15/01/2025 07:25

El 2025 va a ser el año en que se cumple el cincuentenario de la muerte de Franco, un hombre entregado por entero a España, que ostentó la jefatura del Estado Español durante más de un cuarto de siglo. Por disposición oficial y con motivo de esta efemérides, a él se le va a dedicar este año en curso, no ciertamente para ensalzar su memoria, sino con la intención satánica de conmemorar su muerte y desaparición, hecho insólito, sin precedentes, que pone de manifiesto el grado de degradación a que han llegado nuestros gobernantes, incapaces de erradicar de su corazón el odio que les corroe. Por lo que se ve 50 años no han sido suficientes para enterrar viejos resentimientos corrosivos, ni para olvidarse de rencores patológicos. Con este motivo están previstos más de un centenar de actos en torno al franquismo, sufragados como es de suponer con el dinero de todos los españoles. Anclado en el pasado, nuestro actual gobierno se empeña en cambiar la realidad histórica, como si las mentiras mil veces repetidas tuviera el poder taumatúrgico de reinventar el pasado, sin percatarse de que esto es imposible.

Un día, seguramente no tardando mucho, Vd. Sr. Sánchez dejará de administrar el Boletín Oficial del Estado y ya no podrá aleccionar a nadie sobre lo que ha sido o ha dejado de ser la historia de España en las últimas décadas. Se verá obligado a reconocer que tanta propaganda siniestra, vomitada por su boca, no ha servido para otra cosa que no sea para encender el fuego entre los españoles y desacreditarse a sí mismo. Tendrá además que avergonzarse del poco respeto que ha tenido Vd. para con los muertos, a los que debiera haber dejado descansar en paz. Sr. Presidente del Gobierno, sea consciente que, debido al cargo que ostenta, está obligado a ser juicioso y prudente y no dedicarse a echar más leña al fuego y aunque tarde, debiera aprender de la sabiduría popular, que nos enseña que “aguas pasadas no mueven molinos”. Deje de mirar atrás y trabaje para solucionar la situación desesperada de muchos españoles, de aliviar la situación angustiosa en la que viven muchas viudas y ancianos, trate de iluminar con algún rayo de esperanza a una juventud a la que se le está negando el futuro y a nivel personal intente recuperar su paz interior personal, cosa que no logrará jamás, si su corazón no deja de destilar odio por todos los costados. Ocúpese en fin de sembrar concordia entre los españoles y no aversión y desavenencias.

Triste es constatar cada día que pasa, que el sentimiento revanchista de quienes fueron vencidos por el “Levantamiento Nacional” es tan fuerte que les impide vivir sosegadamente. Se muestran incapaces de asumir el pasado, de aceptar la realidad tal como fue. No acaban de entender que el tiempo es irreversible y que no permite la marcha atrás. De nada va a servirles tratar de resucitar nuevos fantasmas, porque la historia escrita, escrita está y lo estará para siempre. Sr. Sánchez, ya va siendo hora de que se entere, que quien fue caudillo de España no dejará de serlo por más que Vd. se empeñe en convertirlo en un dictador implacable que, oh ironías del destino, el 14 de diciembre de 1966 en el referéndum celebrado en España sobre la Ley Orgánica del Estado, obtenía un respaldo de más del 90% de los españoles, con la participación aproximadamente del 98%. Por más que Vd. se empeñe en lo contrario, el Generalísimo Franco no va a dejar de ser el que fue, un patriota ejemplar, que salvó a España de la lacra del comunismo, ni va dejar tampoco de representar

lo que representó para su nación, logrando durante su mandato, una de las mayores cotas de prosperidad de la historia de España, tanto en lo material, que llegó a ser la octava potencia del mundo, como en lo espiritual, celebrada como la conciencia de occidente y la reserva espiritual de Europa. Querido en vida por su pueblo y llorado igualmente por casi todos en su muerte. Francisco Franco se fue de este mundo en olor de multitudes, al igual que había vivido, con una inmensa paz interior, propia de quien había servido con lealtad a su pueblo y con la conciencia tranquila por el deber cumplido. En el momento supremo de su partida, en que la sinceridad apremia, dejó para la historia estas sentidas palabras que ponen de manifiesto su talante, noble y conciliador. «Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales». ¿Alguien puede imaginar estas palabras saliendo de la boca del Sr. Sánchez? No nos engañemos, la concordia hoy tan necesaria entre los españoles, no puede ser fruto del ansia de revanchismo o la sed de venganza, sino fruto de la piedad y del perdón. Quien no está dispuesto a perdonar, ni sabe pedir perdón, difícilmente puede ser instrumento de paz y de concordia.

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Mucho me temo que este año dedicado a conmemorar la muerte de Franco, sirva para empeorar las cosas, al tiempo que me pregunto ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Cuál es el verdadero motivo de semejante despropósito? Y pensando, pensando… yo he llegado a la conclusión de que en el fondo lo que hay es miedo, mucho miedo a que lo que parecía muerto vuelva a resurgir, bajo distinta forma, con redoblado vigor. A la misma conclusión llego, cuando pienso en la intimidatoria ley de la Memoria Histórica del Sr. Zapatero, reforzada por la Memoria Democrática del Sr. Pedro Sánchez, pensadas ambas para “acongojar” a los “fachas”. Muy desesperados han tenido que sentirse ambos personajes para verse obligados a recurrir a estas medidas extremas, propia de déspotas y es que cuando no se tiene la fuerza de la razón hay que recurrir a la razón de la fuerza y aquí está el “quid” de la cuestión.

Obviamente, Franco ha muerto y nadie hay que pueda remplazarlo, pero la ejemplaridad y la herencia espiritual que nos dejó, ahí están, siguen vivas y afortunadamente han de seguir estándolo como dedo acusador, por mucho tiempo y esto precisamente es lo que a muchos les molesta y les desespera, incluso y tal vez de un modo especial a aquellas fuerzas políticas que un día se sintieron vinculadas al espíritu del 18 de julio y que por diversos motivos inconfesables, se pasaron al bando enemigo, olvidándose de sus principios y de su pasado, para entrar a formar parte del frente común contra el franquismo.

Ya solo queda la voz que clama en el desierto de unos cuantos franco-tiradores, ninguneados, acosados y perseguidos, sin recursos y sin medios para hacerse oír pero, aún con todo, disponen del arma más poderosa, que les hará invencibles. La razón está de su parte y no solo Hegel, también la experiencia nos dice, que tarde o temprano, ella es la que al final acabará imponiéndose. Está por venir el día en que se haga justicia. El miedo que unos tienen de que esto pueda llegar a ser así, debiera verse como esperanza. Cuando menos, mirando al futuro, seguro que el consuelo no les faltará, a quienes permanecieron fieles a Dios y a la Patria y mirando al presente, hay que pensar, que no todo está perdido, pues como decía D. Quijote a Sancho: “ Si los perros ladran señal es de que se sigue cabalgando”

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Autor

Angel Gutierrez Sanz
Angel Gutierrez Sanz
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo obtenido la máxima calificación de “Sobresaliente cum laude”. Catedrático de esta misma asignatura, actualmente jubilado. Ha simultaneado la docencia con trabajos de investigación, fruto de los cuales han sido la publicación de varios libros y numerosos artículos. Sigue comprometido con el mundo de la cultura a través de la publicación de sus escritos e impartiendo conferencias en foros de interés cultural, como puede ser el Ateneo de Madrid. Su próxima obra en la que lleva trabajando bastante tiempo será “El Humanismo cristiano en el contexto de una Antropología General".
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