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Queridos niños, todos conocéis la celebérrima frase de una de las principales políticas de Espena: Carmen Cardo, la egabrense que desconoce la masacre comunista en Cabra (o, cuando se ha enterado hace 4 días… la aplaude). Fijaos en la diferencia entre “el dinero público no es de nadie” y esta frase: “El dinero público no existe: es el de los contribuyentes”. La dijo una “fascista” de tomo y lomo, Margaret Thatcher. Es una de las 1.001 diferencias más entre comunistas y fascistas. Por favor, al igual que Concha Velasco quería ser artista, de mayor; yo quiero ser fascista.
Cada vez que veo un puño en alto, sé que no son 5 dedos contraídos, sino un muñón, pues sólo así se explica que puedan escribir (y hablar) tan mal. Por cierto, ojalá se instaure pronto la sharía en Espena, pues a todos estos comunistas les cortarían las manos (por ladrones) como poco… ¡qué bien les iban a tratar sus adorados putos moros! Es absolutamente impresionante que tengamos este Gobierno… ¿o no lo es tanto? Si redundo en que un Gobierno gobierna a sus gobernados… tendremos que analizar quienes son esos gobernados. Si obviamos a los que menciona la mujer del jurgolerdo e infantilizado tiburón empresarial Gerard Piqué, esas “ciegas y sordomudas”, que tantos espenoles han bailado, el resto de la población sabe lo que los comunistas hacen, dicen y escriben. ¿Entonces por qué puede estar en el poder semejante engendro intelectual y político, como es el PSOE y “los otros” (los llamo así porque igual han vuelto a cambiar su nombre, de tantos que han tenido y de tanta atomización de partidos que amalgama la secta del Che Pa Blenin), si su advenimiento no ha sido un golpe de Estado, como el 14 de abril del 31, sino que han sido votados? La respuesta está en la pregunta del título de este artículo: ¿Y los nenes? ¿De quien son los nenes? A esto contestó otro alto cargo político espenol, Isabel Cerdaá: “Los hijos no pertenecen a los padres”. Bien, todo un universo de amor, sensatez, intelecto y bondad el que han creado los comunistas, ¿a qué sí?
Pues discrepo de quien no está de acuerdo tanto con la señora Cardo como con la señora Cerdaá, porque asumo el “virgencita, virgencita, que me quede como estoy” que no es sino el final de un chiste que explica que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. El congojavirus me ha dejado claro que lo mejor para los nenes es que sus papis no tengan ninguna potestad sobre ellos y que el dinero que ganan sea, íntegramente, del Gobierno. Unos papis que son capaces de gastar ingentes cantidades de dinero en abrumadoras gilipolleces para hacer de sus nenes sujetos y objetos de mercado ultracapitalista; y para abducirlos y adoctrinarlos –una excusa para quitárselos de encima, pues (casi) ningún papi actual educa a sus nenes, sino que “los pare y los soporta lo menos posible” – enchufando a los nenes a tablets, ordenadores, consolas y móviles inteligentísimos. Arrojan a sus hijos a las fauces del lobo, y se quedan tan anchos. Unos padres que financian al Estado para que maltrate y adoctrine a sus hijos, ahora con al excusa del congojavirus y antes con cualquier otra… ¿qué sociedad tenemos? Perdón, estas 3 palabras merecen admiraciones: ¡Qué sociedad tenemos! ¿La situación actual de los coles e institutos de Espena no es motivo suficiente para quitar la patria potestad a todos? ¿No es motivo suficiente para que se monte la mayor revolución, sobre la Tierra, que haya contemplado el sol? ¿Qué pensarán de nosotros todos los científicos muertos que lucharon contra la superchería y los dogmatismos, qué lograron que la razón y la ciencia estuviera al servicio de los humanos? ¡qué pensarán de la anticiencia que domina ahora el mundo, y sobre todo Espena!
Quizás yo sea un anciano moribundo de 45 años. Un libérrimo ancestral. Un ácrata irredento. Un autodidacta reconocible. El último español de Espena. Quizás. Lo único cierto es que cuando yo fui nene, hijo de obreros que creció en un suburbio madrileño llamado Leganés, mis papis (y el resto de los de mis vecinos y compañeros de clase –ojo que eran tiempos en los que nos nenes crecíamos rodeados de nenes por doquier y pululábamos libres por la calle, el cole y, por ende, la vida) jamás me hicieron lo que los de ahora les hacen a los suyos, a los del Gobierno, a los del sistema mundial… y si lo hubieran hecho me habría convertido en un “Lazarillo” o “Buscón” más, porque llevo sangre española, y los españoles somos así: irredentos y libérrimos. Pero no me gustan las ucronías, sino los hechos reales y sus consecuencias históricas. Por eso no me queda otra que lamentar profundamente lo que están haciendo con los nenes y, por ende, con nosotros; pues ellos son nuestro futuro, cuando la vida sea su presente. De momento me conformo con haber tenido un pasado como la más mínima razón y moral dictan. ¿Qué coño les ha pasado a los padres de los niños de mi generación (los abuelos espenoles)? ¿Qué pollas les ha pasado a los niños de mi generación (la mayoría de padres espenoles)?
No sé que pensaría Margaret Thacher de esto de los nenes de ahora, pero vista su clarividencia con el dinero público, intuyo que ante la psicopática afirmación de Cerdaá, el comportamiento de los papis y lo que el congojavirus está haciendo e implementando; acuñaría algo así: “Menos mal que ya no soy mortal”.
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