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El presente
Érase una vez que era un tipejo de difícil descripción. Rondaba los 60, paticorto, con culo desgastado por el uso, poco pelo y bastante curva abdominal. Configuración complicada, nula aerodinámica, potencia contenida, alguna resistencia y, como consecuencia de lo anterior, escasos resultados… deportivos.
¿Resultados? Sí, porque el personaje en cuestión practica el intenso y habitual, está de moda, deporte de corretear de flor en flor. Ahora se estila mucho.
El pasado
Con la sinceridad por delante correr corre poco. Bueno, no corre poco, corre despacio. Las más de las veces sufre hasta un límite difícilmente contable. Las menos, galopa sin agobios. Siempre disfruta.
No conoce cuál es su «zona de confort» pero está seguro de que de ella no saldría, por si acaso. Es lento, muy lento, pero también es constante, muy constante. De los que, salvo mediar lesión casi siempre acaba un entrenamiento y casi siempre llega a meta. Aunque deba andar.
Sabe que jamás ganará una prueba. Sabe que jamás le veremos sobre un pódium. Sabe que nunca podrá escapar de sentir muy cerca el aliento de la ambulancia que cierra la carrera. Y, sin embargo, estar ahí, con unas zapatillas, con un dorsal, con su camiseta y la gorra negra, tener un objetivo final es, actualmente, una adicción irrenunciable.
«Sarna con gusto no pica», y el chico tiene una infección de caballo.
Creyéndose aquello que no es, ansiando eso que no puede conseguir, luchando contra la gula y contra una genética perversa sigue calzándose las bambas con regularidad de prescripción médica: martes, jueves, sábado y domingo. Y volver a empezar: martes, jueves, sábado y domingo. Un bucle infinito, al menos en la teoría de su calendario.
Pero esto también es como una lotería. Depende de las ganas, de las sensaciones, del tiempo disponible y del tiempo atmosférico. A veces sale muy bien, a veces sale mal, otras muy mal y, algunas, fatal. Demasiadas variables contra su cabezonería aragonesa-mediterránea.
El futuro
Esa vida necesita de un giro, una ruptura, un cambio. Que haya un antes y nazca un después para alcanzar el objetivo. A partir de ya entrena con constancia monástica, con tesón, con un plan. Habrá variables, pero estas dejan de ser una excusa.
El desenlace del presente protocolo de intenciones… en el final del maratón de Barcelona. Si antes, el gordito llega a la salida, si después consigue entrar en meta.
Y espera no «morir» en el intento.
Ahora, a entrenar, Miquel Octavi Iceta i Llorens que eres el actual ministro de Cultura y Deporte de España.
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