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Los españoles no tenemos arreglo
HACE 100 AÑOS
ante el desastre político y económico que se vivía el Rey aceptó al Ejército…
y hasta el PSOE de Largo Caballero colaboró con el general Primo de Rivera para que no desapareciera España.
ASI FUERON LAS ÚLTIMAS ELECCIONES DE LA RESTAURACIÓN:
La escasez de alimentos y la miseria de muchas familias, el dislocamiento económico, la precariedad de los gobiernos (famoso fue el Gobierno largo de don Antonio Maura por haber durado 2 años), la inflación, la división interna de los Partidos, el desastre general y militar por la guerra de Marruecos y la irrupción del socialismo y el comunismo fue el motivo por el que el Rey don Alfonso XIII reunió en el Palacio Real, con alguna trampa de por medio, a todos los Jefes de los Partidos con representación parlamentaria y les dijo:
“Señores, antes que Rey, soy español, nada me importa la Corona ante el bien de mi pueblo y como esto parece imposible de conseguir por diferencias de unos y de otros, yo les aseguro que no he de presenciar su ruina. O un Gobierno de concentración o me marcho”.
Bueno, pues a pesar de eso y superados 4 Gobiernos de concentración (2 de Maura, 1 de García Prieto y otro de Romanones) al final y en un intento desesperado el Rey le dio en la convocatoria de unas elecciones generales con el noble deseo de que fueran los “españolitos” los que aclararan y eligieran lo que ellos preferían.
Así que el señor García Prieta convocó las elecciones para el 29 de abril de 1923, que se celebraron bajo el Sufragio Universal Masculino (todavía no votaban las mujeres). Fueron las últimas elecciones a Cortes Generales convocadas en la Restauración borbónica y, por lo tanto, dentro del sistema de turnos de partidos dinásticos implantado con la Constitución española de 1876.
Pero, ya desde la campaña electoral se veía que ante el “guirigay” que había en los Partidos, tanto en las Derechas como en las Izquierdas, que cualquiera que fuese el resultado la situación no iba a mejorar mucho.
A partir de aquí me conformo con reproducir un resumen del buen relato que hace Wikipedia en Internet:
Y así fueron las elecciones
Como desde diciembre de 1922 las Cortes estaban suspendidas, el gobierno de Manuel García Prieto, obtuvo del rey los decretos de disolución y de convocatoria de elecciones para el día 29 de abril. El día 6 de ese mes la Conjunción liberal presentó su programa electoral en el que el punto fundamental era la democratización del sistema político, mediante la reorganización del Senado, la regulación de la suspensión de las garantías constitucionales, el mantenimiento de las sesiones de las Cortes al menos cuatro meses al año.
Sin embargo, el gobierno no se arriesgó a perder las elecciones y recurrió a la vieja política para conseguir una mayoría amplia en las Cortes. Entonces se desató la lucha en el seno de la Conjunción Liberal entre las seis facciones que la integraban, buscando cada una la mayor cantidad de puestos en el encasillado para aumentar su peso político en la coalición y satisfacer las expectativas de las respectivas clientelas (los «amigos políticos»). Como el ministerio de la Gobernación estaba ocupado por un garcíaprietista y albistas, romanonistas y reformistas tenían bases territoriales sólidas, los grandes sacrificados fueron los zamoristas y los gassetistas».
Las esperanzas depositadas en el nuevo gobierno de que llevaría a cabo una democratización real del sistema se vieron frustradas. El día 22 de abril se proclamaron las candidaturas que habían resultado elegidas en virtud del artículo 29 de la ley electoral al haberse presentado un único candidato en la circunscripción, y que fueron nada menos que 146 (86 liberales y 50 conservadores), por lo que más de un tercio del electorado fue privado de su derecho al voto (hubo provincias completas, como la de Córdoba, en la que no se votó porque en los diez distritos que la integraban solo se presentó un candidato). En los distritos que sí hubo elecciones intervino el sistema caciquil para que salieran elegidos los diputados que habían sido designados en el encasillado, con lo que las elecciones solo fueron auténticas en las grandes ciudades, como Madrid, donde sorprendentemente ganaron los socialistas. Así fue como la Concentración Liberal logró la esperada mayoría absoluta: 220 diputados frente 121 conservadores, 11 republicanos, 7 socialistas, 6 carlistas y 22 pertenecientes a diferentes grupos regionalistas. De los 220 diputados liberales 96 fueron garcíaprietistas, 48 romanonistas, 40 albistas, 20 reformistas, 8 gassetistas y otros 8 zamoristas.
Tras las elecciones Melquíades Álvarez fue nombrado presidente del Congreso de los Diputados y Álvaro Figueroa y Torres, conde de Romanones, presidente del Senado.
O sea, lo esperado, que el Congreso de los Diputados salido de las urnas fue todavía menos gobernable y que desde el primer momento se vio que, como había dicho antes ya don Alfonso XIII (el 23 de mayo de 1921) en el Círculo de la Amistad de Córdoba. Por cierto, que bajo la lápida que recuerdan aquellas palabras me siento muchas veces como socio del mismo que soy, la clase política imperante llevaba a España al desastre.
Reproduzco un resumen del discurso que se publicó en la Prensa local: «Acertadamente vuestro alcalde ha recordado el lema de ‘muy noble y muy leal’, que escribe Córdoba en su escudo. Ha sido esta ciudad siempre de las más importantes de España, incluso durante la época en que el país estaba dividido en pequeños reinos e igualmente importante en el periodo de la Reconquista (…). Tengo intensa afición al estudio constante de los problemas que interesan a mi país; por eso he podido apreciar que en gran parte de España, y especialmente en Andalucía, son deficientísimos los medios de transporte y que estas deficiencias fueron mayores aún durante la guerra (…). En este momento mi Gobierno tiene presentado al Parlamento un proyecto de verdadera trascendencia sobre este problema. Ahora bien, el rey no es absoluto ni puede hacer otra cosa que autorizar con su firma que los proyectos vayan al Parlamento, pero no puede hacer nada para que salgan de allí aprobados (…). Presenta un proyecto mi Gobierno; lo combaten y cae. Los ministros que suceden a los caídos tampoco pueden adelantar, porque los anteriores se han convertido en oposición. ¡Cómo van a ayudar a quienes los sustituyeron! (…). Con mejoras que tanto significan para Córdoba como, por ejemplo, el ferrocarril directo a Puertollano, hacer navegable el Guadalquivir hasta aquí para barcos de regular calado, lo que permitirá establecer precios de transporte a dos céntimos por tonelada y kilómetro. Si llegan a realizarse, ¿ quién podrá competir con esta ciudad, que será el centro de exportación andaluza? Porque a estas circunstancias favorables unirá la feracidad de su suelo privilegiado».
Y por motivo de mi oxígeno lo dejo para otro día.
Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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