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Antes que tome carta de naturaleza, de que sea sancionada la mal llamada “Ley de Memoria Democrática”,—de que la impuesta “ley del silencio” socio-comunista, sazonada concienzudamente con multas, sanciones y represalias contra los transgresores de la norma, antes de que se introduzca furtivamente en los zaguanes de nuestras moradas para colocar la recurrente cartelería totalitaria que la libertad de expresión y opinión quedan revocadas en lo concerniente a la realidad histórica y política de la Guerra Civil del anterior siglo,—entiendo que es oportuno volver a poner negro sobre blanco lo escrito en Agosto de 2018 (con algún añadido para actualizarlo), si bien, la intención es fundamentalmente divulgativa, no es menos cierto, que en estos tiempos de sufrimiento moral y escándalo político derivados de la incompetencia y vesania del gobierno, también es un lenitivo personal para el infrascrito, a la vez que quiere honrar, reconocer y recordar a los hombres de bien que sufrieron las crueldades de la lucha, para terminar poniendo sus botas encima de la cabeza del monstruo y aplastar a la serpiente comunista.

España sufre, los españoles, unos más que otros, también padecen las cotidianas y pestíferas deposiciones que el gobierno esparce por el territorio nacional, lo que se traduce en la degradación de la convivencia y de las instituciones erigidas al amparo y calor de la Carta Magna.

Jovellanos decía: “todo se sufre, pero se sufre de mala gana, pero ¿quién no temerá las consecuencias de tan largo y forzado sufrimiento?

Las rebeliones suceden, las revoluciones se hacen.

En este último negocio están los numerosos enemigos de España; ahora bien, el descontento social, sea o no mayoritario, no basta para desencadenar una revolución, entre otros factores, es condición indispensable que haya grupos interesados en azuzar, organizar, alimentar, pregonar y dirigir el resentimiento y el odio.

Dichos grupos, los gestores, son la “intelligentsia”, en teoría, intelectuales que ansían el poder político para su propio beneficio e interés y en detrimento del pueblo.

Para que surja esta clase, es necesario que se cumplan dos condiciones, resumiendo: una ideología materialista, marxista o lo que es lo mismo, criminal-comunista, basada en la convicción de que el hombre no tiene un alma inmortal sino una materia moldeable por el medio que le rodea, susceptible de ser reordenado, dirigido y esclavizado (ingeniería social); en segundo lugar, oportunidad para conquistar un status social y laboral (derecho, periodismo, docencia laica en todos sus niveles….) que les independice del establishment para promover sus intereses de grupo y les permita tener autoridad e influencia sobre la opinión pública.

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De lo expuesto se constata que España “goza” de la presencia y activa existencia de personajes que se corresponden con los perfiles referidos, a estos, se suman los revolucionarios profesionales, huérfanos de moral y comprometidos, de ser necesario, con el atropello, el delito o el crimen.

Desde la Transición, nunca han proliferado en España tantos “Jeremías”, ciudadanos quejumbrosos y dolientes, percatados y conscientes de la tangible amenaza que supone la intolerable y sicópata actitud del “gran traidor y mentiroso” presidente del ejecutivo y de las políticas emprendidas por sus ministros, orientadas al derrumbe del edificio constitucional, apoyadas por los panegiristas de los asesinos vascos y conniventes con los objetivos del terrorismo de ETA, sumándose a la fatal empresa de demoler el Estado de Derecho, los envalentonados separatistas catalanes, fanáticos “talibanes” que tienen permanentemente a gala humillar a España y mofarse del resto de los españoles.

Sin más consideraciones ni prolegómenos, reproduzcamos la reflexión de Agosto de 2018, intitulada: LA II REPÚBLICA, FRANCO Y EL COMUNISMO.

La II República, tan añorada y defendida en la actualidad por las izquierdas españolas, no fue sino una imitación, una copia hermoseada de su hermana mayor, aquella que, no  alcanzó ni tan siquiera los dos años de vida, que gozó de una inestabilidad política sin precedentes, esta República federal concluyó con el golpe del General Pavía, transformándose en República unitaria hasta el pronunciamiento del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, dando paso a la restauración borbónica.

Cabe recordar, como ejemplo del fracaso de este régimen, la sublevación cantonal, en donde se declararon enemigos irreconciliables unas ciudades contra otras, en fin, una orgía de caos y despropósitos con el marchamo del “ genuino español federalista”.

El 14 de Abril de 1931, la monarquía  de Alfonso XIII, es sustituida por un régimen de naciente espíritu democrático, la II República española, que derivará en una cruenta y fratricida Guerra Civil.

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En ese año tienen lugar las elecciones generales que dieron el triunfo a los partidos republicano-socialistas, con la imposibilidad de que las mujeres pudiesen votar.

El 10 de Agosto de 1932 tuvo lugar la “Sanjurjada”, rebelión contra la República, a cuyo mando estaba el general Sanjurjo; el golpe contó con escasos apoyos en el centro y la derecha, el grueso de esta, la CEDA, lo repudió.

El general Franco, tanteado por los golpistas, se mantuvo al margen; su estricto sentido de la disciplina y aceptación de la República, aún sin simpatizar con ella, así se lo exigía. Por entonces, su mayor preocupación era que cualquier aventura pudiera abrir las puertas al comunismo.  

La insurrección anarquista en Enero del 33, la matanza de Casas Viejas y la Ley de Congregaciones, indujo al Presidente de La República Alcalá-Zamora a retirar la confianza al gobierno de Azaña; por fin, con motivo de las elecciones del Tribunal de Garantías Constitucionales, Alcalá-Zamora se deshizo definitivamente de Azaña, nombrando jefe de Gobierno a Lerroux, al que no dieron su confianza los republicanos de izquierda y los socialistas, estos últimos, habían roto sus compromisos con los republicanos, y por tanto el Presidente de la República optó por nombrar jefe de Gobierno al radical Martínez Barrio, con la misión de convocar elecciones generales para el 19 de Noviembre del 33, en las que, sí pudieron votar las mujeres.

Comienza el bienio radical-cedista de Alejandro Lerroux y Gil Robles, apoyados por el partido Agrario; la CEDA entra en el Gobierno, excusa que utilizaron los socialistas para amenazar a Alcalá-Zamora con una rebelión de carácter revolucionario, dándole apariencia de acto defensivo.

El movimiento revolucionario se desencadenó el día 5 de Octubre de 1934 y el 6 se sumaba la Esquerra.

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