22/11/2024 08:56
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ETA, durante décadas, se ha permitido el lujo de asesinar impunemente y, con la bendición de los partidos gobernantes –salvo el  franquismo que,  también se vio obligado a cambiar la pena de muerte, por unos años—muy pocos– en cárceles cinco estrellas, con lujo de sexo incluido.  Han crecido alarmantemente, los crímenes más horribles,  protegidos por Leyes inteligentísimamente  elaboradas,  a lo largo de los últimos doscientos años, en la oficina de proyectos de la Sinagoga de Satanás. Leyes para atemorizar a quienes  viven según las normas de convivencia (y a los criminales les hacen cosquillas).

Uno de los mayores crímenes contra la Humanidad –a mí entender y el de los Hombres con sentido común—ha sido la “supresión de la pena de muerte”.

Pues bien, cuando alguien reconoce el error y sugiere su restablecimiento, para  volver a una sociedad segura con ·respeto a la vida humana”,  pronto saltan sus  defensores. Acabo de leer a un famoso periodista mostrando  su oposición,  no por “consideraciones morales” sino por el hecho de que –como ha ocurrido—puede morir algún “inocente” puesto que la vida no es recuperable.

Desgraciadamente, la Jerarquía de  nuestra santa Madre la Iglesia Católica, ha hecho suya la condena de la “pena de muerte”, cuando durante dos mil años ha sostenido lo contrario, por ser fruto de la inteligencia y la sabiduría de nuestros mayores.  Sabiduría acorde con la Ley de Dios, puesto que el mismo Cristo nos enseña –en varias parábolas—cómo, el Rey,  “mando matar a los asesinos” de sus enviados y de su hijo,  cuando fueron a reclamar el pago de las deudas. ¡Y no le reprochó su conducta, como mala! Flaco favor ha hecho a los hombres,  esa Jerarquía, procediendo contra el sentido común.

Pero el motivo de este escrito es muy sencillo, refutarlo utilizando la lógica más elemental.

Las leyes tienen que buscar el bien común (de “todos”). Y el propio Creador, cuando dictó las leyes “que rigen el Universo”, se atuvo a este principio fundamental, aun sabiendo que esas Leyes, dictadas por Él, tendrían consecuencias fatales en algunos momentos. Pero Él sabía, que “sus Leyes eran perfectas” a pesar de algunas consecuencias terribles y dolorosos.

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Veamos un ejemplo que, para entender lo que quiero explicar, es suficiente.

Pensemos en la “Ley de la Gravedad y de atracción de las masas”, fundamental para el funcionamiento de toda la Creación conocida. .Nuestros legisladores, ya la habrían abolido, si dependiera de su buenismo, por ser “culpable” de centenares de miles de muertos al año. Por lo tanto, ese escritor y todos cuantos han prohibido la pena de muerte, deberían protestar a Dios por su crueldad e injusticia para con los hombres. Y, nuestros “obispos abolicionistas” deberían sumarse y organizar manifestaciones contra el Creador “sin entrañas” que dictó –y no enmienda– la “Ley de la atracción de las masas”.

Para los que no hayan entendido, voy a explicarme mejor.

Hace unos años, un matrimonio amigo de mis hijos –médicos ambos—se turnaban en casa para no dejar solo a su hijito de muy pocos años –dos o tres–.  Ese día,  estaba el marido,  al cuidado de su hijo. Cogió la bolsa de la basura y bajó a la calle a depositarla… Ese poco tiempo fue suficiente para que el niño cogiera una silla, se subiera a la ventana… y se precipitara en el vacío, ¡Pueden imaginarse la escena!…  Podríamos, igualmente,  hablar de los albañiles que se resbalan en los andamios, los puentes que se hunden, los aviones que se estrellan, etc. Lo dejo a su imaginación… y cuenten las muertes que está provocando, ininterrumpidamente, esa “Ley de la gravedad”.

No leo todo lo que se escribe o se ha escrito en el pasado,  pero no tengo noticias de la organización de manifestación “universal” alguna,  contra esa terrible Ley dictada por el Creador, — que los “buenistas” deberán llamar “asesina de inocentes”...

Cuando se arrincona el sentido común –algo habitual entre quienes consideran un timbre de gloria  proclamarse “agnósticos” o “ateos”–  su uso de la lógica  es inferior al del pueblo llano y mentalmente sano. Lo de “Vox populi, vos Dei” no es un adagio insustancial, es fruto de la sabiduría innata de la gente de bien, de instinto infalible para buscar la “justicia” y la “verdad”. En una sociedad de borregos es fácil, que triunfe la idea de que la “pena de muerte” no tiene que existir porque pueden cometerse  errores irreparables… La perfección no es de este mundo. Lo que nos pide Dios es que intentemos “ser perfectos”, no que lo seamos. Y,  las Leyes,  deben ajustarse a ese patrón y ser beneficiosas para el mayor número. La pena de muerte ha evitado “millones de crímenes”… por el contrario, su abolición ha dejado el campo libre a los criminales, y —peor aún–  “los invita a matar”.

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Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.