaba el curso apelando a nuestra conciencia y a nuestro papel, como laicos, en nuestra sociedad, en nuestro propio entorno. San Juan Pablo II decía que la Doctrina social de la Iglesia es una herramienta imprescindible para abordar la “nueva evangelización”.

¿Por qué la DSI nos ayuda a discernir con claridad cómo debemos comportarnos?

Conocer los principios de la Doctrina es la clave.

El principio de la Dignidad de la persona constituye el eje, la columna vertebral de la DSI. Se parte del concepto de persona que nos aporta la antropología cristiana:

-El ser humano, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, por eso tiene la dignidad de persona humana. Todo ser humano es igualmente digno, sea hombre o mujer, sea de la raza que sea, tenga las capacidades físicas o intelectuales que tenga.

-El hombre ha sido creado por Dios provisto de cuerpo y alma (algunos autores hablan de cuerpo y espíritu): dos dimensiones inseparables. Es por esta unidad que el hombre es sujeto de sus propios actos morales.

El desarrollo de todo ser humano exige el desarrollo armónico de sus dos dimensiones y, por tanto, los otros principios que propone la Doctrina social de la Iglesia: el bien común, la subsidiaridad y la solidaridad, que deben presidir la organización de toda sociedad, deben estar orientados a que el ser humano pueda alcanzar su “desarrollo integral”, es decir, su desarrollo corporal y su desarrollo espiritual.

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A nivel individual, el conocimiento de estos principios nos debe servir para poder discernir lo que ocurre a nuestro alrededor, sobre todo a nivel político y social; pero también los católicos debemos aplicarlos a nuestro propio comportamiento, en nuestro entorno próximo, sea cual sea nuestra responsabilidad. Si lo hacemos así, seremos coherentes con nuestra fe y luz para los demás.

¿Cómo nos ayudan las enseñanzas de la DSI a afrontar los diferentes problemas de nuestras vidas?

El conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia nos aporta “principios de reflexión”, “criterios de juicio” y “directrices para la acción”.

El conocimiento de sus principios nos permite analizar, a su luz, las realidades que vivimos y “reflexionar” sobre ellas: en qué medida son conformes a estos principios.

Esta reflexión nos ayuda a conformar nuestro propio criterio sobre esas realidades. En la medida que actuemos de acuerdo con nuestro propio criterio, seremos más o menos coherentes. La falta de coherencia es hoy un mal endémico, tanto por parte de nuestros políticos y responsables sociales, como a nivel individual, por parte de nosotros mismos. En este sentido los católicos tenemos una gran responsabilidad: Jesús nos envía a dar a conocer su Evangelio, a ser sus testigos, es decir, a ser coherentes con nuestras creencias y ser ejemplo para los demás.

En cuanto a las “directrices para la acción”, la Iglesia únicamente nos da indicaciones y nos orienta para una recta aplicación de los principios; pero nunca aporta soluciones concretas a los problemas planteados: somos nosotros, los católicos, los responsables de aportarlas.

¿Cuáles son las principales ideologías que dividen a nuestro mundo?

Yo creo que aquellas ideologías que atentan contra la “familia cristiana”, que son asumidas tanto por las llamadas “izquierdas” cómo por las “derechas”, salvo honrosas excepciones.

La familia cristiana, compuesta por un hombre y una mujer, con unas relaciones basadas en el verdadero amor, respetando la complementariedad entre ambos sexos, es la célula fundamental de una sociedad en la que se respete plenamente la dignidad de la persona y, por tanto, el ser humano pueda ser libre y desarrollar su propio proyecto de vida.

De este ataque a la familia cristiana se derivan todas las políticas que se nos imponen con inusitada virulencia, que casi podríamos llamar violencia: el aborto, la eutanasia, las leyes de género, el adoctrinamiento de los niños y toda la batería de imposiciones que el lobby LGTBI ejerce a nivel mundial.

Si la familia cristiana desaparece, el hombre queda al albur de los políticos, de sus intereses: es adoctrinado, manipulado…anulado

¿Qué soluciones se ofrecen para combatir estas ideologías?

La Doctrina social de la Iglesia ya hemos dicho que no aporta soluciones concretas a los problemas que vivimos, nos ofrece su Doctrina y nos toca a nosotros, los católicos, salir a la arena, defender y hacer valer nuestros principios.

Lo tenemos complicado, por qué, por un lado, la presión política y social contra nosotros es muy grande: los gobiernos, sobre todo en lo que se conoce como occidente o países desarrollados (que se autodenominan democráticos), sean de izquierdas o de derechas, compiten por ser más “laicos” que los demás, lo que se traduce exclusivamente en un ataque frontal contra la religión católica, la única que les molesta, la única que aboga por la dignidad de las personas y por su libertad.

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También en el resto del mundo somos objeto de persecución, de una brutal persecución. Son muchas las personas que mueren por su fe: mártires que, sin duda, son semillas que, tarde o temprano, florecerán.

Por otro lado, nuestra respuesta está siendo muy tímida, hasta nos da vergüenza, en muchos casos manifestar nuestra fe, nos estamos dejando recluir en las sacristías. Somos muchos los que nos autodenominamos católicos, pero no tantos los que manifiestan su fe. Esta falta de coherencia nos hace muy vulnerables.

También la respuesta por nuestra jerarquía es muy tímida: creo que no está a la altura del reto al que nos enfrentamos. En ocasiones, los católicos, nos encontramos desorientados. La propia Doctrina social de la Iglesia es desconocida por la gran mayoría de los católicos, ¿por qué?

No obstante, no podemos olvidarnos que, a pesar de todo, a los cristianos nos debe caracterizar la Esperanza: Jesús va a estar con nosotros hasta el fin de los tiempos, pongamos nosotros lo nuestro porque Él está ahí y no nos va a abandonar.

Desde Enraizados creemos que su conocimiento es imprescindible para todas aquellas personas de buena voluntad que quieran dar una respuesta alternativa a las políticas actuales, y lo es particularmente necesaria para los católicos que se planteen su coherencia en la vida.

¿Cómo puede uno inscribirse al curso?

Todo lo que debe hacer cualquier interesado es clicar sobre este enlace:

Aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) a nuestra realidad

https://enraizados.org/project/curso-de-aplicacion-de-la-dsi/

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Daniel Antonio Jaimen Navarrete

Todo muy vago. Eso, ¿cómo se traduciría o cómo se trasladaría a una legislación determinada o a un programa económico concreto? Digamos que esta petición excede aquello sobre lo que la Iglesia deba pronunciarse, pues bien, algún católico tendría que poder proponer por su cuenta un programa económico y una legislación concreta que satisfaga o no contradiga la Doctrina Social de la Iglesia. Es obvio que las leyes actuales la contradicen. Lo que no es nada obvio es cuál sería la respuesta y más en una civilización occidental donde los principios jurídicos fundacionales y la idea de derecho natural son anteriores al cristianismo o donde la ciencia económica no le debe nada al cristianismo en cuanto tal.

Hakenkreuz

Se dirá una y mil veces: la denominada heréticamente «doctrina social de la Iglesia» NO ES DE DIOS, no es Palabra de Dios, ni está inspirada por el Espíritu Santo Paráclito, Espíritu de la Verdad, es una instrumentalización política (y, por lo tanto, fundada en la mentira, el engaño, la manipulación y la hipocresía) a conveniencia de políticos y mercaderes de la Iglesia Católica, la de Jesucristo Nuestro Señor.

La DSI no viene ni de Dios ni de sus santos, sino de desalmados mercaderes y políticos que quieren hacer de la Iglesia de Dios, la Católica Apostólica, un silo de votos para sus partidos políticos y de clientes para sus negocios. Es una usurpación de la autoridad que solo corresponde a Dios y a sus ministros. Es tal la herejía de la DSI que si los papas en el futuro no la suprimen, veremos si ante Dios, el Día del Juicio Final, podrán salvarse uno siquiera que caiga en semejante engaño diabólico mundano y político mercantil.

Dios no fue político en vida. De hecho, su enfrentamiento con todas las facciones políticas fue mucho más que evidente, por manipular el culto que Dios dio a los judíos. Jesucristo Nuestro Señor dejó muy claro sus mandamientos y Palabra en los cuatro santos Evangelios. Además, su apóstol amado, San Juan, bien claro dejó que el que añadiera una sola palabra o coma a lo que Dios reveló a los hombres, lo pagaría con las llamas del infierno. Pues bien, no solo han atribuido a la Iglesia, que es de Jesucristo, una palabra o frase, sino toda una doctrina política y mundana, la DSI. Solo Dios nos puede librar de estos herejes que han ido muchísimo más lejos que el hereje Lutero o tantos otros. Que Dios nos libre de todos ellos.

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