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Aria de Lohengrin. El In fernem land incluye los tres nombres que se convirtieron en pilares fundamentales de la mitología catalana inventada por la factoría Renaixença. Digamos que estos señores -aquellos intelectuales que decidieron reinventarse la historia de Cataluña y adaptarla ad maiorem gloriam eorum– tenían una gran imaginación y no dudaron en plagiar hechos de otras mitologías. Es lo que tienen este tipo de historias, las puedes situar donde quieres que no pasara nada. Al contrario, de tanto repetirlas se hacen populares y la gente las adapta y se convence que si no fueron verdad, sí que formaban parte de su imaginario popular. Así pues, tomaron como referencia Lohengrin, Parsifal, Montsalvat y Sigfried. Ese póker de ases dio mucho de sí.

Lohengrin. El caballero misterioso se convirtió en el símbolo de aquellos antiguos caballeros catalanes que galoparon por aquellas tierras. Si Arturo es el paradigma de las tradiciones celtas, Lohengrin lo seria de las catalanas. Así desempolvaron caballeros, condes y reyes del pasado. Lo cierto es que una cosa es la mitología y otra la realidad. ¿Qué queremos decir? La realidad no es tan extraordinaria. Por eso se inventaron personajes que pretendieron convertir en verídicos.

Montsalvat. Si Lohengrin supuso el reconocimiento del caballero mítico, el lugar donde procedía no se quedó atrás. La montaña mágica que albergaba la Orden del Santo Grial no era una invención. Montsalvat existía y estaba en Cataluña. El Montsalvat mitológico en realidad era Montserrat. Si se busca en Wikipedia “montaña Montsalvat” aparecen la imagen de la montaña de Montserrat. Esto no es todo. La Enciclopedia Británica, en su edición de 1911 aseguraba que Montsalvat era Montserrat. En la edición de 1928 se rectificó. Aun así la idea perduró y perdura. Lo hemos visto en Wikipedia. Y lo vimos en el año 1940, cuando Heinrich Himmler visitó la montaña esperando que fuera verdad y que ahí se custodiara el Santo Grial. La realidad se impuso. La figura poética imaginaria era eso, ni existía la Orden ni la montaña.

Parsifal. La mitología explica que Amfortas es el Gran Maestre de la Orden del Santo Grial. Klingsor, al ser rechazado, hiere a Amfortas y roba la lanza sagrada. La leyenda concluye que un día llegaría un sencillo de espíritu, uno de corazón puro que salvaría la Orden. A esto le sacaron mucho jugo. Parsifal significa inocente, simple, puro de corazón. ¿Quién podía ser este personaje en Cataluña? Lo tuvieron muy claro. Sólo había un personaje que podía salvar Cataluña de la opresión. Y este era Sant Jordi. El espíritu de Parsifal fue canalizado en él. Luego, cuando conocieron a Sigfried también lo vieron como el nuevo Sant Jordi. Mató al dragón, como Parsifal, y destruyó a Klingsor. Nos queda Amfortas y su herida.

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La factoría Renaixença se vino arriba. Resulta ser que Amfortas tenía una herida en un costado y esta fue curada por Parsifal. Ahora tenemos que cambiar los nombres. Amfortas pasa a ser Wifredo el Belloso. Si uno luchó por defender el Santo Grial, el otro por defender Cataluña. Apostillemos que defendía una cosa que no existía, pues solo era conde y la palabra Cataluña no apareció, como tal, hasta el 1115 y por un error de transcripción al confundir lacetania por catelania. Pero eso a la factoría Renaixença les importaba poco. Si ustedes van a Ripoll, supuestamente, hay la tumba de Wifredo el Belloso y dentro las cenizas que de él se conservan. En una lápida se puede leer: “Fundador de la dinastía nacional catalana”. Otra invención más.

Pues bien, Parsifal pasó a ser Carlos el Calvo. Este no le curó la herida, pero sí que con su sangre creó un escudo de armas que derivó en la actual senyera. La factoría Renaixença vistieron este hecho diciendo que Wifredo el Belloso se lo pidió. El conde de Barcelona, de Urgel, de la Cerdaña, de Gerona y de Osona era un visionario. Pidió un escudo de armas 300 años antes de la aparición de estos. ¡Qué más da! Lo importante era dar forma a la senyera. También en esto fue visionario. En primer lugar porque era el emblema de la Corona de Aragón. En segundo, porque se referenció la senyera por primera vez en el 1187. Hay que recordar que Wilfredo el Belloso falleció en el 897. La factoría Renaixença tenía como misión convertirlo todo en catalán, en raza, y a fe que se esforzaron.

Siegfried. La factoría Renaixença tomó dos imágenes para expresar la mitología del personaje. La primera es la espada. En la mitología germánica Siegfried recupera la espada rota de su padre Sigmund y la vuelve a forjar. Existe una clara relación entre una espada y la lengua. Y si no existe se lo inventan. Para la factoría Renaixença aquella imagen representaba la consolidación de la lengua catalana. Como que, según ellos, el catalán estaba a punto de desaparecer y los de fuera habían hecho todo lo posible para defenestrarlo, se tenía que forjar de nuevo. Escribieron: “El idioma de nuestros padres estaba roto en diversos fragmentos, nosotros tenemos la obligación de forjar, de nuevo, aquellos fragmentos y hacer renacer la lengua catalana, símbolo de la raza catalana”. ¿Les suena estas palabras sobre raza y lengua? Esto es de finales del siglo XIX. Hoy en día actúan, hablan y piensan igual. Intelectualmente no han evolucionado.

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¿Cómo se consolidó todo esto? Después de forjar la espada Siegfried mató al dragón para recuperar el anillo de los Nibelungos. Esta es la segunda imagen. De la noche a la mañana Siegfried pasó a ser Sant Jordi. Uno mató al dragón para recuperar el anillo. El otro mató al dragón para salvar al pueblo de Cataluña y con esa espada forjó el idioma y la raza catalana. Como vemos, de una sola tacada tenemos un póker de ases: Lohengrin, Parsifal, Siegfried y Montsalvat. La mitología inventada por la factoría Renaixença es muy floja. De parvulario. Ahora bien, teniendo en cuenta el desconocimiento de la sociedad catalana, aquel invento les sirvió para reafirmarse como pueblo y aún hoy lo están explotando.

Wotam. No debemos olvidarnos, para finalizar de Wotam, el ser supremo, que envió a sus hijos, hijas y nietos para luchar contra los que querían destruir el mundo. Wotam era la representación de aquello que el obispo Josep Torras i Bages denominó Casa pairal. Esto es, la cuna de la raza catalana.

¿Qué motivó a la factoría Renaixença a inventarse todo esto? La respuesta a la pregunta nos la dio Josep Pla al afirmar: “el subconsciente catalán se siente forastero y esto crea un sentimiento de inferioridad permanente”. Y esta es la realidad. El espíritu catalán se siente inferior porque Cataluña es la unión de varios condados. Nunca fue un reino y si perteneció a uno. En cambio, todo a su alrededor eran reinos: Aragón, Valencia, Baleares. Esta inferioridad les hizo creerse más grandes que nadie, sin importarles el ridículo. El sentimiento de inferioridad está muy presente, hoy en día, en el independentismo catalán.

Autor

César Alcalá
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