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No seré yo quien le diga a nadie lo que debe hacer, leer o escuchar, no seré yo quien intente convencer de lo correcto, a los ya convencidos y fanatizados. La mayoría de las personas tienen ya un esquema definido, y en muchas ocasiones, una idea pre concebida de lo que es la verdad y la realidad, que por mucho que les hagas ver que lo que opina no es siempre lo correcto y que vive instalado en la mentira y que se encuentra sumamente equivocado, no hace caso, bien por ignorancia, bien por conveniencia o bien por interés. Puedo llegar a comprender, puedo a llegar a entender que por propia supervivencia, uno se crea lo que interese creerse. En más ocasiones de las deseadas, buscamos “la paz interna”, evitar el conflicto con nosotros mismos, y es más cómodo aceptar lo que siempre hemos dado por bueno, a sabiendas de que la “versión” en la que confiamos y creemos ciegamente, tiene dudas razonables y grietas que la hacen poco consistente e incluso poco creíbles, antes de aceptar que estamos equivocados.
A las personas nos cuesta en exceso reconocer el error. Solo así se entiende que aceptemos una versión de la historia más reciente de España que no se sostiene, con “mantras” y “dogmas”, que a nada que uno sea un poco curioso, comprende que vive en la mentira, pero que callamos por miedo a ser estigmatizados o apartados, que callamos porque es más cómodo no llamar la atención y seguir la corriente a lo que pensamos que es la mayoría. Luego, en la intimidad de la amistad, la familia o los círculos de confianza, comprendemos que no estamos solos y que era posible haberse “rebelado” contra la imposición de una corriente oficial que acaba por normalizar la mentira, el engaño e incluso la aberración.
Radioya nació hace casi cinco años con vocación de ser libres, de debernos exclusivamente a la verdad, por muy incómoda o molesta que esta pudiera ser. Sin favores debidos ni peajes que pagar. Una radio que diera cabida a distintas sensibilidades, con la seguridad y la confianza de que existe vida más allá del pensamiento único. Un medio de comunicación, que no necesariamente tenía porque estar de acuerdo con todos los invitados o amigos que pasan a diario por sus micrófonos, pero un medio con principios y valores irrenunciables. Después de este tiempo, con nuestros defectos e imperfecciones, creo que hemos logrado el objetivo que nos habíamos planteado con nuestro nacimiento. Ahora ha llegado el momento de seguir creciendo, el momento de avanzar, el momento de pensar que el esfuerzo realizado se puede ver recompensado. Nunca creímos que Radioya fuera un fin, más bien un medio para dar la batalla cultural, la batalla ideológica que otros que tenían la obligación de haberlo hecho, no quisieron o no pudieron, o simplemente pensaba que esto no iba con ellos.
Radioya se hace más grande, sin perder su esencia ni los principios que motivaron su fundación. Radioya se transforma porque piensa que es la mejor manera de seguir prestando un servicio a todos aquellos que han dejado de estar huérfanos, a todos aquellos que por fin encontraron una forma distinta de entretenimiento, de informarse libremente. Sin imposiciones ni obligaciones. Simplemente haciéndoles pensar, reflexionar y decidir por uno mismo. El equipo continúa y las ilusiones están intactas, renovadas y con ganas de llegar a más gente. Me encantaría poder contar con todos los fieles de a esta emisora en esta nueva andadura que comienza. Por la Unidad de España, por la defensa de los valores cristianos y por la defensa de la vida. Radioya será ahora “Decisión Radio”, porque tu YA has decidido
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