20/09/2024 06:28
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Bajo el sugestivo título que encabeza este artículo, un joven doctor en Medicina, recientemente terminada su residencia en un Centro de Salud de Barcelona, ha publicado un libro que ha tenido una muy buena acogida por parte de los medios de comunicación y por parte de los lectores, que es lo importante. El doctor Albert Bellvert Ríos decidió recoger por escrito su propia experiencia vivida durante la pandemia, y dar a conocer al gran público los diferentes avatares sufridos y soportados por el personal sanitario y por sus pacientes. Inicialmente publicado en Amazón, en catalán, la edición en castellano, que debería estar ya en librerías desde hace una semana, no fue aceptada por la plataforma digital alegando excusas nada convincentes. Personalmente, creo que dado el éxito del libro, la versión en castellano estaba llamada a alcanzar un mayor reconocimiento y tengo la sospecha de que, desde algunos de esos laboratorios de manipulación de lo que en su día fue la opinión pública, se obstaculizó el lanzamiento de este trabajo que sonrojará a muchos cargos públicos.

Nacido en Pineda de Mar, Albert Bellvert Ríos acaba de terminar su periodo de residencia, y tiene antecedentes como voluntario de la ONG Kitrinos Healthcare, en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. Tras una lectura apresurada, entiendo que Put. Virus tiene dos apartados fácilmente reconocibles, pero además el autor ha referido también un mosaico de situaciones y temas inherentes a las vicisitudes de un médico en formación, que es lo que realmente es un médico residente. Y es por todo ello por lo que en este libro se nos regalan algunas conclusiones definitivas sobre el periodo vivido recientemente, y se nos aclaran algunas dudas sobre la pandemia y sus efectos. Conviene también avisar al lector que un médico residente lo es tras haber obtenido el grado en Medicina, que son seis años de universidad con alto nivel de exigencia, haber realizado el examen de MIR (Médico Interno Residente), que consiste en un curso que comienza al acabar el sexto año con la carrera ya terminada y concluye al convocarse la oposición, que suele ser a finales de enero o febrero, con jornadas diarias de once horas de estudio, y tras haber obtenido un número suficiente para solicitar la especialidad y el hospital deseado. El médico residente dispondrá de cuatro o cinco años, según la especialidad, para recibir una formación práctica, siendo su responsabilidad acorde con su situación laboral, pero siempre bajo la supervisión de un especialista, en lo que respecta al trabajo práctico, y la de un tutor en lo que atañe a la formación académica (sesiones, seminarios, congresos etc.). Los médicos residentes tienen un sueldo de mil cien euros, en su primer año, con una subida de aproximadamente unos ciento cuarenta euros por año, con ligeras diferencias entre las Comunidades Autónomas. Un médico residente de cuarto año termina su etapa de formación, tras el informe de sus tutores y jefes, y se convierte en especialista. Durante la pandemia, muchos médicos residentes han sido reubicados de sus especialidades para pasar a prestar sus servicios en otros departamentos, como es el caso, por ejemplo, de los anestesiólogos, que lo han hecho en las UCI.

En una primera parte de su libro, el doctor Bellvert nos da cuenta de las contradicciones dictadas, desde las administraciones públicas (nacionales y autonómicas), para tratar de controlar el brote de la pandemia. La puesta en marcha de protocolos parecía una cascada de disposiciones, a veces improvisadas, que se solapan las unas a las otras: la carencia de material, que evidencia análogamente la confusión de los responsables a la hora de tomar decisiones; el elevado número de personas afectadas y de víctimas, fruto de la falta de previsión, dibujan un panorama de caos, en el que la muerte figura inevitablemente como telón de fondo durante el estado de alarma.

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En la segunda parte del libro, el autor trata, con cierto sentido del humor, la casuística de las consultas en los centros de atención primaria. La falta de cultura, en lo que es la asistencia sanitaria, no es nueva y ha sido revelada por otros colegas del doctor Bellvert, y da origen a un cierro humorismo no exento de una gran dosis de ternura, tratándose de lo que se trata. Según el autor del libro: «El trabajo de acompañamiento al final de la vida siempre me ha parecido de mucho valor. El médico de familia debe acompañar de manera horizontal al paciente durante el proceso de la vida, y la muerte es la última etapa de esta».

El texto está salpicado con numerosas referencias al cine, dada la afición del autor por el séptimo arte, cuyas citas ilustran también, para el lector, episodios que de una manera u otra han estado presentes en estos últimos meses. En definitiva, un libro ameno sobre un tema doloroso que ayudará a comprender mejor lo que hemos pasado y, probablemente, y ojalá no ocurra, los errores que no debemos cometer si volvemos a estar amenazados por una pandemia similar.

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REDACCIÓN