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Los periodistas más serios de este pais ya se preguntan: ¿Qué había en el telefono movil espiado a Pedro Sánchez y qué será lo proximo que cederá a cambio de que no lo sepamos?
Señores, hace unos días escribía que “el Rey se la está jugando” con permitir al Presidente Sánchez que vaya cediendo España a trozos.
Yo no lo entiendo. Yo no entiendo cómo el gallego Feijóo no se ha lanzado ya a la calle con todos los suyos para exigir que los Jueces intervengan y averiguen urgentemente lo que iba en el telefono movil intervenido, pues, como dice mi admirado Jesús Cacho (en el artículo que les acompaño por su clarividencia) hasta puede resultar que esté siendo chantajeado… Señores, y si eso es así, hasta dónde va a llegar el señor Sánchez que, por lo que se ve, está entre la espada y la pared (¡pero no dimite y se va!).
La cesion del Sahara y la ruptura de Argelia esconden algo que los españoles no sabemos… pero sí sabemos lo que dice el articulo 584 del Código Penal (y lo reproduzco una vez más para que despierten el Rey, el Tribunal Supremo y el Constitucional, los Medios de Comunicación Independientes, las Fuerzas de Seguridad del Estado y los Ejércitos: si un español vende o cede parte del territorio nacional o ayuda al enemigo es digno de alta traicion:
El español que, con el propósito de favorecer a una potencia extranjera, asociación u organización internacional, se procure, falsee, inutilice o revele información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional o la defensa nacional, será castigado, como traidor, con la pena de prisión de seis a doce años.
El precepto castiga como traidor al español que con el propósito de favorecer a una potencia extranjera, asociación u organización internacional, se procure, falsee, inutilice o revele información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional o la defensa nacional. Dos son las modalidades de conducta que se tipifican. Una primera que se configura a su vez por tres acciones diferentes y alternativas consistentes en falsear, inutilizar o procurarse información clasificada de reservada o secreta y una segunda referida a revelar información clasificada como reservada o secreta, información que en todos los supuestos debe ser susceptible de atacar el bien jurídico protegido por la norma que no es otro que la seguridad y defensa nacional. (…)
Y les reproduzco el artículo de Jesús Cacho porque creo que cada día se acerca más a la acusacion abierta de traición a la Patria del caballero Sánchez.
“Me lo decía una amable lectora el pasado viernes 20 de mayo en Valladolid, con motivo de la presentación en la librería Oletvm del libro ‘Sin billete de vuelta’, de Baltasar Montaño. «Le sigo desde hace tiempo, nada menos que desde su ‘Rueda de la Fortuna’ en El Mundo, pero ahora me cuesta leerle porque al final de sus artículos quedo tan deprimida que me fastidia el domingo». Y es verdad. En un país azotado por mil tormentas, uno es consciente de la necesidad de describir algún paisaje de luz, contar historias motivadoras, dar alguna que otra alegría, huir de las desgracias, escapar de las miserias que nos rodean. Lo intento, pero no es fácil. Trato de rebuscar en los acontecimientos de la semana algún sucedido que permita enviar un mensaje de esperanza, incluso de optimismo. Pero es imposible. La realidad impone su abrumador diktat de miserias y escándalos. Cada semana es peor que la anterior, y esta ha sido particularmente pródiga en toda suerte de episodios dañinos para la España de ciudadanos libres e iguales, para el Estado de Derecho, cada vez más cercado por los enemigos de la legalidad constitucional y, en definitiva, para la salud de una democracia muy deteriorada que avanza a pasos agigantados hacía su final, empujada hacia el abismo por el mismísimo Gobierno de la nación. Tenemos el enemigo en casa.
Trato de rebuscar en los acontecimientos de la semana algún sucedido que permita enviar un mensaje de optimismo. Pero es imposible
Casos como la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso para dar cuenta del episodio de espionaje Pegasus, convertida en un nuevo ataque desde la cabeza del Ejecutivo a una institución clave para la seguridad del Estado como es el CNI; el indulto a la «madre protectora» (Irene Montero dixit) María Sevilla, sin duda uno de los episodios que más han conmocionado a la sociedad española en los últimos tiempos, una arbitrariedad del Poder llamada a dejar una profunda huella en el inconsciente colectivo -y en las urnas, un suponer- por lo que significa de desprecio, desde el consejo de ministros, a los jueces y a la legislación penal vigente; la aprobación en el Congreso de la ley de Libertad Sexual, también conocida como ley del «sólo sí es sí», expresión de la patológica concepción que nuestras feminazis, con la ministra de Igualdad a la cabeza, tienen de las relaciones sexuales entre hombres y mujeres adultos y libres; el anuncio de ese macroplan de empleo público que colocará a varias decenas de miles de españoles en una Función Pública necesitada de una racionalización y abaratamiento urgentes… Ello por no hablar de la traición del PCS, la marca catalana del PSOE, haciendo piña una vez más con el independentismo en el parlamento de Cataluña para burlar la sentencia judicial que impone el 25% de español en la enseñanza. Cinco asuntos capaces de provocar, en situación de «normalidad», una grave crisis política, inducir dimisiones y colocar al Ejecutivo entre la espada y la pared. Cinco escándalos morrocotudos en la misma semana. ¿Cómo soslayar, cómo huir de tanta ignominia?
El episodio del CNI ha venido a poner de manifiesto la naturaleza delicuencial de Sánchez. Ahorraré adjetivos, porque todo está dicho ya, y en demasía, sobre la categoría moral del personaje. Cabe decir que el presidente mintió en el parlamento con total desparpajo, como ya es habitual en él, al negar su responsabilidad y achacar el escándalo del espionaje al propio CNI y al juez del Supremo encargado de autorizar las escuchas. Como todo el mundo sabe, el CNI es el único servicio de inteligencia de entre los europeos -algo de lo que presumía Sanz Roldán– que se rige por una «Directiva» que cada Gobierno aprueba al tomar posesión y que anualmente revisa. La Comisión Delegada de Asuntos de Inteligencia, que preside Sánchez, se reúne entonces y aprueba esa Directiva por la que el Centro se va a regir, directiva que establece las prioridades, antes la lucha contra ETA, siempre la cobertura de los desvaríos de Juan Carlos I, después el seguimiento de los líderes del independentismo… «El Gobierno nos dice lo que tenemos que hacer y el Centro no hace ni más ni menos que lo que le mandan. Sanz Roldán llamaba todas las mañanas a Sáenz de Santamaría para darle cuenta de las incidencias, y se supone que la vicepresidenta ponía puntualmente al corriente de la situación al presidente Rajoy». Suponer que una proba funcionaria como Paz Esteban pudiera haber tomado la iniciativa de espiar las amenazas del separatismo contra la seguridad del Estado por su cuenta y riesgo y sin conocimiento de Moncloa, entra dentro de la categoría de elucubración disparatada sin más.
Pero el personaje, carente del menor sentido del honor, escurre el bulto y se apresura a endiñar la responsabilidad de sus actos al lucero del alba. Yo no he sido. Con la agravante de que el sujeto espiaba a sus socios, «la banda» que le mantiene en Moncloa, al mismo tiempo que negociaba con ellos su apoyo parlamentario, que tiene bemoles la cosa. Como tantas veces se ha repetido ya, tenemos un presidente rehén de los enemigos del régimen constitucional, un presidente secuestrado por el independentismo y dispuesto a poner el Estado en almoneda con tal de seguir una semana más en Moncloa. El resultado de la sesión parlamentaria del jueves deja a los 3.000 agentes que conforman el CNI, gente regida por una disciplina militar, a la intemperie, sometido el Centro a la sospecha de cualquiera de los servicios de inteligencia con los que habitualmente comparte información. Un CNI muy dañado en su prestigio, en un momento muy complicado de crisis a nivel mundial. La irresponsabilidad es de tal calibre que, en términos de Seguridad Nacional, Sánchez no solo debería haber dimitido ya como presidente, sino estar procesado por delito de traición contra la Seguridad del Estado (artículo 102 de la CE).
La irresponsabilidad es de tal calibre que, en términos de Seguridad Nacional, Sánchez no solo debería haber dimitido ya como presidente, sino estar procesado por delito de traición contra la Seguridad del Estado (artículo 102 de la CE)
Más allá de la desfachatez de un personaje capaz de dedicar buena parte de su intervención a cortar un traje a la medida del viejo PP y su corrupción (como si en el PSOE no hubiera existido), más allá de su osadía para escurrir el bulto, hay algo a lo que nadie alude y que llama poderosamente la atención. Me refiero al silencio que rodea el pinchazo de su propio móvil, un asunto que afecta directamente al cogollo de la Seguridad Nacional. ¿Quién espió el móvil de Sánchez? En cualquier país del mundo el caso gozaría de la máxima prioridad. ¿Por qué el Gobierno sigue de brazos cruzados? ¿Por qué la oposición no incide día sí y día también sobre asunto tan nuclear? Todos sospechamos que la potencia extranjera autora de la intrusión no es otra que Marruecos, un país al que Sánchez acaba de hacer un regalo histórico, sin ninguna contrapartida para de Ceuta y Melilla, al reconocerle autoridad sobre el Sáhara. ¿Qué había en el móvil de Sánchez? ¿Qué es lo que sabe Mohamed VI del presidente del Gobierno de España? He aquí a un presidente del Gobierno de España susceptible de ser chantajeado por el monarca alauita. De modo que Sánchez no solo está secuestrado por el separatismo, sino también por el monarca absoluto de una potencia extranjera convertida en principal amenaza para la seguridad de las fronteras españolas.
Todo lo ocurrido esta semana -el indulto a la maltratadora de un niño al que mantuvo secuestrado durante meses («Es la negación de un delito, la deslegitimación del tribunal que la condena y el desprecio de la ley que pena su conducta. Una prerrogativa que está fuera del alcance de un Gobierno y que por tanto es furiosamente antidemocrática», Rafa Latorre en El Mundo), o la ley del «solo sí es sí» que considera a la mujer un ser inferior a la que hay que proteger de ese presunto culpable que es el hombre-, se encuadra dentro de la estrategia de ataque frontal a las instituciones practicada por la coalición PSOE-Podemos desde una instancia llamada presidencia del Gobierno. Ataque también a la ortodoxia económica más elemental, concretada en este caso en esas decenas de miles de nuevos funcionarios o el intento de comprar votos con dinero público. «Con un déficit galopante y una deuda descontrolada, el Gobierno lanza la mayor oferta de empleo público de la historia democrática. Grave irresponsabilidad. Están en una huida hacia adelante, dispuestos a gastar como si no hubiese un mañana. España no necesita más empleo público, sino más empleo productivo y este solo lo crea el sector privado», Lorenzo Bernaldo de Quirós.
¿Qué había en el móvil de Sánchez? ¿Qué es lo que sabe Mohamed VI? He aquí a un presidente del Gobierno de España susceptible de ser chantajeado por el monarca alauita
Imposible saber si Sánchez terminará cayendo antes por la crisis política o por la económica que se avecina a pasos de gigante. Si la crisis del CNI es culpa de un juez del Supremo, los problemas de la economía «se deben a factores externos e impredecibles como lo fue la covid y lo es ahora la guerra desencadenada por Putin» (Sánchez en Davos, según Lo País). ¡Un fenómeno! Cuentan de buena tinta, sin embargo, que, en las últimas semanas, el fenómeno la emprende a puntapiés fuera de sí contra todo lo que encuentra a su paso cada vez que alguien le pone delante una encuesta electoral. ¿Cómo es posible que los españoles no me quieran? Todos los indicadores apuntan a una crisis más profunda que la de 2008, que cogerá a España en una situación de sus finanzas públicas mucho más débil que entonces. Varios artículos aparecidos esta semana en la sección de Opinión (la mejor de todos los medios que se publican en internet) de este diario dan idea de la dimensión de la tormenta. Demoledor el de Daniel Rodríguez Asensio aparecido el lunes 23 («Esta vez no será distinto: o Sánchez cambia el rumbo o España va al abismo«); cargado de realismo y fina ironía el de Enrique Feás («Los teólogos«) del viernes 27; ejemplar el del maestro José Luis Feito del martes 24 («El futuro del empleo en España«), destripando la contrarreforma laboral de «eternamente Yolanda» y explicando por qué sus efectos van a ser nefastos para el empleo.
Como se ha dicho aquí tantas veces, toca resistir. No con resignación, sino con esperanza. La que cabe depositar en esa España real que sigue tirando, que sigue funcionando a pesar de este Gobierno desastrado; esperanza en los millones de españoles que siguen levantándose todas las mañanas para ir a trabajar, soñando un futuro mejor para ellos y sus familias. La gente, lo mejor de España («Esta ciudad no se aplaca con fuego, este laurel con rencor no se tala»). Ya no queda tanto. Como le espetó el jueves Inés Arrimadas, «el mejor día de esta legislatura va a ser el día que usted convoque elecciones».
Majestad, y a vos tambien voy a recordaros su famoso discurso del año 17, porque solo AQUEL REY PUEDE SER “EL REY DE TODOS LOS ESPAÑOLES” (un recuerdo para mi admirado Luis María Anson):
Mensaje de Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 3 de octubre de 2017
Buenas noches,
Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Cataluña.
Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada. Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.
En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.
Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.
Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes. A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.
Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.
Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.
Felipe R.
Pues bien, por lo que veo ni la Prensa más seria e independiente ni los ejércitos, ni las Fuerzas de Seguridad del Estado, ni el Tribunal Constitucional, ni el Tribunal Supremo, ni Su Majestad el Rey han dicho hasta ahora “mus”. Lo que quiere decir que todos tienen miedo al poderoso señor Sánchez, hoy más Dictador que el mismísimo Franco. Lo dije un día y sigo pensando lo mismo: este hombre no saldrá de la Moncloa si no es con los pies delante.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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