24/11/2024 09:46
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Cuando un amigo me dio la noticia a través del móvil me indigné, hasta el punto de soltar una retahíla de palabras malsonantes; me acordé de toda la parentela (y no precisamente para bien) de estos niñatos con vocación de salvadores del planeta. Me temía lo peor: la pérdida irreparable de alguna de las obras maestras que atesora nuestra pinacoteca nacional. Gracias a Dios, los activistas tan sólo se atrevieron a pegarse al marco de las majas y realizar una pintada en la pared en la que se hacía mención a la subida en 1,5º de la temperatura de la tierra. Los vigilantes de sala tienen las manos atadas: según el reglamento interno de la institución, no pueden utilizar la fuerza para reducir a los delincuentes que atentan contra el patrimonio artístico custodiado en el museo. Hubo que esperar a que acudieran las fuerzas policiales para detener semejante tropelía. En uno de los vídeos difundidos en internet, he descubierto algo muy curioso: la vigilante estaba más preocupada en intentar que no se grabase con las cámaras de los móviles que en evitar el hecho delictivo en sí mismo. Algunos de los visitantes mostraron su indignación y se les escuchaba recriminar a esta pareja de descerebrados por su comportamiento vandálico.

Existe un problema de fondo: la falta de personal en los museos estatales. Hace unos meses, visité el madrileño Museo del Romanticismo, ubicado en la calle San Mateo. Tan sólo la mitad de las salas permanecían abiertas a la visita pública, el resto estaba cerrado a cal y canto. Los empleados se quejaron de encontrarse bajo mínimos, les faltaban compañeros para poder vigilar en condiciones las salas. Mientras tanto, se destinan cantidades ingentes de recursos económicos para sufragar a ONGs o chiringuitos varios, en donde el político de turno coloca a sus familiares, allegados y amiguetes varios. También consideran prioritario emplear el dinero público para desenterrar y vejar a los que en su día ganaron la guerra; después de Franco, vendrá José Antonio Primo de Rivera. Con nocturnidad y alevosía se ha procedido a exhumar los restos de Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena en Sevilla. En España el turismo cultural se ha convertido en una fuente de riqueza, en un verdadero motor de la economía. En ciudades como Madrid, el comercio del centro enfoca su oferta a los turistas nacionales y extranjeros. Muchos edificios singulares se convierten en hoteles de lujo o se transforman en centros comerciales, espacios gastronómicos etc. Apostemos por todo lo que beneficia a nuestras urbes y hagámosles el vacío a los rebeldes sin causa.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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