04/02/2025 11:49
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Julio Loredo. Nacido en Lima, Perú. Periodista. Presidente de la Associazione Tradizione Famiglia Proprietà. Director de la homónima revista. En esta breve entrevista nos habla de la razón de ser del canal Visto da Roma.

¿Cómo nace el canal Visto da Roma y con qué objetivo?

El canal italiano Visto da Roma, y su versión española Visto desde Roma, nacen por dos motivos: informar a un amplio público católico, directamente desde Roma, sobre lo que está sucediendo en la Iglesia; y apuntalar la Fe de los que, tal vez desorientados por el caos imperante, vacilan en sus convicciones católicas y en su amor por nuestra Santa Iglesia. Hago también una versión en portugués, que es difundida por el canal del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira, del Brasil.

Incluso sin mucha promoción, estos canales han crecido bastante, lo que muestra una sed espiritual muy difundida. Su éxito se mide también por el número de “likes” y de comentarios, a los que siempre intento responder. Es evidente que hay un movimiento de despertar religioso que crece cada día.

De mi parte, lo hago como un apostolado. Desde mi juventud, en 1973, me he dedicado exclusivamente al apostolado católico en las filas de la TFP (Tradición Familia Propiedad), como voluntario a tiempo integral. Hoy, en el umbral de mis 70 años, puedo mirar atrás con honda satisfacción, pues percibo que, con la gracia de Dios, el camino recorrido fue el correcto, un camino lleno de buenas batallas espirituales. Pero sobre todo miro a las batallas futuras, pues, como se dice, el guerrero muere con las botas puestas. Y en mi inmediato futuro está el apostolado a través de estos canales.

Quisiera ayudar a la gente a comprender lo que está sucediendo en la Iglesia, para que no pierdan la Fe sino antes bien la fortalezcan, y hacer de ellos propagadores de la Verdad.

¿Qué tipo de contenidos concretos ofrecen?

Los vídeos, publicados cada semana, ofrecen noticias y comentarios sobre los acontecimientos en la Iglesia y, en concreto, sobre el pontificado del Papa Francisco. Estas noticias y comentarios provienen sea de fuentes internas (estamos en Roma hace más de medio siglo, y por lo tanto conocemos bien los meandros del Vaticano), sea del mundo de los “vaticanistas”, o sea esos periodistas especializados en seguir las cosas del Vaticano, muchos de los cuales inteligentes, perspicaces y bien informados. Para preparar el programa, todas las semanas leo decenas de blogs, agencias, revistas, etc., además de contar con fuentes directas.

Más de una persona me ha escrito diciendo que escuchar estos videos es como tener una agencia de noticias privada en Roma. ¿A quién lo le gusta tener una fuente de información “insider”?

Llama la atención la versión del canal en castellano, Visto desde Roma, con lo que tienen una clara vocación hispánica…

España hizo una labor providencial trayendo al Nuevo Mundo, y a partes de África y Asia, el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, y con él la verdadera religión, creando así esa inmensa realidad transnacional que se llama “Hispanidad”, y que comprende decenas de países en varios continentes, y amplias zonas culturales en otros, como los Estados Unidos.

Paradojalmente, creo que los nuevos medios digitales de comunicación hayan dado un nuevo impulso al concepto de “Hispanidad”, pues a través de ellos nos podemos comunicar, en nuestra lengua, con personas de todo el mundo. Yo mismo doy frecuentes entrevistas a canales hispanos no solo en España y América Latina, sino también en los Estados Unidos. Es como hablar en el propio país, para su propia gente.

No se trata de una Hispanidad virtual, sino de personas reales que, cada una en su propio país, se comunica y se siente unida con otras personas que comparten la misma religión, la misma lengua, la misma cultura, yo diría la misma mentalidad. Tendría que ver la cantidad de mensajes que recibo: “saludos desde Monterrey”, “un abrazo desde Tegucigalpa”, “rezamos por Ud. en Lima”, etc. Hay una sensación de pertenecer a la misma familia, todos hijos de lo que el poeta peruano José Santos Chocano llamaba “la buena madre España”. De hecho, recibo también muchos mensajes de España. Y aquí también abundan los “saludos desde Valencia”, “escribo desde Pamplona”, etc. Cosa que no sucede con los mensajes del canal en italiano.

Yo creo que esta nueva realidad abre horizontes inimaginables para el apostolado católico. Si a esto suma el hecho de que los hispanos somos muy comunicativos, podrá entender como la mayor parte de los mensajes me llegan por el canal en español.

¿En qué medida está presente la cosmovisión del doctor Plinio Corrêa de Oliveira?

Yo me proclamo con honor discípulo de Plinio Corrêa de Oliveira. De él aprendí el amor a la Santa Iglesia y a la Civilización Cristiana. Me formé en esta escuela y, por ende, razono y actúo desde esta cosmovisión, que no es otra que la católica, apostólica, romana aplicada a nuestros días.

Quisiera, sin embargo, resaltar un punto. Y lo introduzco con un recuerdo. En la Santa Misa de réquiem celebrada por Plinio Corrêa de Oliveira en Milán, en 1995, el oficiante Mons. Luigi Villa dijo: “No debemos recordar a Plinio solo como un intelectual. Él fue sobre todo un gran profeta, mandado por la Providencia para traernos la esperanza”. Creo que dio en el clavo. El propio doctor Plinio una vez escribió:

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¿Quiénes somos? En la tormenta, en el aparente desorden, en la aparente aflicción, en la aparente ruina de todo aquello que para nosotros sería la victoria, somos los que hemos tenido fe, los que nunca hemos dudado, aun cuando el mal parecía haber vencido para siempre. ¿Quiénes somos? Somos hijos y seremos los héroes de la esperanza, los campeones de esta virtud. Cuanto más los acontecimientos parezcan negar la voz de la gracia que nos dice ¡Vencerás!, tanto más creeremos en la victoria de María”.

Frente a la tremenda crisis que está sacudiendo a la Iglesia y la sociedad, una crisis que afecta hasta los más altos lugares eclesiásticos y las instituciones más encumbradas, a más de uno le puede venir la tentación de perder la esperanza: todo está perdido, ya no hay nada que hacer…

Esto es lo peor que le puede pasar a un católico, pues se trata de una virtud teologal. Perdida la esperanza, se quiebran también la fe y la caridad.

He aquí un punto central, que distingue el canal “Visto desde Roma” de otros canales, tal vez buenos, pero que se dedican simplemente a denunciar la crisis y a lamentarse de cómo las cosas van de mal en peor, sin alegrarse por las cosas buenas y sin indicar una salida. Parece casi que piensan: “cuánto peor mejor, pues me permite de lamentarme más”. Por el contrario, yo creo que tenemos que tener la certeza que, más allá de la crisis hodierna, y de los castigos que seguramente caerán sobre esta humanidad pecadora y empedernida, tenemos la promesa del triunfo del Inmaculado Corazón de María.

El canal “Visto desde Roma” no solo describe y comenta la crisis sino, sobre todo, trae un mensaje de esperanza. No en vano, un intelectual italiano describió a Plinio Corrêa de Oliveira como “pensador de la crisis, profeta de la aurora”.

¿Cómo les inculcó el amor a la Iglesia y al ministerio petrino?

Plinio Corrêa de Oliveira fue un personaje muy fecundo: intelectual, escritor, periodista, catedrático, político, fundador y líder de movimientos cívicos, maestro de la vida espiritual. Su característica central, que une todas estas facetas, es su Fe católica, apostólica, romana. Él escribió: “No deseo nada más que ser hijo de la Santa Iglesia, miembro de la Iglesia y obediente a la Iglesia. Esta es mi definición. La palabra católico contiene todo lo bueno, bello, verdadero y justo del vocabulario humano, ¡no se puede decir más! Si alguien me escribiera como epitafio Fuit vir catholicus, ¡me estremecería de alegría en mi tumba!”

Éste es el amor que nos enseñó. En una conferencia del año 1978, a la que yo estaba presente, dijo:

Yo quisiera que ustedes amaran a la Santa Iglesia Católica como yo la amo. Amigos míos, en esta sala hay personas que conozco desde hace treinta años, desde hace más de treinta años, les conozco desde hace quizá más de medio siglo. A todos, continuamente, no he hecho otra cosa que decirles: ¡Amen la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana! [se conmueve]. Esa Iglesia que tanto amo, que soy incapaz siquiera de hablar de ella sin conmoverme. Con sólo pronunciar su nombre no puedo expresar el mundo de alabanza y amor que existe en mi alma [de nuevo se conmueve]”.

¿En qué medida es delicado tener que informar de Roma en tiempos difíciles para la barca de Pedro?

La respuesta a esta pregunta se desprende directamente de lo dicho anteriormente. Cualquier análisis de lo que pasa en la Iglesia, sobre todo si se trata de un análisis crítico, tiene que partir de una posición de veneración por la Santa Iglesia como institución divina fundada por el mismo Jesucristo, que es su verdadera Cabeza. Una institución que ya ha atravesado dos milenios llenos de gloria y de triunfos, pero también de laceraciones y dificultades. Hoy la moderna crisis en la Iglesia parece haber llegado a un paroxismo.

Es evidente que, en muchos puntos, el actual Pontificado se ha apartado, sea en la pastoral sea en la doctrina, de la ortodoxia tradicional, y hasta del Magisterio de los últimos dos Papas. Con la Declaración Fiducia Supplicans, que permite la bendición religiosa de las parejas homosexuales, se ha llegado a un extremo inaudito. Todo esto al fin de crear la “nueva Iglesia sinodal” soñada por el Papa Francisco. Una Iglesia que, en la opinión de importantes prelados como el Cardenal Gerhard Müller, poco tendría que ver con la Iglesia de Cristo.

Si a esto agregamos la sistemática persecución a aquellas realidades y personas que no se pliegan a este proyecto demoledor, podemos entender por qué está creciendo exponencialmente el número de personas que simplemente ya no aguantan más. Asistimos así a una reacción cada vez más amplia y profunda, especialmente entre los jóvenes, contra ciertos rumbos del actual Pontificado. Progresa el frente de la resistencia.

Desgraciadamente, esta reacción, de suyo sana, ha sido contagiada en algunas de sus manifestaciones por una especie de frenesí, fomentado por una cierta propaganda, creando un estado de espíritu agitado y arrogante, que a menudo hace difícil un análisis equilibrado de la situación.

Aprovechándose del clima frenético, han surgido una plétora de “comentadores” online, algunos con escasa preparación teológica o canónica, que difunden teorías a cuál más traída de los pelos. Cegadas por el frenesí, un cierto número de personas, evidentemente buenas pero poco preparadas doctrinalmente, acaban por creer en estas teorías.

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Vemos así crecer las tendencias hacia el sedevacantismo, e incluso hacia la apostasía. Hay incluso gente que dice que por amor a la Iglesia tenemos que abandonarla… Como decir: por amor a la barca de Pedro tenemos que saltar al agua y dejarla a su suerte… El Evangelio nos enseña lo contrario. En medio a la tempestad que amenaza hacer zozobrar la barca, Cristo estaba durmiendo (Mateo 8, 23-27). A ningún Apóstol le vino en mente saltar al agua. Cuando se despertó, calmó la tempestad y fustigó a sus discípulos: ¿Por qué tenéis miedo?

Debemos recordar: non in commotione Dominus (1 Reyes 19,11), el Señor no se encuentra en el frenesí.

¿Por qué es importante difundir la buena doctrina y los criterios de discernimiento que nos han enseñado los santos?

Precisamente por causa del clima descrito en mi anterior respuesta, se hace cada vez más urgente y necesario difundir la buena doctrina. ¡Cuántos dolores de cabeza nos ahorraríamos si, antes de disparar al aire una opinión, estudiásemos el Magisterio de la Iglesia en cuestión!

Se ha difundido la falsa idea que el Magisterio es lo que el Papa dice. Así, habría tantos Magisterios como Papas en la historia…

Ésta no es la doctrina católica. El criterio para la verdad es el que, ya en el siglo V, definió San Vicente de Lerino: quod semper, quod ubique quod ab omnibus – aquello que siempre, en todos lados y por todos fue creído, eso es verdad. Es el concepto de Tradición.

En vez de seguir ciegamente el primer comentador que salta en YouTube, ¿por qué no leer los documentos del Magisterio tradicional y la vida de los santos?

¿Qué supone para ustedes vivir en Roma, en el mismo corazón de la Iglesia?

Roma es verdaderamente caput mundi. Roma no debería ser la capital de Italia, y de hecho no lo fue hasta la Unità liberal y masónica del 1870, sino la capital de la Cristiandad. Todos los católicos somos romanos, y en Roma encontramos nuestro hogar natural. Es por eso que, en la época de los Estados Pontificios, cada pueblo católico tenía su iglesia, su plaza, su barrio. Roma era una especie de rompecabezas de naciones y lenguas. Piazza Spagna, por ejemplo, pertenecía a la Corona española, como Piazza Farnese pertenecía a la Francia y Santo Spirito in Sassia al ducado de Sajonia. Incluso hoy, muchas zonas de Roma son todavía extraterritoriales.

Paradojalmente, al mismo tiempo que mantiene en muchos aspectos un aire de pueblo, sobre todo en sus barrios tradicionales como el Trastevere, Roma es de lejos la ciudad más cosmopolita del mundo. Aquí vienen a estudiar alumnos de todo el mundo. Aquí vienen curas, obispos y cardenales de todo el mundo para tratar cosas eclesiásticas con el Vaticano. Caminando por sus calles podemos encontrar un cardenal alemán que viene a discutir con el Dicasterio para el Clero, un cura mexicano con un grupo de peregrinos de Oaxaca, o un obispo chino convocado por la Secretaría de Estado.

Sobre todo, Roma es el fulcro de las noticias sobre la Iglesia y el Papado. No solo con los canales oficiales, como la Sala Stampa del Vaticano, sino también con las “fuentes internas”, las “filtraciones de noticias” y simplemente con los chismorreos.

¿Cómo se puede colaborar con ustedes?

La TFP es una asociación civil sin fines de lucro, compuesta exclusivamente de voluntarios. Dependemos totalmente de la generosidad de nuestros amigos para poder llevar adelante nuestro apostolado, incluso el canal “Visto desde Roma”. Pueden hacer una donación entrando en este enlace: https://www.atfp.it/donazioni

Tratándose del sitio de la TFP italiana, el enlace está en esta lengua, pero creo que se entiende. En todo caso, pueden siempre enviar un correo electrónico en español a info@atfp.it

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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