14/05/2024 15:44

Al final, a la larga, el Altísimo imparte el castigo en la tierra a los hombres que son incapaces de establecer justicia para los necesitados.

Ese castigo de la Providencia, va dirigido contra los pobladores de esas zonas que les pudo la envidia, el rencor y la poca o nula solidaridad que debería haber hacia otras regiones de su misma nación, que por necesidad requerían agua dulce, esa  misma que se mezclaba inútilmente en la mar salada del Mare Nostrum. 

A mediados de los años treinta del siglo pasado, ya se habló de realizar el Trasvase del Ebro al Levante, después ése proyecto tomó forma durante el régimen de orden y autoridad del General Franco, aunque al final se decantaran por el trasvase Tajo-Segura y aparcaran temporalmente el trasvase del Ebro. Finalmente en la desastrosa democracia que padecemos, en medio de monstruosas movilizaciones en contra, encabezadas por los sepa-ratas y los comunistas, con la excusa de afectar a los cuatro arrozales y las aves migratorias del Delta del Ebro, además otras bobadas, el gobierno de Aznar aprobó el Trasvase del río más caudaloso de España desde su tramo final que se iba al mar, proyecto con dos ramales, uno para el Levante y otro para Barcelona capital y área metropolitana ; esa infraestructura que iba a financiar la UE quedó suspendida y anulada cuando de nuevo llegó al poder, por medio del golpe del 11-M, el partido distribuidor, entre otros males, de la miseria y la pobreza (PSOE), encabezado por el masón traidor de Zapatero. Cuando el Partido Patético (PP) volvió a tener mayoría absoluta, el «rajao» de Rajoy, en su línea de cobardón, no quería problemas ni enfrentarse a movilizaciones que molestaran a su legislatura.

Ahora, como sabrán los lectores, hay una sequía brutal, probablemente provocada por la geoingeniería climática, que afecta principalmente al suministro de agua en las provincias de Barcelona y Gerona, teniendo que aplicar las autoridades competentes fuertes restricciones a la población. De haberse construido en su día el Trasvase del Ebro, el ramal que iba hasta Barcelona (con final en Abrera, comarca del Bajo Llobregat) habría reducido el consumo de agua de los pantanos de La Baells y Sau-Susqueda; pero no, por culpa de la envidia y el rencor de los sepa-ratas y el rojerío, ahora nos vemos todos los ciudadanos de esas zonas afectadas sufriendo los efectos de la sequía.

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¡Gracias rojo-sepa-ratas! Una vez más, como de costumbre, habéis hecho padecer a la población. Yo me jorobaré,  pero con tal de veros padecer y sufrir también a los votantes, responsables y culpables de que no tengamos agua, me doy por satisfecha.

Castigo de Dios a esos envidiosos, los sepa-ratas, que decían en su día que no se trasvasaría una gota de agua de Cataluña a las regiones necesitadas, no queriendo que la zona agrícola del Levante fuera productiva con el agua del Ebro que se vertía alegremente en el Mediterráneo…castigo de Dios para esos que, por mero rencor y afán de destruir, el rojerío miserable y ruinoso, anularon un gran proyecto para aliviar la sequía.

¡Castigo de Dios!… ; ahora, ¡a fastidiarse, malnacidos!

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