16/05/2024 14:52
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Yo no sé cómo, dónde y con quién habrá tomado este año las uvas de Nochevieja don Pedro Sánchez, pero sí sé lo que fueron “Las uvas de la ira” de Steinbeck o las que fueron las “uvas rojas” del 31 de diciembre de 1933, cuando recién perdido el Gobierno y las elecciones generales, Largo Caballero reúne a los suyos para planificar lo que podían hacer el PSOE y la UGT que entonces viajaban juntos. Naturalmente, dispuestos a la Revolución como había anunciado en sus mítines de la campaña electoral (“Si vencemos en las urnas tendremos el Poder democráticamente y si perdemos lo alcanzaremos por la fuerza”). El “Lenin español” estaba todavía furioso porque, según él, las Derechas le habían robado su República y a pesar de los consejos del propio Stalin (“Mientras no se tiene el Poder hay que llevarse con los conservadores por las vías legales”) estaba dispuesto a ir a la guerra si preciso fuere.

Así lo escribí yo hace 40 años:

Las uvas de la revolución

El caso es que el último día del año crítico de 1933, horas antes de tomar las uvas de la Nochevieja, se reúne el Comité Nacional de la UGT para estudiar la situación política nacional, la declaración de principios de la ejecutiva del PSOE y una propuesta concreta del caballerista Amaro del Rosal, presidente de la Federación de Trabajadores de Banca y Bolsa, que aspira a la organización «urgente e inmediata» de un movimiento revolucionario. Gracias a la presencia de Besteiro la propuesta revolucionaria, tras ser debatida y discutida, es derrotada por mayoría absoluta…, aunque en el ánimo de los presentes domina el que «algo hay que hacer y pronto».

Tal vez por ello no sorprende a nadie que aquella noche, al filo de las doce campanadas del fin de año y mientras los presentes se «tragan» las doce uvas de rigor, en un viejo edificio de la madrileña calle de la Libertad (curioso, pero cierto) se brinde ya «¡Por la revolución!» y «¡Por el Lenin español!»...

Como no sorprende que unos días más tarde, justo el 9 de enero de 1934, y reunido de nuevo, en «sesión extraordinaria», el Comité Nacional se produzcan dos votaciones decisivas. Primero, una proposición de censura contra la actuación de la Ejecutiva que preside Besteiro, que da el siguiente resultado: en contra de la Ejecutiva 2 votos; a favor, 34 votos. Es un «movimiento táctico» aconsejado por Largo: amagar y no dar. Después, el caballerista Anastasio de Gracia presenta una proposición consistente en que las Comisiones Ejecutivas del PSOE y la UGT se reúnan para convenir un programa común que una en la acción a ambos organismos… y naturalmente se aprueba: 40 votos a favor y 2 en contra. Lo que, en silencio, era un gran triunfo para Largo Caballero, pues de ahí a la «Unificación» sólo había un paso.

Y es que el socialismo se inclinaba definitivamente por la «aventura revolucionaria». Sin detenerse a pensar que aquellas uvas de 1933 iban a ser las últimas de un PSOE en libertad… Pero, como Lenin en 1917, la verdad es que muchos de aquellos socialistas ya se estaban preguntando: Libertad, ¿para qué?

Pero dejemos que sea el Boletín de la UGT quien nos diga lo que pasó aquellos días cruciales a caballo entre .1933 y 1934:

«Ante el momento político actual Acuerdos del Comité nacional de la Unión General de Trabajadores

»Se han publicado en la Prensa informaciones correspondientes a las dos sesiones celebradas por nuestro Comité nacional durante el día 31 del pasado mes de diciembre, cuya procedencia ignora esta Comisión ejecutiva, que pueden desorientar a las organizaciones y a los afiliados que integran la Unión General de Trabajadores, razón esta que aconseja publicar la presen­ te circular para exponer de manera sucinta y objetiva lo sucedido en las sesiones del Comité nacional que nos ocupa.

»En primer término, esta Comisión ejecutiva dio cuenta de lo sucedido en la última reunión conjunta celebrada por las Comisiones ejecutivas del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores, quedando informado nuestro Comité nacional de la posición diferente que había adoptado cada una de ellas. Mientras la Comisión ejecutiva del Partido estimaba conveniente que ambos organismos adquiriésemos el compromiso de producir el movimiento si se daban de­ terminadas circunstancias políticas -que afortunadamente no se han presentado hasta la fecha-, la Comisión ejecutiva de la Unión consideraba que esas u otras circunstancias eran motivo para reunirse las dos Comisiones ejecutivas y determinar lo que se considerase más conveniente.

»Terminada la información de la Comisión ejecutiva, y después de intervenir con este motivo la mayoría de los componentes del Comité nacional, fueron sometidas a votación las dos proposiciones siguientes:

»Primera. «Ante la situación política actual, el Pleno acuerda: la inmediata y urgente organización, de acuerdo con el Partido Socialista, de un movimiento de carácter nacional revolucionario para conquistar el Poder político íntegramente para la clase obrera, aceptando la colaboración de todas aquellas fuerzas que quieran contribuir al movimiento y sean una garantía para nuestros intereses y propósito.

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»»El momento para determinar el movimiento será estimado, de ser posible, por los Plenos de la Unión General de Trabajadores y del Partido; de no serlo, por sus respectivas Ejecutivas o Comisión nacional que pudiera haber constituida por ambos organismos.»

»En favor de esta proposición votaron los siguientes camaradas: José Díaz Alor, de Artes Blancas; Santamarina, de Dependientes de Comercio; Rosal, de Banca; Pretel, de Espectáculos públicos; Pascual Tomás, de Metalúrgicos; Nistal, de Petróleos; Hernández, del Transporte; Cortés, de Hospitales; Torres Fraguas, de Médicos; Bernal, de Productos Químicos; Beltrán, de Oficinas; Muñoz, de la Industria Hotelera; Villalba, de Agentes de Comercio; Manuel de Díez, de Recaudadores de Contribuciones; Ruiz Cao, de Fábricas de Cervezas, y Mora, de Auxiliares de Farmacia. Total, 116.

»Con posterioridad ha hecho constar su voto favorable a esta proposición el compañero Martínez, de Juntas de Obras de Puertos.

»En contra se pronunciaron: Salvador Vidal, de Arte Textil; Lois, de la Gráfica, Anastasio de Gracia, de Edificación; Díaz Hervás, de Gas y Electricidad; Génova, de la Madera; González Peña, de Mineros; García, de Dependientes Municipales; Vilar, de Papeleros; Sánchez Llanes, de la Piel; Mira, de Peluqueros; Guerra, de Ferroviarios; Aguadé, de Toneleros; Castro, de Trabajadores de la Tierra; Manuel Vidal, de Transportes Marítimos; Claudina García, del Vestido y Tocado; Zapata, de Trabajadores de la Enseñanza; Navas, de Radiotelegrafistas; Navarro, de Teléfonos; Viesca, de Azucareros, y Saborit, Trifón Gómez, Muñoz Giraldos, Lucio Martínez, Celestino García, Septiem, Muiño, Cernadas y Mairal, de la Comisión ejecutiva. Total, 28.

»El camarada Julián Besteiro no asistió a la reunión por hallarse enfermo.

»Segunda. «La Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores afirma, hoy día 31 de diciembre de 1933, que está en absoluto identificada con la siguiente declaración, suscrita por unanimidad por las dos Comisiones ejecutivas del Partido Socialista y Unión General de Trabajadores el día 25 de noviembre pasado, y que, reproducida textualmente, dice:

»»Sometida a examen la situación política creada como resultado de las elecciones legislativas, hubo absoluta unanimidad de criterios, así al apreciar las consecuencias de este resultado como al considerar imprescindible el vivir alerta ante el peligro de que el adueñamiento del Poder por los elementos reaccionarios (bien lo ejerzan directamente o delegándolo en quienes les facilitaron el triunfo) les sirva para rebasar los cauces constitucionales en su público designio de anular toda la obra de la República, propósito contra el cual habrán de alzarse vigorosamente las organizaciones obreras.»

»A favor de esta propuesta votaron: Salvador Vidal, Lois, Díaz Hervás, Génova, Peña, García, Vélez, Sánchez Llanes, Mira, Guerra, Aguadé, Castro, Manuel Vidal, Claudina García, Zapata, Navas, Navarro, Viesca, Saborit, Gómez, Muñoz, Martínez, Celestino García, Septiem, Muiño, Cernadas y Mairal. Total, 27.

»En contra lo hicieron: Díaz Alor, Santamarina, Rosal, Pretel, Tomás, Nistal, Hernández, Cortés, Torres Fraguas, Bernal, Beltrán, Muñoz, Villalba, De Díez, Ruiz Cao y Mora. Total, 16.

»No obstante el resultado de las votaciones habidas y la posición inequívoca de la Comisión ejecutiva al pronunciarse en contra de la primera proposición, expusimos al Comité nacional la conveniencia de sustituir a los tres representantes de la Unión en la Comisión de enlace, constituida de acuerdo con el Partido Socialista, por otros tres camaradas identificados con éste y con tan amplias facultades que pudiera esa Co­ misión de enlace preparar y hasta lanzar el movimiento sin nuevas consultas.

»Atendiendo nuestros requerimientos, el Comité nacional designó a los camaradas Carlos Hernández, José Díaz Alor y Felipe Pretel, teniendo que emplear toda suerte de razones, a fin de vencer la resistencia que opusieron para aceptar el cargo. Posteriormente, con fecha 1 del corriente, primero, y con fecha 5, después, no obstante el requerimiento por escrito de esta Comisión ejecutiva para que aceptasen el nombramiento del Comité nacional, estos camaradas han resuelto mantener su actitud negativa y no aceptar el mencionado nombramiento, viéndonos precisados a convocar de nuevo al Comité nacional para el día 9 del mes en curso, a fin de que resuelva lo que estime conveniente.

*          *         *

»Una vez cumplido con el deber informativo que antecede, la Comisión ejecutiva, queriendo evitar posibles sorpresas de los elementos reaccionarios, advierte la necesidad de que todas las organizaciones de la Unión General de Trabajadores estén vigilantes y preparadas para responder como las circunstancias demanden al ataque que los mencionados elementos puedan realizar. Si en el interregno de tiempo que medie hasta que recibáis instrucciones de la Comisión de enlace de esta Comisión ejecutiva se lanzasen a la calle, como se propala, los enemigos de la República y de la clase trabajadora, a cumplir con vuestro deber, sin ninguna vacilación, a producir la huelga tan absoluta como sea posible, a luchar con serenidad y firmeza hasta que recibáis instrucciones de esta Comisión ejecutiva.

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»Fraternalmente vuestros y de la causa obrera. – Por la Comisión ejecutiva: Julián Besteiro, presidente; Trifón Gómez, secretario.

»El Comité nacional rechazó una proposición de censura a la Ejecutiva y acordó que se reúnan de nuevo las Ejecutivas del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores.

»El día 9 de este mes de enero se reunió el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores para tratar de las dimisiones presentadas por los tres compañeros designados por el Pleno en su reunión anterior para constituir la Comisión de enlace establecida por la Unión General y el Partido Socialista.

»La reunión fue presidida por el camarada Besteiro, asistiendo los restantes miembros de la Comisión ejecutiva y representantes de las treinta y seis Federaciones nacionales de industria que integran la Unión General de Trabajadores.

»El Comité nacional examinó con amplitud la cuestión objeto de la convocatoria y, después de rechazar por 34 votos contra 2 una proposición de censura a la Comisión ejecutiva, presentada por un delegado, se entró a examinar una propuesta del camarada Anastasio de Gracia, consistente en que las Comisiones ejecutivas del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores se reúnan de nuevo para convenir un programa común que una en la acción a ambos organismos.

»Suspendida la sesión para dar lugar a que la Co­ misión ejecutiva se reuniera, ésta aceptó por unanimidad la propuesta del camarada Anastasio de Gracia, que, sometida a votación, fue aprobada por 40 votos contra 2; acordando, acto seguido, dar por terminadas las reuniones.»

¡Atención al disco rojo!

Era imposible detener aquella tromba desatada… a pesar de los esfuerzos de Besteiro y los «reformistas». El Socialista, en manos de Largo, era un torbellino de palabras revolucionarias y de amenazas contra la República burguesa. «¡Que se muera!», grita un día. «¿Para qué queremos nosotros una República que defiende, como la Monarquía, los intereses de una clase?», dice otro día…

Pero, es el día 3 de enero cuando en su primera página publica el famoso editorial que iba a ser el símbolo de la revolución y de la contrarrevolución. Se titula No puede haber concordia. Atención al disco rojo y es un alegato rotundo contra la convivencia democrática.

Y todo porque El Debate del día anterior se había lamentado de la imposibilidad de convivencia que habría en Cataluña a raíz de la toma de posesión de Companys como presidente de la Generalitat (el presidente Maciá acababa de fallecer unos días antes)…

El Socialista no se anduvo por las ramas y atacó furibundamente al diario católico…

«Y ahora piden concordia -dice-; es decir, una tregua en la pelea, una aproximación de los partidos, un cese de hostilidades. Eso antes, cuando el Poder presentaba todas las ejecutorias de la legitimidad… ¿Concordia? ¡No! ¡Guerra de clases! ¡Odio a muerte a la burguesía criminal…! ¿Concordia? ¡Sí!, pero entre los proletarios de todas las ideas que quieran salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!»

Que era como decir: se acabó la democracia y se acabaron las votaciones… ¡Ahora que hablen las armas! O sea, la señal del comienzo de una «guerra ci­ vil» a muerte… en la que una de las dos Españas había de fenecer. De ahí a «lo de Asturias» y al 18 de julio sólo había unos pasos por recorrer.

Así que, señor Feijóo, no saque pecho todavía, pues según el Oráculo de Delfos el okupa Sánchez seguirá en la Moncloa con urnas o sin ellas, hasta que esto sea lo que él sueña que sea: la Confederación de Repúblicas Independientes”.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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