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Comoquiera que Feijóo no tiene escaño en el Congreso tuvieron que habilitarle uno en esa necrópolis de lujo que es el Senado, donde pacen y retozan en el dolce far niente los inútiles mejor pagados de lademocraciaquenoshemosdado. En el Senado no se hace nada, se cobra mucho y se brilla poco. Y Feijóo, ese bostezo con halitosis de Rajoy, necesita brillar, aún sin deslumbrar, ¡pobrecillo!, para epatar en las urnas a la cándida derecha sociológica que, al igual que en 2011, busca en el PP el antídoto de Zapatero en su secuela sanchista.

Feijóo tiene un currículum corto y pobre, aunque hipertrofiado por sus palmeros peperos y sus juglares periodísticos. A saber: lleva toda su vida vegetando en la política. Se envanece (¡tócate los cojones!) de haber votado a Felipe González. En el primer reparto de cargos y sinecuras le cayó en la tómbola de los leales la dirección general de Correos, desde donde, afirma, estableció unas entrañables relaciones con los sindicatos chaperos CC.OO. y UGT que, como Feijóo, vivaquean en Correos sin pegar un sello, nunca mejor dicho. Y su último cargo conocido ha sido el de mandarín autonómico de la satrapía gallega, a la que, como todo cacique regional, ha dejado más endeudada que un narco sin farlopa y más analfabetizada que los peregrinos que hogaño hacen el Camino de Santiago a ritmo de hip hop convencidos de que es una Maratón más larga y más guay. Aún así, sus palmeros y sus juglares dicen que es un “extraordinario administrador” (¡sigue tocándote las gónadas!). Pericles, Bismarck y Franco, apearos de vuestros pedestales que sólo merece okuparlos Feijóo.

Para que Feijóo pueda brillar en las encuestas y, ya si eso, en las urnas, y para que sea más conocido que la muñeira, le habilitaron un debate de mesa-camilla en el Senado con el presidente del  Frente Popular, Pedro Sánchez. Le invitaron a hablar, un poquito y un ratito, en cualquier caso más de lo que un niño catalán puede hacerlo en español en la escuela o de lo que, gracias a Feijóo, sabe hacerlo un niño gallego. Feijóo sopló la gaita para entonar, muy afinado, lo que él y el PP son: un tango; o sea el lamento del cabrón que gime y llora porque el chulángano de la Moncloa refocila con etarras, separatistas y comunistas, y no con el PP, que siempre está en actitud oferente y lubricado, aseado y depilado para recibir al macho socialista en el tálamo del consenso… “por el bien de España” (¡continúa tocándote el escroto!). Para mostrarle su gratitud, despectivo y desdeñoso, el chulo del tango le dedicó a Feijóo todos los sinónimos de los adjetivos inútil, incompetente y cortito. Vamos, que sólo le faltó llamarle gilipollas. ¿O no? que diría Rajoy, otrora soplagaitas mayor del PP, tapicero real del PSOE y mayordomo de Zapatero, que son los empleos a los que el lacayo Feijóo aspira en el Downton Abbey socialista. Sólo le faltó llamarle gilipollas. Explícitamente. Aunque todos lo entendimos perfectamente. ¡A que sí!   

Autor

Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano es un periodista español de origen navarro, hijo del también periodista y escritor Rafael García Serrano. Fue director del programa Buenos días España en Radio Intereconomia, además de tertuliano habitual de El Gato al Agua en Intereconomia Televisión. Desde el 1 de Febrero del 2019 hasta el 20 de septiembre del 2023 fue Director de El Correo de España y de ÑTV España.