22/11/2024 00:58
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La izquierda de este país siempre ha estado muy ligada a movimientos y grupos terroristas. Siempre han justificado sus crímenes y la condena a los asesinatos, era la excepción que no la norma o la regla. Lo que estamos viendo en los últimos días de jóvenes  delincuentes tomando las calles, saqueando comercios, rompiendo escaparates y mobiliario urbano, quemando vehículos y agrediendo a todo aquel que se interponga en su camino, con especial saña a los miembros y cuerpos de seguridad del estado, envueltos en trapos tricolor y todo tipo de simbología comunista, no es nada nuevo a lo largo de la historia de la izquierda española. En esta ocasión, encontramos algunas diferencias notables respecto al pasado. Antes la izquierda protestaba y protagonizaba graves disturbios y actos vandálicos, siempre que no estuvieran en el poder, cuando pretendían conseguir en la calle lo que las urnas no les habían concedido. Ahora la estrategia es otra muy distinta. Desde el poder se alienta a la movilización y al saqueo. Son varios los ministros de este gobierno los que se solidarizan con los delincuentes y los saqueadores, varias las personalidades vinculadas a uno de los dos partidos de la coalición de gobierno, los que no solo no se niegan a condenar los atentados, es que les jalean y entienden que la violencia es una forma legítima de protestar, con el silencio cómplice del resto de los miembros de ejecutivo.

Lo grave de lo que ahora está sucediendo, es que se produce la paradoja de que es el poder quien ampara la violencia y a los delincuentes. El uso de la violencia siempre tiene una finalidad,  como cambiar las cosas, modificar el curso de la historia, hacerse con el poder o un sin fin de objetivos, pero casi siempre en la misma dirección, ¿ pero ocurre cuando es el propio poder o el gobierno de un país, quien ejerce la violencia y llama a la movilización contra las fuerzas de orden público, que también están bajo su mando?, ¿Cuál es la finalidad de las protestas si los que salen a la calle a protestar y saquear, simpatizan con el gobierno y son coincidentes en lo ideológico? Son preguntas que no tienen una fácil respuesta, son cuestiones que merecen una reflexión en profundidad, más allá de mensajes tópicos y típicos de falta de libertad de expresión, cuestión que por otro lado no se ajusta a la realidad. La izquierda en España mató mucho, asesinó sin piedad y sembró el caos a lo durante largos periodos de nuestra historia. Ahora se trataría de tener libertad para insultar a los que fueron asesinados. Parece ser que no bastaba con matarles, ahora se trataría de vilipendiar su memoria.

No es casual que desde el propio gobierno se hable de déficit democrático, cuando son ellos los que están en el poder. La izquierda está buscando una justificación en su nueva estrategia,  da por superado este régimen, se les ha quedado pequeño y ahora se trataría de provocar una evolución, un paso más hacia la dictadura perfecta con formas democráticas, vamos directos hacia la sovietización del estado y la bolivarizacion de la sociedad. Es algo que ni los más sesudos analistas quieren ver. El asalto a los cielos ha sido sustituido por el asalto a las calles, y las revueltas, el vandalismo y los saqueos, poco tienen que ver con la falta de libertad de expresión o el indulto a un delincuente rapero con letras insultantes, ordinarias y de dudoso gusto y si mucho con ese gran salto hacia adelante que pretende la izquierda en su camino hacia la eternización en el poder y el cambio de modelo. Solo así se entiende que los que están en el poder, se comporten como si estuvieran en la oposición. El gobierno se les ha quedado pequeño, ahora lo quieren todo, todas las estructuras del estado, laminando a los contrarios, a la disidencia y a los medios de comunicación independientes. En su ofensiva no se detendrán ante nada, modificación de leyes, de reglamentos, cambios en la Jefatura del Estado, profundización en el modelo territorial encaminado a una suerte de república confederal formada a su vez por otras minúsculas repúblicas, cambio de leyes educativas, utilización de la lengua como enfrentamiento entre españoles y normalización de cualquier aberración como sustento para el cambio en el modelo de familia. La delincuencia y el vandalismo consentido en las calles de España, son solo un primer paso en la demostración de fuerza del conjunto de la izquierda en su afán de quedárselo todo. 

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REDACCIÓN
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