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José Luis Ábalos, ya ex ministro, afirmaba hace algunas semanas que la decisión del Tribunal de Cuentas de reclamar el pago de la responsabilidad civil a los líderes del independentismo catalán formaba parte de «piedras en el camino». Días después, él y otros seis ministros e Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver han resultado ser piedras en el camino para Pedro Sánchez y han terminado siendo arrojados por un barranco, como estaba dispuesto el propio Iván Redondo mientras planeaba la España de 2050.
Ciertamente, la crisis de Gobierno conocida el pasado sábado 10 de julio, que ha sido más bien una hecatombe de Gobierno, se ha llevado a cabo por intereses electorales, ya que se pretendía efectuar con la intención de renovar la imagen del Consejo de Ministros en lo que al PSOE se refiere defenestrando a las caras visibles de algunos de los asuntos más polémicos y problemáticos. Se puede atender a algunos ejemplos: José Luis Ábalos ya estuvo en el ojo del huracán por el «Delcygate», una movida extraña en la compra de mascarillas y el rescate de Plus Ultra; Arancha González Laya estaba muy quemada por la crisis con Marruecos; y Juan Carlos Campo tenía sobre su espalda la pesada carga de haber trabajado en la concesión de los indultos a los líderes del independentismo catalán que fueron condenados por la Sentencia del Tribunal Supremo 459/2019.
La clave de todo el asunto se encuentra en el artículo 98.2 de la Constitución Española, que establece que «El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de éstos en su gestión«. Pedro Sánchez ha echado de su Gobierno a ministros que se han quemado por su intervención en asuntos espinosos que pueden generar perjuicios electorales, probablemente porque espera que la salida de los ministros afectados por la crisis de Gobierno sirva para atribuir a estos toda la responsabilidad por las actuaciones que realizaron, como si no tuviera incidencia alguna en su comportamiento las instrucciones que se pudieron emitir explícitamente desde Moncloa, lugar en el que ya se perdió el cariño a Iván Redondo por pretender ostentar más influencia de la que a Pedro Sánchez le convenía en lo que respecta al reparto de los fondos europeos, que, según se afirma en algunos lares, pueden ser un poderoso instrumento para levantar la economía española o una peligrosa herramienta para captar votos de redes clientelares.
Se ha generado cierta sorpresa porque no ha habido cambios en el sector del Gobierno que afecta a Unidas Podemos. Sin embargo, ello no debe resultar extraño en cuanto que Pedro Sánchez está buscando atraer el voto femenino con más ministras que ministros mientras observa como Alberto Garzón desarrolla una campaña contra el consumo de carne que le deja en ridículo y Yolanda Díaz habla de la matria.
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