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Guiado, aconsejado y determinado por mi específica y personal “Memoria Histórica”, atendiendo y valorando las experiencias de todo sesgo y condición disfrutadas o padecidas en los diferentes escenarios políticos que han ido transformando a España, también mi espíritu ciudadano se ha visto afectado en el peor de los sentidos, hasta el punto de afirmar sin reserva alguna que el actual gobierno de España  se asemeja a  una jauría de perros rabiosos, alimentados por el odio— motor de las devastadoras actividades revolucionarias de la ideología socio-comunista— amamantados con la leche infectada por la irreprimible e inmoral obligación de desquite, de ajuste de cuentas con los históricos vencedores del comunismo( La mitad de los españoles), cebados como capones castrados con el afán incontenible de detentar el poder de forma absoluta y excluyente, o sostenidos, en fin, por la posibilidad de satisfacer el ardiente deseo de esgrimir sus temidas y deseadas armas, la mentira, la propaganda y el terror  que bien manejadas han de encumbrarlos al Olimpo del Poder totalitario.

Sin entrar en valoraciones de la tempestuosa y fallida II República que concluyó en la Guerra Civil, sin concretar las evidentes y graves responsabilidades históricas de los socialistas y comunistas; permítame el lector recordar, que en Enero de 1918, los socialistas fineses fueron los primeros en lanzar una insurrección revolucionaria contra un gobierno democrático; los segundos fueron los socialistas españoles (PSOE) en Octubre del año 34 contra la República Española, tan añorada y ensalzada por ellos en la actualidad.

El gobierno insurrecto redactó una Constitución, en teoría contemplaba una democracia parlamentaria, pero determinando que “únicamente los partidos de izquierda pueden formar una mayoría parlamentaria democrática”

 De lo sucedido  en Finlandia, tomó buena nota la izquierda española defendiendo con firmeza idéntica posición a partir de 1931.

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Lo anterior, no es sino un ejemplo más del carácter universal de los procedimientos utilizados por las izquierdas para alcanzar la supuesta supremacía política, cultural y ética que su ideología les exige.

Historiadores independientes y prestigiosos como Stanley Payne o Pipes coinciden en imputar la victoria de los bolcheviques a varios factores, entre ellos, “la falta de conciencia política del campesinado”; si queremos trasladar esta circunstancia a la España actual, podremos entrever uno de los motivos por los que el “jefe de la manada” ha podido sin mayores contratiempos confeccionar y llevar a término un siniestro listado de “perrerías” y traiciones contra España, su unidad y el orden constitucional; me explico, a una gran parte de la ciudadanía se la puede calificar de “campesina” al modo de las diferentes categorías del campesinado ruso, desde los “batraki” (sin tierras) a los “kulaks”(con tierras); este sector mayoritario de la sociedad rusa carecía del sentido de pertenencia al Estado o Nación, su conciencia de identidad nacional era prácticamente nula, Tolstói negaba al campesinado el sentimiento de patriotismo, ni las escuelas ni las asociaciones privadas inculcaban valores nacionales, el nacionalismo, era una amenaza contra la autocracia, lo único que querían es que les dejaran en paz; estas y otras consideraciones como la pobreza espiritual y patriótica, la cobardía, la acidia, el interés egoísta, la abulia del “hombre superfluo” de que hace gala una parte de la sociedad española, son razones suficientes que sirven de catalizador y estímulo para que el  gobierno  insista y continúe en la operación de destrucción de España.

Dicho esto, no toda la responsabilidad recae en las conciencias de los ciudadanos de a pie, en absoluto, hay que señalar, incluso diría que trágicamente, a la oposición política de estos desaprensivos cultivadores del guerracivilismo y la discordia, a presidentes como Rajoy, a “Sorayos” populares sin determinación y sin coraje, baldragas de la política, cátedra de charlatanes pasivos y acomodados más parecidos a los endiosados burgueses,  corrompidos por el oro, que a honestos y combativos representantes del pueblo, que nada hicieron para ponerle el bozal al entonces “jefe de la manada”, que no se dignaron ni se atrevieron a llevar atado al primigenio inductor de la catástrofe que se avecinaba.

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Visto y analizado el panorama, a la mayoría de los españoles que aún somos, se no pone en la tesitura, en la doble alternativa de proceder a la urgente vacunación antirrábica o bien a optar a la caza con lazo, para posteriormente someter a los coléricos chuchos a la justicia de un profesional especializado.

A pesar de lo expuesto en esta reflexión, ¡No desesperemos!, en algún lugar tiene que estar la Fuerza, camuflada y silenciosa, pero preparada para cumplir con rigor y patriotismo los deberes constitucionales que se le han atribuido y encomendado; personas de honor y prudencia, que nunca faltaran a su juramento de defender a España, que renuncian expresamente a formar parte activa de la cósmica ignominia programada y ejecutada por este indigno gobierno o a convertirse en sujetos  interesados en las redes clientelares de la criminal y expoliadora telaraña socio-comunista.

“¿O NO?”

Autor

REDACCIÓN