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                Eran los años 70. En aquellos años la pedagogía estaba revolucionada porque las teorías freudianas o los enfoques piagetianos habían sido superados por el behaviorismo, es decir el enfoque conductista que de la mano de Paulov y Skinner planteaban abiertamente que los humanos somos algo así como órganos que responden a planteamientos mecanicistas por la fórmula de respuestas condicionadas por estímulos, y conductas operantes guiadas por estímulos motivacionales que limitan el margen de decisión del individuo. Es decir que, según ese enfoque, somos más complejos que una ameba, pero respondemos al mismo parámetro condicionante. Y para más concreción, Skinner afirmaba que esa conducta operante mediante bucles de reforzamiento por estímulos en bucle era conformada mediante un ambiente condicionante del que somos resultado y efecto, y que el libre albedrío es una falacia pues somos seres predeterminados por el contexto. Al mismo tiempo negaba la dignidad de la persona humana pues somos fruto de cada momento y de cada condicionamiento contextual.  Recuerdo que en las cátedras de pedagogía Skinner daba cuerpo a una moda referencial de los nuevos métodos didácticos y formaba el corpus teórico guía en aquellos años setenta.

 

En 1972, tras la reunión del Club de Roma, con la cita de treinta científicos llamados humanistas, precedentes del actual Foro Económico Internacional o Foro Davos, se entrevistó a Skinner igual que a otras 70 personalidades, surgiendo un libro llamado Debate sobre el crecimiento. En el prefacio de ese libro se indicaba la negativa de Skinner a que se publicara lo que él dijo, probablemente porque ya predecía lo que se iba a pergeñar y no quería aparecer como inspirador intelectual de la distopía que se avecinaba.  Y por ello se le pidió a Kenneth Goodall que interpretara las propias palabras del fundador de la Escuela conductista.

            Con estas palabras se reflejaba la negativa: “El doctor Skinner se opuso terminantemente a que apareciera en este libro una versión arreglada de su conversación. En consecuencia, invité al editor principal de la revista Psicology today, a redactar de nuevo el texto de manera que fuera finalmente aprobado por el doctor Skinner”.  Es decir, Skinner aparece con esta mención como elemento fundamental de lo que se decidió en el Club de Roma que luego sería el paradigma del actual modelo que abre el proceso hacia una gobernanza mundial, como el actual presidente marioneta del Foro Davos acostumbra a expresar en sus discursos.  ¿Por qué Skinner se negaba a que se publicaran sus palabras? Buena elucubración que daría luz sobre el problema de fondo.

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            Que se estaba diseñando a ese hombre nuevo de la New Age, a mí no me cabe duda. Y que ese hombre carecería de los atributos tradicionales como hombre espiritual, dotado de dignidad por Dios, y poseedor de atributos nobles sobrevenidos por su condición de ser libre sujeto a protección por su naturaleza personal e intransferible, era una cuestión que empezaba a abrirse en el horizonte de los que deseaban controlar la humanidad.

 

            Veamos las palabras del propio Skinner en la entrevista que le hicieron. Para Skinner “La supervivencia es el único valor” ”Tenemos que tomar en consideración a la humanidad en su totalidad”  Pero la supervivencia es un valor difícil “que únicamente puede funcionar si se comprenden las condiciones que han de satisfacerse a fin de sobrevivir, y después asegurarse que, de algún modo, la conducta humana tendrá las propiedades que necesita para satisfacer tales condiciones”  El modelo del futuro del planeta preparado por el Club de Roma es un paso muy importante, dijo Skinner. “Toda clarificación del futuro es un paso en la dirección de afrontarlo adecuadamente” Skinner piensa que su única objeción es que el modelo “tiende a concentrarse en la tecnología física y biológica, y no en la conductual que necesitamos”. El modelo no toma en consideración la función del medio en la determinación de la conducta humana. Y señala: “Sabemos como resolver el problema de la población por medio del control de los nacimientos; pero hay que ir un paso más allá: cómo lograr que la gente los acepte; cómo hacer para que la gente ceda en su orgullo de tener una familia numerosa; como evitar que se rían de uno porque solamente tiene dos o tres hijos. Son estos problemas del comportamiento los que no van a ser resueltos por ningún método anticonceptivo. […] Lograr esto, continuó Skinner, exigirá “buen acopio de cuidadosa ingeniería conductual, pues no es natural en el hombre renunciar a las cosas que más le placen”.  Por eso Skinner abogaba por “asustar para que la gente haga algo” “Es necesaria una técnica de intimidación, una predicción al modo de Casandra”

 

            Si no se entiende cómo y por qué se nos ha llevado como ganado hacia una forma de estar, de ver las cosas y de interpretar la realidad, es que no seremos capaces de reaccionar ante las flagrantes y burdas manipulaciones que sufrimos los humanos hoy, y más concretamente los españoles. Y por eso no entenderemos los métodos que creíamos superados tras la caída del Muro de Berlín para el control social, la socialización del comportamiento dirigida hacia la configuración de unos hábitos determinados, y a limitar nuestra natural concepción de la libertad; y poder así determinar nuestro personal proyecto de vida.

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 De esta manera podremos tomar conciencia sobre el problema del adoctrinamiento, de la limitación de nuestros derechos, de una pandemia con un claro enfoque de ingeniería social, del uso de los medios de comunicación como medios de lobotomización, de la propaganda como arma goebbeliana que toma el paradigma de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, etc. Y de la persecución al disidente que ya se empieza a alumbrar en el horizonte próximo.

            La modificación cognitiva de las masas es ya un hecho irrefutable. A más masa menos democracia y menos libertad. A más cantidad de personas conscientes de su individualidad y capaces de interpretar la realidad de forma propia, menos posibilidades de ser manipulados. La información contrastada e independiente es signo de libertad y de sociedades verdaderamente democráticas.

Autor

Ernesto Ladrón de Guevara