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Tras aquel multitudinario e irrepetible traslado “De Alicante al Escorial”, que tan soberbiamente plasmó en so poesía el inolvidable José Luis de Santiago Y Merás:

 “De Alicante al Escorial

un mar de camisas viejas,

que recortan sobre el trigo

el azul de sus siluetas.

Y en el cielo de Castilla

un féretro y cinco flechas,

el redoble de unos pasos

y en lo alto las estrellas.

Las centurias arma al brazo

van en pos de las banderas

que fueron hace muy poco

penacho de las trincheras.

 

 

Sobre la tierra enlutada

velan los camisas viejas

Los camaradas caídos

le dan guardia en las estrellas.

Un arco de brazos tensos

al pie de la carretera

y un silencio nacional

el llanto de España entera.

Que Dios te acoja en su seno

y te de la paz eterna

La patria jura por Dios

Que segará tu cosecha.”

Y como hubiera sucedido con la reina Isabel I de Castilla, la Reina Santa, a pesar del Vaticano, con su traslado de Medina del Campo a Granada, según lo que había dispuesto en su testamento, llevado a cabo por un cortejo formado por cerca de 200 personas, entre las que se contaban  nobles, militares, guardias, clérigos o músicos, cocineros, carniceros, plebeyos, sin distinción de clase y condición, otra vez por las tierras de España, un hombre joven, un español de los pies a la cabeza, un Cesar Hispano llamado José Antonio, a hombros de sus camaradas, salidos de todos los estratos sociales, recorrió durante diez días, las tierras de España, con la intención de reposar para siempre en el silencio del monasterio escurialense de San Lorenzo, obra insigne aquel magnifico y prudente Rey llamado Felipe II.

Sin embargo no será así. Y desde su entierro, tras su asesinato, a las 6,20 horas del 20 de noviembre de 1936, echado su cuerpo a una fosa común del cementerio de Alicante, nº 5, fila novena, cuartel nº12, enterrado, como comentaría, de forma ruin y malvada, exiliado en Puerto Rico, tras la victoria de las tropas de Franco en la guerra de liberación española 1936-39,, el juez Federico Enjuto Ferrán, miembro de la masonería, encargado por orden del socialista Indalecio Prieto, ministro Marina y del anarquista y pistolero, García Oliver, ministro de justicia, miembros ambos del gobierno presidido por el “Lenin español”, miembro del PSOE, Francisco Largo Caballero, de presidir aquel tribunal farsante y prevaricador,  “de bruces  y con la cabeza hacia abajo, para que si resucitaba no pudiese ir hacia arriba”, José Antonio sería objeto , como hemos visto en anteriores artículos de dos exhumaciones más con sus correspondientes inhumaciones, hasta la fecha del 30 de noviembre de 1939, en que descansarían sus restos en una tumba delante del altar mayor del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Pero veinte años después, en la tarde del  día 30 de marzo de 1959,  los restos del Fundador y Jefe Nacional de Falange Española y de las JONS,  José Antonio Primo de Rivera eran exhumados, nuevamente, de la tumba en la que descansaban, en el Monasterio de El Escorial, para su traslado al Valle de los Caídos, cuya monumental basílica sería inaugurada por el Caudillo de España, Francisco Franco, el día 1 de abril, al cumplirse el vigésimo aniversario de la Victoria de las fuerzas Nacionales frente el comunismo.

En una carta que Miguel y Pilar Primo de Rivera habían dirigido al Caudillo con motivo del enterramiento de José Antonio en Cuelgamuros se decía: “Desearíamos que el traslado desde el Monasterio de El Escorial hasta la Basílica del Valle de los Caídos tuviera lo más posible carácter íntimo y recogido.”, algo que se respetaría de forma inflexible. La familia de Primo de Rivera eligió la siete de la tarde para llevar a cabo la exhumación de los restos de José Antonio.

A esa hora, en la lonja del Real Monasterio de San Lorenzo, en espera de Miguel y Pilar Primo de Rivera, se situaron  los ministros subsecretario de la Presidencia Luis Carrero Blanco; Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz; de Justicia, Antonio Iturmendi Bañales; de la Vivienda, José Luis de Arrese y Magra; el ex ministro Raimundo Fernández Cuesta; vicesecretario general del Movimiento, Alfredo Jiménez Millas; director general de Prensa,  Adolfo Muñoz Alonso; gobernador civil y Jefe provincial del Movimiento, Jesús Aramburu Olarán  y otras autoridades.

Minutos más tarde llegaron al Monasterio, los hermanos de José Antonio, Miguel y Pilar, que presidirían el histórico y difícil momento. Miguel y Pilar, acompañados por los ministros y otras autoridades, accedieron a la  real basílica a través de la portería y no por la puerta principal. La real basílica, cuyas bóvedas fueron pintadas al fresco por el napolitano, alumno aventajado del gran José de Ribera “el Spagnoletto”,  Lucas Jordán, en época del rey Carlos II, se encontraba completamente apagada. Solamente un foco iluminaba la tumba de José Antonio, situada ante el altar mayor de la gran basílica. Los hermanos de José Antonio, junto a varios mandos de la Sección Femenina, se situaron a la derecha de la tumba, haciéndolo los ministros al pie de la misma.

En medio de un impresionante silencio, donde tan solo se escuchaban los golpes de las herramientas, manejadas por los operarios del patrimonio Nacional y canteros, que fueron los encargados de levantar la pesada losa de granito  de 3,500 kilos de peso.  Poco a poco, con mucho trabajo,  se logró mover la lápida, que se fracturaría,  que con la escueta inscripción de “José Antonio” una Cruz y una palma, cubría el féretro del fundador de la Falange Española  desde noviembre de 1939.

 

  1. En el patio de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, se entonó el “Cara al Sol” en honor al inolvidable Jefe Nacional José Antonio.

Con la sepultura abierta, un operario descendió a su interior para comprobar el estado en que se encontraba el féretro que guardaba los restos del César Hispano.

El féretro se encontraba muy dañado en su fondo, prácticamente carcomido. Sin embargo la bandera de la Falange Española, que lo había cubierto, estaba en perfecto estado, al igual que la Palma de Plata, así como el Yugo y las flechas de plata de los lados de la caja, y sus cuatro asas, a las tan solo cubría una  capa de moho.

El momento del izado del féretro de la tumba, fue de inmensa emoción entre los familiares y autoridades presentes.  Este se situó en el suelo de la basílica, mientras el padre Prior de la comunidad agustina rezaba un responso.

Finalizado el responso, el féretro, cubierto con una bandera de Falange Española de las JONS, puesto que la bandera de Falange, que había cubierto el ataúd en su tumba escurialense, fue entregada a Pilar Primo de Rivera, fue  colocado en el centro de la basílica, en las mismas andas que le habían trasladado de Alicante al Escorial, veinte años atrás. A los lados del mismo se colocaron seis hachones, iniciándose los turnos de vela, siendo el primero el que  conformarían Miguel Primo de Rivera y los ministros subsecretario de la Presidencia Luis Carrero Blanco; Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz; de Justicia, Antonio Iturmendi Bañales; de la Vivienda, José Luis de Arrese y Magra, así como el que fuera  ministro y gran amigo de José Antonio, Raimundo Fernández-Cuesta y Melero. De seguido, el capellán de la Jefatura provincial, padre Resilla, inició el rezo del Santo Rosario.

Al finalizar el Rosario, el primer turno de vela dio paso a otro, cuyos puestos fueron ocupados por miembros de la Jefatura provincial del Movimiento de Madrid y “Palmas de plata” de la Falange Española. Los turnos se irían sucediendo, de forma continua, hasta la mañana del día 31.

El acto enormemente emotivo, que finalizaría a las nueve de la noche, revistió un carácter de total intimidad. Solamente accedieron a la basílica un reducido número de personas, que fueron testigos  de tan señalado e histórica hecho. La prensa no tuvo acceso a la ceremonia. Tan solo se permitió la entrada, a fin de realizar trabajos con destino a los archivos de la secretaría general del Movimiento, de un redactor y dos fotógrafos del diario “Arriba”, así como cuatro operadores del “No-Do”.

San Lorenzo de El Escorial se fue llenando durante la tarde y noche, de ese día 30, de miles de falangistas, llegados desde toda España. Hoteles, hostales, pensiones y casas particulares resultaron insuficientes para dar hospedaje a tal riada humana, quedando  las carreteras de acceso al Real Sitio completamente colapsadas, ante la avalancha de autocares, vehículos, motos y otros medios de transporte.

La ceremonia del traslado de José Antonio a la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos comenzó a las siete de la mañana, de una  mañana fría y ventosa, de tibio sol, de la recién estrenada primavera. Las campanas del monasterio y de todas las iglesias de San Lorenzo de El Escorial tocaron a muerto, mientras el Padre Rasilla, capellán de la Jefatura Provincial del Movimiento de Madrid, oficiaba el Santo Sacrificio de la Misa. El último tumo de vela correspondió a jefes de centuria de la Guardia de Franco de Madrid.

En lugares principales del monasterio se situaron Pilar y Miguel Primo de Rivera, el ministro secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz; los antiguos ministras Raimundo Fernández Cuesta y José Antonio Girón de Velasco; vicesecretario general del Movimiento, Alfredo Jiménez Millas; director general de Prensa del Movimiento, Adolfo Muñoz Alonso; gobernador civil y Jefe provincial del Movimiento de Madrid, Jesús Aramburu Olarán; inspector Nacional de la Vieja Guardia  Carlos Pinilla Turiño; Subjefe provincial del Movimiento de Madrid Luis Soriano Rodríguez y otras jerarquías.

Finalizada la Misa, en la propia basílica, comenzó a formarse la  comitiva  de traslado de los restos de José Antonio hacia el Valle de los Caídos. Al aparecer el féretro en el  patio de Los Reyes del monasterio, miles de falangistas entonaron, en posición de firmes y brazo en alto, el “Cara al Sol”, en honor y recuerdo de su Jefe Nacional y fundador. La marcha la abrió la Cruz alzada, seguida de unidades uniformadas, Vieja Guardia, féretro de José Antonio,  relevos de portadores de las andas de la Vieja Guardia, presidencia del duelo, Falanges de distritos de Madrid. Sección Femenina, Frente de Juventudes, Falanges Provinciales y centurias de la Guardia de Franco flanqueando la comitiva.

Respondiendo al bando hecho público por el alcalde de San Lorenzo de El Escorial, el día anterior, todo el pueblo se echó a las calles para rendir un emocionado homenaje de respeto a tan egregia figura de la historia patria.

Al pasar el cortejo por delante de la Comandancia Militar de El Escorial, fuerzas del batallón de cañones contra carros número 56, rindieron los máximos honores de ordenanza a los restos del fundador de la Falange Española.

  1. Una ingente multitud acompaña los restos de José Antonio a su salida del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Durante cuatro horas, los trece kilómetros que separaban el monasterio de San Lorenzo de El Escorial y el Valle de los Caídos, fueron cubiertos a pie por más de doce mil españoles de todo tipo y condición. Hombres y mujeres con sus camisas azules, que acompañaron los  relevos, que sin interrumpir la marcha, se fueron sucediendo cada cien metros, en el transporte a hombros del féretro, en el que intervinieron   miembros de la Vieja Guardia  y de la Guardia de Franco.  Un emotivo camino por la sierra madrileña en el silencio, solamente interrumpido por el rezo del Santo Rosario y el musitar de oraciones.

  1. Veinte años después, como de Alicante al Escorial, de nuevo José Antonio, a hombros de sus falangistas. Esta vez hacia el Valle de los Caídos.

En la explanada del Valle de los Caídos esperaban la llegada de la comitiva miles de falangistas, que acudieron a la histórica jornada desde los más recónditos lugares de nuestra entrañable piel de toro, nuestras islas afortunadas y de la calma, Ceuta, Melilla, Guinea Española y el Sahara español. Autocares, coches particulares, entre ellos algún “Biscuter” y motos, llenaron los aparcamientos de un sin igual monumento, único en el mundo, que presidía la Cruz más alta de la cristiandad y que sería inaugurado de forma oficial por el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Francisco Franco, al día siguiente, primero de abril, día de la Victoria.

 

  1. Un Guardia Civil presenta su arma en señal de respeto al paso del féretro que contenía los restos de José Antonio Primo de Rivera en su marcha al Valle de los Caídos.

Encabezadas por sus guiones, banderas y banderines, las delegaciones provinciales de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, por orden alfabético, fueron formando en la explanada del Valle. A ambos lados de la puerta de entrada de la basílica de la Santa Cruz, militantes de la Sección Femenina, formaron dos largas filas. Por su parte, miembros de la Vieja Guardia, Guardia de Franco, Frente de Juventudes, cubrieron carrera  a ambos lados de la carretera, que ascendía desde la entrada principal del Valle  hasta las escaleras de acceso principal a la gran explanada de la basílica.

A las doce y media, el abad mitrado de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, fray Justo Pérez de Urbel, acompañado por la comunidad de monjes benedictinos, se situó con la Cruz alzada, ante la gran puerta de bronce de la basílica de la Santa Cruz, obra del escultor Fernando Cruz Solís, sobre la cual se encuentra la majestuosa y enorme Piedad de Juan de Avalos,  para recibir los restos de José Antonio.

El féretro recorrió la gran basílica, para quedar colocado ante el altar mayor, delante de la tumba que desde ese instante acogería sus restos mortales, en la creencia que sería su reposo definitivo hasta la llegada del traidor, profanador de cadáveres el matón chulesco apellidado Sánchez, quien pretende profanarla.

  1. A hombros de falangistas, entre ellos su sobrino Miguel Primo de Rivera y Urquijo, los restos de José Antonio llegaban ante el altar mayor de la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.

Fray Justo Pérez de Urbel ofició la misa de réquiem, La familia de José  Antonio se situó en un lugar preferente a la izquierda del féretro. En el otro lado de se situaron los ministros, subsecretario de la Presidencia, Luis Carrero Blanco; de Justicia, Antonio Iturmendi; de Marina, almirante Felipe Abarzuza; de Agricultura, Cirilo  Cánovas; de Trabajo, Fermín Sanz Orro; Secretario General del Movimiento, José Solís, y ministro de la Vivienda, José Luis de Arrese. También se situaron en lugares preeminentes  el jefe del Alto Estado Mayor, capitán general Agustín Muñoz Grandes; el vicesecretario general del Movimiento, Alfredo Jiménez Millas; el subsecretario de Agricultura, señor Pardo Canalis; los antiguos ministros Ramón Serrano Suñer, Raimundo Fernández Cuesta, José Antonio Girón de Velasco y Eduardo González Gallarza; el segundo jefe e Intendente de la Casa Civil del Jefe del Estado, señor Fuertes de Villavicencio y otras autoridades.

  1. El féretro que contenía los restos mortales de José Antonio es introducido en su nueva morada. Una sencilla tumba ante el altar mayor de la basílica del Valle de los Caídos.

La basílica, llena hasta los topes, no pudo albergar a los miles y miles de falangistas que quisieron rendir con su asistencia, homenaje de adhesión y de respeto a su Fundador, teniéndose que quedar en la gran explanada de entrada una inmensa muchedumbre.

Una vez finalizada la misa, Fray Justo Pérez de Urbel rezó un responso, procediéndose a continuación al descenso del féretro a su sepultura definitiva, que fue cubierta con la lápida, con una Cruz y una sencilla inscripción “José Antonio”.

“Sobre su tumba a cincel

Un nombre cierra una historia

Honrándole en su memoria

Seremos de ella y de él”

Tumba de José Antonio Primo de Rivera en la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.

P/D: Cuando todos los españoles de bien, pensábamos que José Antonio descansaría ya en paz, para siempre, hasta la resurrección,  tras su cuarto enterramiento, en el silencio benedictino de la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, aparece, algo  que dice muy poco en favor del pueblo español, un sujeto  siniestro, mezquino, malvado, mentiroso, chulesco, trilero, estulto,  lleno de odio, indigno, amoral, sin honor, traidor a España, profanador de cadáveres. salido del légamo de las peores páginas de nuestra historia, favorecedor de terroristas y violadores,  encaramado al poder por una caterva de canallescos cómplices y colaboradores, amigos y correligionarios unos, con diversidad de siglas, del partido más asesino de la historia de humanidad: el partido comunista; de los asesinos de la marxista y antiespañola  ETA, junto a los herederos del partido de los matacuras, los separatistas de Esquerra republicana, otros;  completados por otra recua afiliada al partido más sanguinario, asesino y ladrón de la historia de España, el PSOE, del cual este sujeto es secretario general, el mismo partido que condenó de forma injusta a José Antonio y boicoteó todos los intentos por salvarle la vida,  y  que ha decidido volver a desenterrarlo. Si esto llega  a producirse, sobre él y sus cómplices, cúmplase alguno de los epitafios que llenan lapidas y panteones de numerosos camposantos de España, Italia, Francia y Portugal, como el que dice: «Si quis hoc sepulchrum transferat, sors sit ludae et pereat sicut traditor Iudae Iscariotis.» “Privatur luce Christi, et viva eum terra absorbeat, et mendicitas et lepra depraedetur prolis eius”.” Si alguien removiera este sepulcro, sea echado fuera y  perezca como el  traidor de Judas Iscariote.” “Que sea privado de la luz de Cristo, y que la tierra lo trague a él en vida, y que la mendicidad y la lepra sean presa de su descendencia”.

Otro si: Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia; manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia; un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor. ignorante y mentiroso y que incluso  ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de el que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-,  llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.  

A mayor abundamiento con esa nefanda ley, José Antonio Primo de Rivera, es una víctima, de acuerdo con lo establecido en el art. 1.2 de esa referida Ley que dice textualmente: “Asimismo, es objeto de la ley el reconocimiento de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, de pensamiento u opinión, de conciencia o creencia religiosa, de orientación e identidad sexual, durante el período comprendido entre el golpe de Estado de 18 de julio de 1936, la Guerra de España y la Dictadura franquista hasta la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978, así como promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal, familiar y colectiva, adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre la ciudadanía y promover lazos de unión en torno a los valores, principios y derechos constitucionales.”

De igual manera, acogiéndonos al artículo 4.1 de esa ignominiosa ley que dice textualmente: “Como expresión del derecho de la ciudadanía a la reparación moral y a la recuperación de su memoria personal, familiar y colectiva, se reconoce y declara el carácter ilegal y radicalmente nulo de todas las condenas y sanciones producidas por razones políticas, ideológicas, de conciencia o creencia religiosa durante la Guerra, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura, independientemente de la calificación jurídica utilizada para establecer dichas condenas y sanciones”, habrá que revisar y reparar la condena de José Antonio, tras un juicio farsa, sin ningún tipo de garantías judiciales y lo que es peor y monstruoso, con la sentencia de muerte ya dictada de antemano por el criminal y asesino frente popular compuesto por socialistas, comunistas, anarquistas, masones y separatistas.

ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.

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